lunes, 3 de enero de 2011

HERMENÉUTICA DEL APOCALIPSIS

HERMENÉUTICA DEL APOCALIPSIS


Una cuchara adecuada
Vamos a abrir la palabra del Señor en el Libro del Apocalipsis; vamos a abrir por ahora en el primer capítulo. En las dos ocasiones anteriores hicimos una introducción necesaria en lo relativo a las consideraciones de alta crítica; o sea, relativo al autor del libro, etc. y lo relativo también a la baja crítica en relación con los textos, a la transmisión textual desde el siglo I hasta hoy de este precioso libro y su canonicidad. Hoy, antes de entrar, con la ayuda del Señor, después, si Él así nos lo concede, verso por verso, capítulo por capítulo, quisiera hacer una consideración general acerca del libro, ya no acerca del autor, ni tampoco de los manuscritos en que se ha contenido, sino acerca del libro mismo y acerca de las herramientas que necesitamos, con la ayuda del Señor, para entenderlo. Habíamos mencionado la vez pasada que la sopa nos viene en un plato y nos la tomamos con una cuchara; la sopa es el alimento, la sopa es el contenido, la sopa nos la tomamos por medio de la exégesis; o sea, leyendo y entendiendo, con la ayuda del Espíritu Santo y su promesa, este libro que es para todos sus siervos; pero claro que esa sopa viene en un plato, o sea, en un documento que es la Biblia, que tiene una historia, que ha pasado muchos combates y ha prevalecido sobre esos combates y ataques, y eso es lo que se trató la vez pasada. La vez pasada se trató algo del plato en que nos viene el Libro; pero antes de pasar a tomarnos la sopa, vamos a tratar de la cuchara, o sea, de la herramienta de la hermenéutica necesaria a tener en cuenta para leer este libro; o sea que el plato es la bibliología en sus aspectos de alta y baja crítica; o sea, la autoría, la legitimidad, la canonicidad, la transmisión textual que es la base de estas traducciones; ese es el plato; y la hermenéutica que es el arte o ciencia de la sana interpretación, el conjunto de normas, métodos, principios, reglas para interpretar sanamente, esa es la hermenéutica, esa es la cuchara. Entonces, necesitamos también valernos de una cuchara adecuada para tomarnos esta preciosa sopa, este alimento del Señor.

El corpus de la revelación
Hoy no vamos a estar haciendo una exégesis ordenada de los versos, sino mirando solamente de manera general el libro, mirando su ubicación dentro del contexto de toda la revelación. Ustedes recuerdan una frase que dijo el apóstol Judas Tadeo Lebeo, hermano del Señor Jesús y de Santiago, y yo quisiera en relación con el Apocalipsis, leer esa expresión de Judas; al final del verso 3 de la epístola, él dice por el Espíritu Santo una expresión que es la siguiente: “La fe que ha sido una vez dada a los santos”; esa frase significa mucho, esa frase significa que ya no vendrá después de la primera generación apostólica una revelación nueva, una supuesta nueva revelación con un anuncio nuevo; ya lo que Dios tenía que anunciar a nuestra fe, ya fue anunciado; la fe ya fue dada una sola vez y no tenemos que añadirle nada nuevo; todo el contenido de lo que Dios ha revelado ya salió del corazón de Dios, ya está inspirado su registro y ya está contenido en las Sagradas Escrituras; claro que de ahí en adelante el Espíritu Santo viene a iluminarnos, a darnos revelación de lo que está escrito en la Palabra, pero ya no va a aparecer una nueva Biblia; cualquiera otra supuesta Biblia, cualquier otro libro, así sea el Corán, así sea el Libro del Mormón o cualquiera otro escrito que pretenda traer un nuevo evangelio, es declarado anatema por parte de Dios, por parte de Su palabra. El apóstol Pablo dijo que ni siquiera ellos (los apóstoles), ni siquiera un ángel del cielo, así se llame Moroní o pretenda ser Gabriel, ni siquiera un ángel del cielo puede anunciar un evangelio diferente del que reveló Jesucristo y que anunciaron los apóstoles. No es un evangelio de los apóstoles, es un evangelio de Dios por Jesucristo; y el Padre dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”; y el Señor ya reveló todo lo que tenía que revelar, ya la palabra de Dios está completa, el corpus de la verdad ya fue manifestado, ya está escrito; ahora lo que podemos hacer es procurar penetrar en él, entenderlo con la ayuda del Espíritu Santo; pero ya una revelación nueva que venga a quitarle o a agregarle o a modificar la que tenemos en la Biblia no puede darse; ya Dios pronunció un anatema sobre cualquier otro pretendido evangelio o anuncio diferente al que Él ya anunció; los apóstoles ya anunciaron y el Espíritu Santo inspiró que se registre y ya está escrito en la Biblia; por eso se habla de la fe que una vez fue dada a los santos; es lógico que ese proceso de revelación de Dios duró muchos años; Dios ya algo reveló al primer hombre, y lo que Dios reveló al primer hombre ya fue registrado en la Biblia; y luego ya hubo todo el proceso de los patriarcas, todo el proceso de Moisés, de Israel en el desierto, de Israel en Canaán, de Josué, de los Jueces, de los profetas, luego vino la cautividad babilónica, entonces vino el período de Esdras, luego vino Juan el Bautista anunciando la venida del Mesías y vino el Mesías cumpliendo las profecías, conforme a una primera venida que tenía que ser para pagar el precio de nuestros pecados conforme a la tipología y la profecía, y resucitar al tercer día ante testigos y enviar el Espíritu Santo y los apóstoles. Con la muerte del último de los doce apóstoles del Cordero, que fue el apóstol Juan, se cerró el canon de las Sagradas Escrituras y se completó el corpus de la verdad, la fe que había de ser revelada; la fe que una vez fue dada a los santos. Ahora, no estamos esperando revelaciones nuevas, sino solamente penetrar, con la ayuda del Espíritu Santo, en la revelación que ya está completa, ya fue dada y ya está en la Biblia; fue precisamente al apóstol Juan al que le correspondió completar el canon de las Sagradas Escrituras.

El libro de la consumación
El apóstol Juan fue aquel que el Señor escogió para que escribiera los últimos libros de la Biblia; ya Mateo, Marcos y Lucas habían escrito su Evangelio, pero el Espíritu Santo movió al apóstol Juan para que él escribiera cosas que ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas habían escrito; es decir, con el Evangelio según el apóstol Juan, se completan los evangelios. Las últimas cartas o las últimas epístolas en ser escritas también fueron las del apóstol Juan; el apóstol Juan fue el último en escribir; él escribió prácticamente a fines del siglo I y también el Apocalipsis es el último libro profético y el último libro apocalíptico de la Biblia; ya en el Antiguo Testamento habíamos tenido algunos libros apocalípticos, especialmente Daniel que es considerado un apocalipsis veterotestamentario; también Ezequiel y también Zacarías; estos tres profetas tienen características apocalípticas.

Basado en ese Apocalipsis, principalmente el de Daniel, después en el período intertestamentario surgieron otros apocalipsis espúreos, tratando de presentar una visión futurista, escatológica, pero no fueron inspirados por el Espíritu Santo, no están en el canon de las Sagradas Escrituras; se pueden leer, se basan en cuestiones del Antiguo Testamento, pero no son el Antiguo Testamento mismo; luego, en el Nuevo Testamento hay algunos pasajes apocalípticos del mismo Señor Jesús; por ejemplo, los que aparecen en Mateo 24, en Marcos 13, en Lucas 17, en Lucas 21; esos son pasajes de tipo apocalíptico del Señor Jesús; pero el Apocalipsis por excelencia, el Apocalipsis que culmina la revelación, es este Apocalipsis del apóstol Juan que fue colocado al final de la Biblia. Yo creo que esa es la ubicación mejor que se le puede dar a este libro; es posible que el evangelio y las epístolas hayan sido escritas por Juan un poco después, para completar la revelación acerca del Señor Jesús, pero la culminación de la Biblia, allí donde se termina todo el desarrollo del programa de Dios, se da en el Apocalipsis. El Apocalipsis es el libro donde aparece la cosecha final; o sea que todo lo que se sembró en el Génesis, en el Pentateuco, todo lo que fue desarrollándose en el trabajo de Dios, en la economía divina, a lo largo de todos los siglos, tiene una culminación en el Apocalipsis; podemos decir que el Apocalipsis es el libro de la consumación; es un libro principalmente, no únicamente, pero principalmente escatológico.


La revelación divina trata acerca de Dios, trata acerca del Mesías, trata acerca de la caída, acerca de la salvación, trata acerca de la Iglesia; de manera que varias de las materias de la Teología Sistemática encuentran en otros libros de la Biblia sus principales contenidos; pero dentro de la Teología Sistemática lo último en tratarse es la escatología, la que trata de la consumación de las cosas.

 Existe un sentido en la historia y existe un propósito eterno de Dios, que es el que le da sentido a la historia; es un Dios Soberano y un Dios que muchas veces ha profetizado y sus profecías se han cumplido; pero tenemos también profecías para el futuro, y el libro que contiene las profecías finales es precisamente el libro del Apocalipsis. El Apocalipsis es como un libro donde están todas las terminales de la Biblia. ¿Qué quiero decir con todas las terminales? Cosas que comenzaron a ser reveladas desde el Génesis y en otros libros a lo largo de la Biblia, fueron teniendo un desarrollo; la revelación fue progresiva, se fue añadiendo algún detalle más a la revelación, hasta que toda la revelación culmina en el Apocalipsis; todo lo que comienza en cualquier otro libro de la Biblia tiene su terminación en el Apocalipsis; en el Apocalipsis encontramos el final definitivo de la mano de Dios de todos los asuntos; Dios le da conclusión a todos los asuntos y revela eso en el libro del Apocalipsis; o sea que para el Apocalipsis, para leerlo y entenderlo, se necesita tener en cuenta toda la Biblia.


Una de las razones por la cual el hereje Marción, a comienzos del siglo II, rechazó el Apocalipsis, es precisamente porque él era antijudío; él decía que el Dios del Antiguo Testamento era un demiurgo inferior, que el Padre de nuestro Señor Jesucristo era otro Dios; él no entendió que era una revelación progresiva; él dijo que era otro Dios; entonces él rechazó todo lo de los judíos, él fue un gnóstico. Simón el Mago tuvo un discípulo llamado Cerdón y éste tuvo otro discípulo llamado Marción y este Marción rechazó el Apocalipsis porque lo consideraba muy judaico; él rechazó los escritos de los apóstoles Pedro, Jacobo, Juan, así como hoy en día hacen en «Creciendo en Gracia», y solamente aceptaba algunos escritos del apóstol Pablo mutilados y solamente un evangelio, el de Lucas, también mutilado; ese es el canon de Marción, sólo Pablo mutilado y Lucas mutilado; él rechazó el Apocalipsis porque el Apocalipsis tiene mucho de semítico, tiene mucho del Antiguo Testamento; ¿por qué? porque allí están las terminales de toda la Biblia. Si tú ves un candelero en Apocalipsis, tienes que, para entender esa figura, retroceder a la primera mención, a la segunda y a la tercera y a las demás menciones del candelero; si tú encuentras unas bestias y unos cuernos en el Apocalipsis, tienes que regresar a las primeras menciones de las bestias y de los cuernos anteriores; si tú ves un trono en el Apocalipsis, tienes que regresar atrás; si tú ves un tabernáculo en el Apocalipsis, cualquier figura o señal, o profecía que tú encuentras en el Apocalipsis, se remonta a la Biblia atrás de él; o sea, el Apocalipsis es un libro no aislado, sino es el libro que culmina la Biblia; en el Apocalipsis están las terminales de la Biblia; todo lo que comienza en algún punto de la historia del pueblo de Dios se desarrolla y se culmina en el Libro del Apocalipsis; o sea que el Apocalipsis es un Libro que no se puede leer sin el resto de la Biblia. De los alrededor de 400 versículos casi 280 son alusiones al Antiguo Testamento, casi 280; o sea que para poder entender esas frases, esas alusiones, esas figuras, esas señales, necesitamos acudir a todo el Antiguo Testamento y también al resto del Nuevo Testamento.


Señales claves en el Apocalipsis
El Apocalipsis es el libro de la culminación y allí encontramos el estadio final de todas las cosas y también encontramos las señales claves que resumen toda la Escritura. Ustedes recordarán que en el Evangelio de Juan, él habla así: “Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria”; y luego más adelante dice: y esta señal hizo; como siete veces aparece de parte de Juan la mención de que el Señor Jesús hizo señales. La palabra señal, semeion [σημείων] en el griego, significa algo más que prodigio; algo más que milagro; un milagro puede ser una cosa prodigiosa, pero la palabra señal quiere decir más que milagro y quiere decir más que prodigio; una señal es un signo. Un signo o una serie de signos son instrumentos de revelación y de mensaje. Cuando un milagro se considera solamente como milagro todavía no estás viendo la señal; pero cuando el milagro sirve de señal para un mensaje de Dios acerca de Cristo, de nuestra condición, de la salvación, ahora le podemos llamar que existe una señal, no sólo un milagro; o sea que Dios usa los milagros como señales, usa visiones, usa figuras como señales.

Si ustedes me acompañan al primer capítulo de Apocalipsis, ustedes van a ver, aunque aquí en el castellano no está tan claro eso, en el idioma griego es sumamente claro; allí en Apocalipsis 1:1 dice: “Apocalipsis de Jesucristo”; ese artículo “la” no está en el griego; no es “La revelación de Jesucristo”, sino “Revelación de Jesucristo”, “Apocalipsis de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto, y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. Por ahora no me voy a detener sino en el contexto de lo que venimos diciendo en forma inmediata en la palabra “declaró”; lo que aquí se traduce “declaró”, la revelación de Jesucristo que Dios le dio, esa palabra “declaró” es una palabra griega que tiene como raíz esa palabra “semeion”, que quiere decir “señales”; o sea la declaró por medio de señales; la idea de declarar por medio de signos, de figuras, de símbolos para dar un mensaje a través de esas señales, está debajo de esta palabra “la declaró”; o sea, la manifestó con señales, con signos, con símbolos, con figuras.


Eso quiere decir principios espirituales primero, proyecciones proféticas segundo, realidades históricas que cumplen esas profecías y manifiestan esos principios son declaradas por medio de señales. Las señales no son solamente algo histórico y no es solamente algo profético; la señal es algo para mostrar principios. Por ejemplo dice Juan: Vi una señal en el cielo, una mujer, y la describe, para dar a luz un niño, y lo describe, y luego dice: Vi otra señal: un gran dragón con tantas cabezas y cuernos, y lo describe; esas cosas son señales; o sea, Dios está dando un mensaje, revelando principios a través de esas señales. Claro que esos principios que son de Dios y que revelan el carácter de Dios se manifiestan también en las profecías y lógicamente también en las coyunturas históricas, pero principalmente las señales, lo que hablan, son mensajes y principios.


Una clave triple
Primera clave: Interpretación histórica. Entonces hablábamos de una cuchara que tenemos que tener preparada para tomar la sopa; o sea, una hermenéutica, unas reglas, normas, métodos, principios de interpretación que necesitamos usar para el Apocalipsis. Como el Apocalipsis es un libro de señales, las señales revelan principios así vengan de profecías o dentro de casos históricos. Nos damos cuenta de que debemos interpretar el Apocalipsis en un triple nivel por causa de que es un libro de señales. Un milagro como ejemplo, la conversión del agua en vino en Caná, no era solamente un milagro; era una señal; o sea el milagro fue algo histórico, pero ese milagro estaba proyectando una enseñanza, un principio; no era solamente un milagro que aconteció, sino que ese milagro significaba algo, algo en relación a Dios, algo en relación a nosotros, algo en relación al plan de Dios, algo en relación al lugar de Cristo en ese plan. Entonces quiero decirles que a este libro de Apocalipsis debemos leerlo en una triple clave, puesto que es una revelación declarada en señales. La primera clave es una clave histórica; es decir, el libro se dio en un contexto específico de la historia; algo aconteció en la historia y algo Dios estaba respondiendo con ese libro para la historia. Cuando, por ejemplo, el Apocalipsis fue enviado a las siete iglesias que están en Asia, esas iglesias eran iglesias históricas que estaban en una determinada situación histórica y que estaban pasando por una determinada situación, y el Señor responde a las necesidades coyunturales históricas de sus iglesias en ese tiempo y les escribe con figuras que ellos podían entender y que podían utilizar para interpretar su propia coyuntura, ser consolados y ser inspirados en su situación histórica. Por ejemplo, Abraham vivió una historia y esa historia de Abraham está registrada en la Biblia y fue algo que aconteció con Abraham. Él tuvo dos mujeres: una se llamó Sara, otra se llamó Agar; tuvo de Agar un hijo que se llamó Ismael, tuvo de Sara otro hijo que se llamó Isaac y todo aquello fue una historia; sin embargo, hay otra lectura que tenemos que hacer después y encima o detrás, como usted lo quiera decir, de la primera lectura histórica.

Segunda clave: Interpretación profética. Pablo, cuando leía la historia de los patriarcas, él se dio cuenta por el Espíritu Santo que le abrió los ojos, que detrás de aquella historia, detrás de aquellas coyunturas históricas, Dios estaba usando esa historia para proyectar una alegoría. Entonces Pablo en el Libro de Gálatas, cuando cuenta la historia del patriarca Abraham y de sus mujeres Sara y Agar y de sus hijos Ismael e Isaac, dice Pablo: “24Lo cual es una alegoría, pues estas dos mujeres (no son sólo dos mujeres) son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual (la Jerusalén terrenal), pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud”. Vemos, pues, que Agar representa el Antiguo Pacto, Sara representa el Nuevo Pacto. Ismael representa el hijo de Agar, nacido por el esfuerzo humano, en cambio Isaac representa al hijo nacido por la intervención soberana y sobrenatural de Dios, por el Espíritu; o sea que detrás de la historia el apóstol Pablo pudo discernir, no solamente que Dios nos estaba contando una historia en Génesis, sino usando esa historia como alegoría; lo mismo sucede en el Apocalipsis. En el Apocalipsis, ciertamente la iglesia en Efeso era una iglesia histórica; ciertamente que lo que se dice ahí sucedió allá; seguramente que el personaje Antipas que aparece mencionado en Pérgamo era un hombre real a quien realmente mataron; seguramente que Jezabel, la que aparece en Tiatira, era una mujer específica que se llamaba Jezabel y lo que se dice aconteció en forma histórica; pero no hay que quedarnos solamente en leer estos pasajes solamente como historia, puesto que Dios mismo dice que además de historia son proféticos; por eso en el libro de Apocalipsis se habla de que este libro es una profecía; y luego en Apocalipsis 1:3, dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía”; o sea que el Apocalipsis es una profecía y es una profecía no solamente en relación con acontecimientos pasados, sino en relación con acontecimientos futuros; por eso miren lo que dice en el versículo 1: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”; cosas que deben suceder; o sea que no todo lo que está en el Apocalipsis es una revelación de algo histórico pasado, sino que se proyecta hacia el futuro. “Cosas que deben suceder”, cosas que están en el futuro, y por eso lo llama este libro “profecía”. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca”. Claro que esta palabra que dice aquí: “que deben suceder pronto” y “cerca”, es desde el punto de vista del que da la revelación, que es el Señor Jesús; para Él un día es como mil años; los últimos días para nosotros es un largo período, pero para el Señor es como un pestañeo, porque Él es eterno.

Entonces la palabra “cerca” y la palabra “pronto” debemos saber que provienen de la boca de Jesucristo y no necesariamente de la boca de Juan.


Entonces en Apocalipsis 22, se nos declara lo mismo. Apocalipsis 22:19 y luego en el versículo 10. En el 19 dice: “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”; o sea, “el libro de esta profecía”; éste es un libro de profecía. En el 22:10: “Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca”. Entonces, hermanos, tenemos tres versos que nos dicen claramente que el Apocalipsis es un libro de profecía; de manera que la cuchara para tomar la sopa, la hermenéutica para interpretar, nos indica que debemos leer este libro como una profecía y no sólo como algo histórico. Ah, claro que ha habido intérpretes que han tenido intereses de solamente tomar el Apocalipsis como un libro histórico del pasado; especialmente aquellos que son denunciados en este libro; les gusta que se interprete el libro como algo del pasado; es una cuestión de Nerón; esos siete reyes, ya pasaron; esa es una cosa del pasado, que había una persecución; entonces como para darles un poco de tranquilidad en esa persecución, les dijo unas cuantas cosas; esa es una cosa del pasado y no tiene nada que ver con el ahora. Claro, como habla de la gran ramera vestida de púrpura y de escarlata, la ciudad de Roma, y como habla otras cosas posteriores, muchos intérpretes no quieren verse retratados en esa profecía y prefieren considerar el libro desde el punto de vista meramente histórico, como cualquiera otro de los apocalipsis judíos que había en el período intertestamentario, y a lo mejor no fue el apóstol Juan, sino otro Juan, porque Eusebio, porque Papías, y empiezan con ese espíritu de escepticismo a tratar de desembarazarse de este libro. ¡Qué cosa seria! Si quitarle una parte a esta profecía es serio, cuanto más quitarse el libro de encima es más serio. Este libro no es para quitárselo de encima; es para leerlo, oírlo y guardar las cosas que en él están escritas.


Entonces, hermanos, además de percibir en el libro, porque sí se perciben acontecimientos históricos, esos mismos acontecimientos históricos sirven como tipología para proyectar alegoría y profecía; así como la historia de los patriarcas, no sólo fue historia, sino que proyectaban alegoría y profecía, así también los acontecimientos históricos, como el de Nerón, como el del Nerón revivido llamado Domiciano, fueron acontecimientos históricos; pero esos acontecimientos históricos, al igual que los acontecimientos históricos patriarcales, proyectaban profecía para el futuro; esto es profecía, no es sólo historia; esto no es para describir sólo situaciones del pasado reciente de Juan, sino del futuro de todos los siervos de Dios. Este libro, dice, es para revelar a sus siervos o manifestar a sus siervos, o sea a los siervos; aquí no habla de un predicador especial, sino de todos los hijos de Dios, que son todos siervos de Dios; manifestar a ellos las cosas que deben suceder pronto. Este libro es una profecía; de manera que cuando leemos algunas cosas, aunque hayan tenido un cumplimiento histórico, Dios escogió esos acontecimientos históricos como lenguaje, como señal para proyectar profecía y también principios


Tercera clave: Interpretación arquetípica, de los principios. El tercer nivel de interpretación que tenemos que tener en cuenta es el nivel de los principios. Hay una interpretación histórica inicial; sobre ella una interpretación profética; pero Dios, tanto en el cumplimiento histórico, como en la profecía, manifiesta principios; “arqué”, es la palabra que quiere decir “principio”; por eso le podemos llamar interpretación arquetípica; percibir el arquetipo, el principio. Entonces está una interpretación histórica, pero como no es solo una historia, proyecta profecía, proyecta tipología, proyecta alegoría, hay una segunda interpretación profética que es obligatoria, porque es una profecía; no podemos tomar esto solamente como un libro histórico, aunque sí lo es, pero es más que eso, es una profecía; pero esta profecía nos obliga también a ver que Dios revela principios en las señales.

Fíjense, por ejemplo, conmigo en Apocalipsis 2 y 3, como después de que le habla a siete iglesias históricas, está proyectando profecía acerca de la iglesia; pero luego de proyectar profecía acerca de la iglesia, al final de cada mensaje a cada iglesia, dice lo siguiente (2:7, cuando le habló a Efeso): “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. En el verso 1 decía: “El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:” o sea, este es el Hijo, el Hijo de Dios habla esto a una iglesia histórica que existió en el tiempo de Juan, que era la iglesia en Efeso; pero en la iglesia de Efeso está tipificado lo que caracterizaría un período profético de la historia de la iglesia; entonces usando las situaciones coyunturales se está proyectando profecía; pero no sólo se proyectan profecías, porque ahora dice: “Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”; o sea, a las iglesias en general, no sólo a estas siete, no sólo a las de aquella época, sino a las iglesias, todas las iglesias, cualquier ocasión que suceda en cualquier iglesia, un asunto semejante al que sucedió en Efeso, o en Esmirna, o en Pérgamo, o en Laodicea, Dios está revelando cómo Él entiende eso, cómo lo trata Él, qué aprueba Él, qué desaprueba Él.


¿Qué diferencia hay entre lo profético y lo arquetípico? Lo profético quiere decir que unas determinadas condiciones prevalecen en una determinada época de la historia de la iglesia; eso es lo profético. Por ejemplo, Dios sabía que en la edad media iba el cristianismo, la cristiandad, a tomar determinado cariz; entonces, tomó una iglesia histórica de la época, por ejemplo Tiatira, donde acontecía lo que iba a prevalecer en esa época medieval; entonces le habló primeramente a Tiatira en lo histórico; pero al hablarle a Tiatira en lo histórico, profetizó acerca de lo que prevalecería en determinado período de la historia de la iglesia, y Dios trató con la iglesia en sus períodos futuros; eso es lo profético, pero lo arquetípico es que no importa si tú no estás en determinado período histórico donde prevalecen determinadas situaciones; puedes estar en cualquier período, puedes estar en cualquier país, en cualquier lugar de la historia de la iglesia, de la geografía y del espacio, Dios está revelando principios. “Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”; o sea, si tiene oídos espirituales, capte los principios. Si por ejemplo en tu iglesia, en tu localidad, están sucediendo cosas semejantes a las que acontecieron históricamente en tal iglesia o en determinado período de la iglesia, Dios habló ya, reveló sus principios de tratamiento, reveló sus aprobaciones, reveló sus desaprobaciones; entonces hay que tener en cuenta lo que revelan de Dios, de su trato, de sus evaluaciones y valoraciones estas profecías; tanto lo histórico como lo profético revelan lo arquetípico.

Lo histórico sirve de lenguaje para proyectar profecía, pero tanto en lo histórico como en lo profético se revelan los principios de Dios. A veces nosotros queremos ver el aspecto profético y queremos aplicarlo minuciosamente a determinada época de la historia de la iglesia o de la historia humana, determinados acontecimientos; pero resulta que en otros acontecimientos de otra época histórica, tú también puedes aplicar esas profecías. De hecho, durante veinte siglos, los cristianos han estado aplicando las profecías de la Biblia.

¿Por qué eso? Porque detrás de los acontecimientos históricos, detrás de la prevalencia en determinada época de ciertas condiciones, o sea, el aspecto profético, existen principios que siempre se mueven, no importa si estás en la edad media, el Apocalipsis te sirve proféticamente en la edad media; por causa de los principios; te sirve en la edad moderna por causa de los principios; te sirve en el primer siglo por causa de los principios.


Los arquetipos detrás de la historia
Dios es el Señor de la historia, y quisiera que mis hermanos recordaran unos versículos que están en el libro del Eclesiastés. Eclesiastés 3:10-11; y vamos a ver unas palabras que Dios dice allí que nos ayudan a entender este asunto de los principios; dice así:

“10Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo”; ok, ahí vemos el tiempo, ahí vemos la coyuntura histórica; pero resulta que los hombres, que en su cuerpo son temporales, fueron creados para la eternidad; y dice lo siguiente: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”; o sea que el hombre vive en el tiempo, pero el hombre tiene algo en su interior que es para la eternidad, que no se limita al tiempo, que lo hace levantarse de lo meramente accidental y coyuntural a un significado perenne; eso lo hizo Dios en el hombre.

Entonces el hombre necesita interpretar los principios detrás de la historia. Así como se descubren leyes biológicas; por ejemplo, Mendel comenzó a hacer unos experimentos con las plantas, con unos guisantes, y descubrió las leyes de la genética; o sea que no era que esta vez esta plantita, si yo siembro esto, produjo esto, pero eso fue esta vez; la próxima vez puede ser que produzca otra cosa; pero después produjo lo mismo, después lo mismo y después lo mismo; se dio cuenta de que de todas las coyunturas, todas, reflejaban un principio que siempre se repetía; ahí fue cuando descubrió las leyes de la genética.


Bueno, también la historia es como un cumplimiento alegórico de la teología. Fíjense que el Señor hablaba en parábolas; Él hablaba de la viña, cómo hay que sembrar esto, cómo se siembra aquello y cómo se recoge esto y cómo se recoge aquello; o sea, el reino de los cielos es semejante a un hombre que siembra una semilla y luego crecen unas hojitas verdes, luego le sale la espiga, luego el grano llena la espiga y cuando el grano ya está maduro, se mete la hoz porque la siega ha llegado; o sea, Él tomó algo que aconteció una vez, dos veces, tres veces, hasta que se volvió la ley de la naturaleza; ahora tomó la naturaleza y la usó como figura de la historia. El Señor interpretó la historia con el lenguaje de la naturaleza; o sea que la naturaleza es una señal para convertirse en parábola y hablar cosas de la historia, del tiempo de la siega, del tiempo de la siembra, del tiempo de regar y por eso se habla: vosotros sois plantío de Jehová y uno siembra, otro riega; o sea, lo que servía de algo natural, histórico, que sirvió para mostrar leyes naturales, ahora sirve como parábola para mostrar leyes o principios espirituales; o sea, existe un control de Dios; así como hay una providencia, un ciclo completo con un desarrollo completo en lo natural en una planta, por ejemplo en una espiga de trigo, lo mismo existe entre los seres humanos. El Señor habla de las vides que ya están maduras y hay que pisar el lagar y exprimir el jugo de la uva y subirá sangre hasta los frenos de los caballos; ahora él utiliza la siega: un ángel con una hoz. Mete tu hoz porque la siega ha llegado y ahora resulta que esas vides y esas espigas son naciones, son personas. Vemos, pues, que Dios revela cosas espirituales a través de las naturales. Las naturales son la figura, son el símbolo, pero existen realidades espirituales de las cuales Dios habla y esos son los principios, los arquetipos.

Pero la Biblia nos revela no sólo profecía lineal, sino principios; entonces en el Apocalipsis tenemos que tener en cuenta también ese tercer nivel hermenéutico; después de lo histórico y de lo profético, tenemos que ver el nivel arquetípico: los principios. Cuando dice: Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias, ya no está hablando solamente de la iglesia de Efeso específica de aquella época ni del período de la iglesia primitiva representado por ella, sino que Dios reveló principios cuando trató con aquella iglesia histórica y con aquel período de la iglesia; reveló principios de Su reino que aparecen en cualquier situación. En cualquier momento tenemos que discernirlo y aplicarlo.

Por eso es que los hermanos del siglo II y del siglo III podían leer Apocalipsis, podían interpretar sus acontecimientos históricos coyunturales desde la época y ser beneficiados; pero pasada la edad media vino el cambio de milenio, el primer milenio; hubo nuevas situaciones y resulta que lo que había acontecido antes, volvía a acontecer después, y aquellos primeros cumplimientos servían de tipología, alegoría y enseñanza, porque revelan los principios para interpretar otra época posterior, la del primer cambio de milenio; y ahora nosotros estamos comenzando otro milenio y también las mismas cosas comienzan a acontecer y a revelarse; o sea que existe un cumplimiento típico y un cumplimiento final. Cuando está aconteciendo el típico puede parecernos que es el final, pero luego la historia nos muestra que era típico y no el final; por eso es que dice: La bestia que has visto, ese es el discernimiento de la situación política internacional; la bestia que has visto, era y no es y será; entonces cuando dice: era, está mostrando que sí realmente hubo un cumplimiento de la profecía. La profecía había dicho que iba a suceder eso y sucedió; pero no sucedió en forma definitiva, porque después va a suceder en forma definitiva otra vez. Entonces, era, pero no es todavía la final, pero será. Las cosas son y no son. Son porque es un cumplimiento de lo típico, pero no son todavía el definitivo, porque el definitivo viene después; por eso el Señor Jesús llamó la atención: Cuando vean guerras y rumores de guerra, terremotos y falsos profetas, tranquilos, eso es necesario que acontezca, pero todavía no es el fin; porque había la tentación de creer: Bueno, aquí hubo una guerra, ya es el fin inmediato; otra guerra, ahora sí es el fin inmediato; otra guerra, ahora si es el fin inmediato; tampoco era; en el siglo III otra guerra; ahora sí es el fin inmediato; tampoco era.

Después del siglo III otra guerra, ahora sí, no; por eso el Señor Jesús dijo: todavía no es el fin inmediato; es decir, lo que tenemos que hacer es vivir los principios, porque si tú vives en los principios de Dios, cualquiera que sea el cumplimiento, cualquiera que sea, puede ser provisorio, transitorio, tipológico, final, tú vas a estar correcto.

Pero si tú te pones a decir: Bueno, el anticristo es Hitler y resulta que no era él, entonces, ¿se equivocó la Biblia? No, no fue la Biblia; fuiste tú; la Biblia no habla de Hitler, pero habla de personas que actúan como Hitler; pero no sólo Hitler actúa así; o sea, arquetipos, cosas que se repiten en distintas coyunturas; la Biblia nos habla de sus principios y nos consuela y nos dirige en cualquier coyuntura; por eso está hablando a Efeso, sí, está tratando con Efeso histórico, está tratando de un período tipificado por Efeso, pero ahora dice: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a todas las iglesias; o sea, está hablando para todas las épocas, para todos los lugares, para todas las situaciones; ¿para qué? para sacar los principios del asunto.


Ciclos de cumplimiento
Yo quiero llegar a un verso donde esto que les estoy diciendo, lo dice aquí la Biblia. Fíjense aquí en Eclesiastés 3:14-15; ahí está revelado por la palabra de Dios este asunto de los ciclos de cumplimiento tipológico hasta un cumplimiento definitivo. Por favor, guarden estos dos versos: Eclesiastés 3:14-15, porque ahí se revela en pocas palabras esto que yo emplee mucho tiempo diciendo. Miren lo que dice aquí Salomón por el Espíritu Santo: “14He entendido”; ah, por fin dejó de solamente estar mirando la coyuntura para ver el principio.

¿Entienden, hermanos? Muchos quieren leer el Apocalipsis sólo para ver la coyuntura. Ahora esto, ahora aquello, y se quedan sólo en lo coyuntural y no pasan detrás de la coyuntura a ver el principio. Las señales son para mostrar el principio, ya sea en ésta o en cualquier coyuntura parecida; hay que sacar el principio. Ahora Salomón, después de haber vivido muchas coyunturas, entendió el principio. Dice Salomón:


“14He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”.

¿Se dan cuenta de este principio tan importante? Todo lo que Dios hace será perpetuo. ¿Para qué? para que todos los hombres de todas las épocas, de todos los lugares, al ver los principios de Dios manifestados en toda coyuntura y cumplidos proféticamente, teman los hombres; Dios está en el control. “Aquello que fue, ya es”. Cuando ustedes leen en el libro I de los Macabeos, se dan cuenta que la profecía de Daniel 11 tuvo cumplimiento con Antíoco Epífanes en el tiempo de los Macabeos. Lean Daniel capítulo 9, capítulo 10, capítulo 11, especialmente el 11, y miren lo que va a pasar: la abominación desoladora, y cómo profanará el santuario y perseguirá a los santos y tal; y luego lean el primer libro de los Macabeos, la historia de Antíoco Epífanes, y se dan cuenta de que Antíoco Epífanes cumplió la profecía de Daniel 11; pero luego viene el Señor Jesucristo, toma la misma profecía de Daniel 11, se refiere al mismo Daniel 11 y dice: “Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel”; y aplica esa profecía para el futuro, como si Antíoco Epifanes no hubiera cumplido nada; o sea que lo que sucedió en tiempo de Antíoco Epífanes fue un cumplimiento tipológico. ¿Por qué? porque hay dos simientes que se están moviendo.

Cada simiente manifiesta sus principios; siempre que Dios se mueve, se mueve según sus principios; y el diablo tiene sus antiprincipios o antivalores y se mueve también, y él siempre quiere controlar, dominar y hacer lo que hizo Antíoco Epífanes; tiene oportunidad el mismo espíritu y hace lo mismo con Nerón, y si tiene oportunidad hace lo mismo con Domiciano, y luego hace lo mismo por allá con el sultán Saladino, y hace lo mismo con Hitler o con Napoleón, o con cualquiera de los actuales. ¿Por qué? porque el espíritu es el mismo.

Miren: las personas se mueren, pero no los espíritus: éstos continúan, y los principios continúan. Si tú siembras un grano de maíz hoy, te va a dar una planta de maíz; pero si tomas otro grano de maíz y lo siembras de aquí a diez años, te vuelve a producir otra mazorca de maíz; ¿por qué? porque era la misma genética, el mismo principio.

¿Se dan cuenta? Entonces eso es lo que quiere decir interpretación arquetípica, percibir el arquetipo, el principio. Hay algo histórico, verdadero, algo profético también verdadero y algo arquetípico también verdadero. Necesitamos las tres cosas, verlo en los tres niveles y no verlo en un solo nivel. Oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias; aquello que fue, fíjate, con Antíoco Epífanes, ya es otra vez con Pompeyo; aquello que fue con Pompeyo, año 63 a.C., ya es otra vez con Vespasiano y con Tito, año 70 d.C.; y después vuelve y es con Adriano y la revolución de Bar Cochba en el 135, y después vuelve y sucede en el tiempo de las cruzadas, y ahora en los tiempos modernos; estamos más cerca de lo definitivo; vuelve y acontece.

Todo lo que Dios hace será perpetuo, sobre ello no se añadirá, ni de ello se disminuirá, y lo hace Dios para que delante de Él, teman los hombres, y para que los hombres conozcan a Dios.


Y ahora dice: “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya”. ¿Tú quieres saber cómo va a ser el tiempo del anticristo? Léete el libro de los Macabeos y ve como fue Antíoco Epífanes; cuando lees la historia de Antíoco Epífanes, vas a ver cómo va a ser el tiempo del anticristo; y cualquier anticristo tipológico o típico que aconteció en la historia de la iglesia, porque el espíritu de anticristo, el misterio de iniquidad ya está en acción desde el principio de la historia de la iglesia, y cada vez que tiene oportunidad se acerca más a su cumplimiento final, porque es un mismo espíritu. “Aquello que fue, ya es, y lo que ha de ser, fue ya”. ¿Quién hace esto? Dios, Dios restaura lo que pasó; entonces debemos captar a Dios. El Apocalipsis es para conocer a Dios, es para conocer a Cristo y es para estar preparados para cualquier coyuntura histórica, para cualquier situación. Ahora, no vayan a desanimarse en este sentido: Bueno, si esto es solamente típico, puede ser que éste no sea el cumplimiento final, las cosas como están ahora. Yo les digo: hermanos, vivan como si fuesen a morir mañana; que si no es, hayan vivido conforme a los principios del Señor, pero si es, no los agarre desprevenidos. ¿Se dan cuenta? Los apóstoles vivieron como si el Señor fuera a venir en esa generación; bueno, no vino, pero vivieron como había que vivir. La segunda generación lo mismo. Nosotros debemos vivir como si ésta fuera la última y que puede ser o puede no ser; no podemos ser dogmáticos, pero sí puede ser. ¿Entienden, hermanos? Hay que aprender de toda la historia, de todas las coyunturas, de la profecía y de la interpretación actual de los acontecimientos, porque lo que está siendo ahora ya fue en otra vez. No sabemos si sea la última; puede ser, no sabemos. ¿Amén, hermanos? Pienso que por hoy, podemos parar aquí. ☐

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