lunes, 3 de enero de 2011

LA APERTURA DEL PRIMER SELLO

LA APERTURA DEL PRIMER SELLO
LA APERTURA DEL PRIMER SELLO

“1Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno:  Ven. 2Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”. Apocalipsis 6:1-2.


Un caballo blanco
Apocalipsis capítulo 6. La vez pasada vimos de manera rápida y sintética una panorámica de la apertura de los sellos; pero es tan importante este libro de los sellos porque al abrirse por el Cordero se revela el programa de Dios para establecer el reino de su Hijo Jesucristo, y Cristo entregarle también el reino al Padre, que vale la pena que nos detengamos un poco más en los detalles de este libro.

La panorámica era necesaria, pero ahora es necesario detenernos un poco más en los detalles. Por hoy, vamos a concentrarnos en el primer sello, Apocalipsis 6:1-2: “1Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven (erkou es la palabra en el griego, acércate; se puede traducir ven, o ve; la parte que dice “y mira” es algo que fue añadido posteriormente por algunos escribas; los manuscritos más antiguos sólo dicen: erkou, ven o ve). 2Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”. Esto es lo último que se dice de este jinete del caballo blanco. “Salió venciendo y para vencer”; nunca dejará de vencer. En los demás sellos, especialmente en los tres siguientes, aparecen otros caballos; ninguno de ellos, aunque son terribles, está destinado a vencer; solamente este primer caballo está destinado a vencer. Hermanos, es importante que nos detengamos un poco en este primer  jinete del caballo blanco. Ya vimos la vez pasada que estos cuatro jinetes del Apocalipsis son personificaciones de asuntos claves que dirige el cielo. Noten que el que abre el libro es el Cordero.

Si vemos, como la vez pasada de manera panorámica, de qué es lo que trata este libro, qué es lo que resulta al final cuando todo el libro y sus siete sellos han sido abiertos, vemos que la conclusión es el establecimiento final del reino. Ustedes ven que en el último sello aparecen las trompetas, ustedes ven que en la última trompeta dice: y los reinos del mundo han venido a ser del Señor y de su Cristo; eso es como decir la conclusión. El Cordero que fue inmolado, que murió por nuestros pecados hace cerca de dos milenios, ascendió después de resurrecto; como veíamos en Daniel capítulo 7: subió en las nubes y llegó al Anciano de días y se le dio el reino. Aquí vemos que nadie era digno de abrir ese libro, nadie era digno de traer a realización el propósito que Dios tenía. Cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre”, no hablaba en singular, “un hombre”, sino el hombre; o sea, el género humano; es decir, un hombre corporativo conforme a nuestra propia imagen, conforme a nuestra semejanza, y señoree; o sea que aquí está hablando de un reino que debía llenar toda la tierra donde Dios sería contenido, expresado y canalizado, a través de un hombre corporativo. Cuando Dios dijo: hagamos esto, eso era lo que estaba en su corazón; por eso el apóstol Pablo, cuando veía estas palabras en Génesis 1:26 donde Dios revela su corazón, él podía decir: “a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo (Jesucristo), para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Ro. 8:29). ¿Por qué conformes a la imagen de su Hijo Jesucristo? porque Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gé. 1:26); o sea que el deseo de Dios es tener un reino donde Dios mismo delega su autoridad a este cuerpo glorificado que sería el hombre. Como el hombre cayó, llegó a ser un viejo hombre; la redención produce un nuevo hombre. Vino la caída y por causa de la caída nadie era digno de que lo que Dios había planeado aconteciera por medio de su intermedio; pero gracias a que el Verbo de Dios vino, Él realizó al hombre en su persona, tomó y pagó el precio de todos nosotros y murió por nosotros, resucitó y ascendió y glorificó la naturaleza humana en Él. Él dijo: “Padre, glorifícame tú para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Jn. 17:5). Esa gloria era del Verbo de Dios en cuanto Dios con el Padre y no todavía del hombre, pero aquel Verbo se hizo hombre y cuando le pidió al Padre que le devolviera la gloria, el Padre se la devolvió ahora, cuando ya no era sólo Dios, sino Dios y hombre; de modo que la humanidad fue glorificada con la gloria de Dios en la persona del Señor Jesús, y en el Señor Jesús ahora sí vemos al hombre a su imagen, a su semejanza, señoreando, sentado a la diestra del Padre con todo poder en los cielos y en la tierra. Ahora Él sí puede derramar su Espíritu, realizar su programa y llevar a cabo su propósito juzgando todo otro reino rebelde que se levante contra su conocimiento y su plan.


Comentarios de Apocalipsis
Entonces, hermanos, en el capítulo 5 vimos la apoteosis del Cordero, y aquí abriendo el primer sello. El primer sello revela mucho. Ha habido varias interpretaciones de este sello a lo largo de la historia de la iglesia. El más antiguo comentario del Apocalipsis del que se oye es el de Melitón de Sardis. Después de que el ángel de la iglesia en Sardis recibió de la mano del Señor Jesús por Juan, aquel libro del Apocalipsis, el que sucedió a aquel primer líder de la iglesia en Sardis fue un hermano llamado Melitón de Sardis, muy usado, y él hizo el primer comentario que se conozca, la primera interpretación de este libro del Apocalipsis; desgraciadamente no nos ha llegado el comentario, solamente algunas noticias vagas. Después hubo otro comentario del Apocalipsis que llegó a ser muy famoso, escrito por un hermano del norte de Africa, llamado Ticonio, que era de la vertiente de los donatistas, y que era como decir el alter ego de Agustín de Hipona, y él escribió un famoso comentario antiguo, que fue el que marcó la pauta de interpretación en la época patrística, puesto que el de Melitón no llegó a conservarse. También el comentario de Ticonio se perdió, pero sobrevivió en otros comentarios, porque él marcó una pauta de interpretación. Después hubo otras interpretaciones patrísticas sobre el libro del Apocalipsis en general y sobre este pasaje en particular que estamos viendo. Después vinieron Cesareo de Arlés en Francia, que escribió un comentario también donde el comentario de Ticonio está incluido. Después Victorino de Petavio, Jerónimo y Apringio de Beja, también escribieron comentarios del Apocalipsis. Yo he procurado hacer un seguimiento a todos ellos de la época patrística; todos los comentarios de la época patrística se refieren a este caballo blanco como el evangelio, todos ellos. Después ya vino el surgimiento del papismo, de la época medieval, y después vino la Reforma. Por lo tanto, después de la Reforma comenzó a interpretarse el papado como el anticristo y algunos pensaron que ese caballo blanco sería el papado; incluso hasta la época de John Nelson Darby, que es con quien se sistematiza el dispensacionalismo en el siglo XIX; él menciona este caballo blanco como algún poder imperial.

 Claro, después del papado pasó al anticristo, y últimamente algunos dicen que este caballo blanco es el anticristo. Así parece que lo dice Scofield en sus notas. William Marrion Branham, que habló sobre la revelación de los siete sellos, que se basó bastante en Scofield, según él mismo lo reconoce, también lo identifica como si fuera el anticristo; otros dicen que es Cristo mismo puesto que en Apocalipsis 19 aparece Cristo en un caballo blanco viniendo; y otros autores que salieron después de la línea dispensacionalista, como el hermano Watchman Nee en “Ven, Señor Jesús”, y el hermano Witness Lee en su Estudio-Vida del Apocalipsis, y otros autores con ellos, vuelven de nuevo  a la línea anterior de interpretar que se refiere al evangelio.

Yo he analizado las distintas escuelas; lógicamente que les dejo a ustedes total libertad, porque ¿quién soy para imponer una interpretación? Ustedes tienen toda libertad de considerar  lo que les parezca más correcto; pero si ustedes me permiten decirles por cuál escuela personalmente me inclino, yo también, con los hermanos del principio y con los últimos, me inclino a pensar que realmente este primer sello habla de la expansión del evangelio, por varios motivos que quisiera que empecemos a considerar.


Expansión del Evangelio
En primer lugar, démonos cuenta de algo: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos”. Este libro habla del programa de Dios para traer el reino de Dios a culminación. ¿Cómo podría traerse el reino de Dios a continuación sin comenzar por el Espíritu Santo, sin comenzar por la evangelización, sin comenzar por el establecimiento del reino de Dios a través de las iglesias? No podría iniciarse el programa del reino de Dios, sino con el evangelio; solamente con el evangelio. Recuerden lo que había dicho el Señor: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14); es decir, no habrá un fin sin que primero el evangelio prevalezca y llegue como testimonio a todas las naciones, recoja a todos los escogidos de Dios que han de participar en el reino de Dios. No habrá reino sin súbditos; entonces ¿cómo en un libro que trata del plan de Dios para establecer el reino no va a aparecer el principal método que Dios está utilizando, que es su Espíritu a través de su Iglesia, por medio de la predicación del evangelio? En primer lugar, fíjense en qué dice en el verso 1: “uno de los cuatro seres vivientes”; después ya no dice uno, sino el segundo, el tercero, el cuarto; quiere decir que este uno, es el primero; eso le da la jerarquía, es el principal, el primer instrumento de Dios para realizar su programa; aquí está personificado en este caballo blanco y su jinete el evangelio de Dios; ese es el instrumento primero que Dios utiliza para traer su reino; es el evangelio. Entonces, aquí el primer ser viviente es el que anuncia al primer jinete y al primer caballo. Es interesante que cada uno de los seres vivientes anuncia la cabalgata de un caballo diferente; o sea  que hay una relación entre el tipo de caballo que cabalga y el ser viviente que le da la orden. Porque la palabra erkou es como si de parte de Dios, por el Cordero, ahora por el ser viviente le dijera a ese caballo: Bueno, cabalga, ve; o sea, empieza a funcionar, empieza a cabalgar; porque el que tiene toda autoridad en los cielos y en la tierra es el Hijo; el Hijo es el que sentó a la diestra del Padre; y ¿qué le dijo a los apóstoles? “18Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos (predicad el evangelio a toda criatura) a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que yo os he mandado” (Mt. 28:18-20). Eso es lo primero que el Señor manda.

Claro que unos lo reciben, otros lo resisten, persiguen y entonces atribulan a la Iglesia, y Dios los atribula a ellos después; después cabalga otro, pero vamos a detenernos ahora en el primero que cabalga.


El primer ser viviente es el león

Dice aquí que el caballo era blanco; e
l color blanco en la Biblia significa la justicia, la justicia de Dios que es lo que anuncia el evangelio; y por la justicia de Dios hay la justificación; por la justificación hay la paz con Dios; hay la limpieza, hay la pureza, hay la aprobación de Dios; todas estas cosas están representadas por el color blanco. Nunca hay otro versículo en la Biblia donde el color blanco se le aplique a algo distinto que a estas cosas; entonces ¿cómo vamos en este versículo a interpretarlo de otra manera? El blanco representa eso, la justicia, la justificación, la paz, la limpieza, la purificación, la aprobación de Dios; la piedrecita que se le da a los vencedores como aprobación era blanca. Entonces, este caballo blanco representa eso, el evangelio de Dios; todos los otros caballos son personificaciones. La guerra es una personificación; el hambre está personificada; la muerte está personificada; entonces éste, el primero, es una personificación, personificación del evangelio de Dios. Uno de los cuatros seres vivientes representa al león; el león representa al rey; el león representa al León de la tribu de Judá. Lo podemos ver Apocalipsis 10:1-3: “1Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. 2Tenía en su mano un librito abierto; (antes estaba sellado, pero ahora lo trae en sus manos abierto) y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3y clamó a gran voz, como ruge un león; (este rugido de león, es del león de la tribu de Judá; y ¿qué hubo cuando él rugió?) y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.” Ustedes ven la relación del león y de los truenos; esa misma relación la pueden ver en Apocalipsis 19:6: “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” Todas las veces que aparecen los truenos están relacionados con la voz de Dios; dice la Biblia que truena Dios con su voz; la voz de Dios se escucha como trueno. Cuando el Señor Jesús dijo: “Padre, glorifica tu nombre”, Dios dijo: “Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez”; y se dice que la gente pensó que había sido un trueno (Jn. 12:28); o sea, Jesús entendió lo que decía el trueno; es decir, que la voz de Dios es la que aparece como un trueno. Ninguno de los otros caballos tiene este detalle del trueno; tú ves el segundo caballo y no aparece el trueno; tú ves el tercer caballo y no aparece el trueno; ves el cuarto caballo y no aparece el trueno; en ninguno de estos jinetes del Apocalipsis aparece el trueno, solamente en el primer sello, cuando habla el león; cuando Dios, a través de la figura del león habla, es que se oye como voz de trueno; o sea, es la palabra de Dios diciendo al evangelio: Ve; haciendo correr la palabra del Señor para llevar adelante el programa de Dios, para adelantar el reino de Dios.


Un jinete vencedor
Cuando el Cordero abrió uno de los sellos, es el primero, oí uno de los cuatro seres vivientes; o sea, es que el segundo no era, el tercero no era, el cuarto no era, sino el primero; es decir, el león; podríamos decir: oí a uno de los seres vivientes, o sea, al primer ser viviente, aquel con rostro de león, decir como con voz de trueno; es decir, él está hablando en el nombre del Señor, la palabra del Señor; fue el Cordero el que abrió este misterio, es el Cordero el que está a la diestra del Padre para poner en orden todas las cosas. Hijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Sal. 110:1). Así comenzó; lo primero, no lo único, lo primero que Él echó a andar fue este caballo blanco, el evangelio de Dios. “Ve”, lo echó a andar, hizo venir o andar, lo puso a cabalgar. “2Y miré, y he aquí un caballo blanco, (ahí está la justicia, justificación, paz, todas estas cosas que dijimos ahora) y el que lo montaba tenía un arco”. El hermano Branham decía que por causa de que no se menciona la flecha, era un impostor porque tenía el arco pero no tenía la flecha; pero no necesariamente es así porque no se menciona la flecha, no; es que la flecha ya fue usada; el evangelio viene como dardos a nuestro corazón para someternos al Señor o para ponernos en juicio delante de Dios; o lo recibimos y nos salvamos, o lo rechazamos y quedamos sujetos a juicio. Si aquí no se mencione la flecha, no quiere decir que la flecha no esté; quiere decir que ya fue disparada porque el Señor ya venció, el Señor ya hizo todo lo necesario. “Y le fue dada una corona”; claro que todos los reyes tienen una corona, pero esa corona va a caer, aun la del anticristo va a durar poquito, va a durar menos que la de otros reyes de la tierra, 3 años y medio, cuarenta y dos meses, tiempo, tiempos y la mitad de tiempo, como dicen las Escrituras: 1260 días; pero en cambio aquí no se dice eso; dice: “salió venciendo, y para vencer”, y ahí termina; es decir, vencer es el destino de este primer caballo; ese es el único que sale para vencer; todos los demás son vencidos, pero éste sale para vencer; o sea que aquí Dios está revelando que el método que Él está usando para llevar adelante su programa, es el Espíritu Santo, el evangelio, el discipulado, la Iglesia, las iglesias; eso es lo que Dios está usando, eso es lo primero; de balde vamos a empezar por la política, de balde vamos a empezar por el comercio, por la economía, por el arte, por cualquier otra cosa; hay que empezar por donde es, por el evangelio.

San Pablo decía: “3Porque primeramente os he enseñado (ahí está lo que va primero) lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4y que fue sepultado, y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5y que apareció a Cefas...” (1 Co. 15:3-5). Ese es el comienzo de todo, ese es el fundamento de la edificación de Dios y de la obra de Dios; todo tiene que comenzar por ahí.


La restauración del reino

Miremos unos versos que nos
refuerzan esto. Inicialmente veamos Hechos de los Apóstoles 1:6. Bueno, resucitó el Señor; y ahora ¿qué va a hacer? Se va a la diestra del Padre; y ahí, cuando Él ascendió en una nube que lo tomó, ¿a dónde lo tomó la nube? Hacia la diestra del Padre, como dice Daniel 7; llegó y se presentó al Anciano de días y le fue dado reino. Y también fue dicho: así como le habéis visto ir en una nube, así vendrá otra vez en las nubes; pero Él se fue, y miren lo que hizo antes de irse: “6Entonces los que se habían reunido (ya para charlar con el resucitado, estuvo cuarenta días con ellos después de resucitado, ya Él iba a punto de subir) le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” Ellos pensaban que el reino que el Señor establecería sería un reino político; hasta hoy muchos de los judíos están esperando un reino político, un Mesías de tipo político; y así Israel esperaba un Mesías de tipo político; vendrá el Mesías y agarrará por el cogote al emperador romano y lo tirará al fondo del mar y nos pondrá a nosotros los judíos a reinar en el mundo entero, pero sin transformación de la naturaleza humana, llenos de pecado, de egoísmo. ¿Será que habrá reino? ¿Será que como tuvo que destruir a Roma no tendrá que destruir a los otros si seguimos los mismos de siempre? Dios sabe lo que tiene que hacer; no hay reino sin regeneración, no hay reino sin perdón, regeneración, renovación, transformación, edificación, glorificación. Dios es muy sabio, El sabe por dónde hay que empezar, pero ellos estaban esperando y estaban preparados, y decían: Señor, ¿en tu reino nos sentaremos a tu derecha, a tu izquierda? y tenían una expectativa política, económica, como los reyes de las naciones; ellos pensaban así; por eso Jesús les tenía que decir: “25Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad... 26mas no así entre vosotros” (Lc. 22:25,26). Él sabía cual era la manera con que iba a echar a andar su reino. Entonces, cuando ellos le preguntaron: “¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el Padre puso en su sola potestad; 8pero (ahí está, dejen que sea el Padre el que diga en qué momento pone, en qué momento quita, en qué momento cambia, en qué momento destruye; eso déjenselo al Padre; pero ustedes, de esto es de lo que tienen que preocuparse; no se tienen que preocupar de guerras; es necesario que estas cosas sean así, terremotos, esto es principio de dolores, pero aún no es el fin; esto es lo que ustedes tienen que hacer; esto es lo que nosotros tenemos que hacer, esto es lo primero y este es el primer caballo que cabalga) recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Recibiréis poder; todavía no; el programa es por acá; esto es lo primero que tiene que salir a cabalgar: el evangelio. “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. El Espíritu Santo no había venido todavía.


Poder del Espíritu para predicar
Veamos las palabras del Señor Jesús en Juan 7:37-39: “37En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán (ahí comienza la verdadera cabalgata) ríos de agua viva. 39Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; (pero fíjense en esta otra frase) pues aún no había venido el Espíritu Santo, (¿por qué?) porque Jesús no había sido aún glorificado.” Porque todavía no había venido el Espíritu Santo en el sentido del Nuevo Testamento; claro que el Espíritu Santo vino sobre Sansón, sobre Elizabeth la madre de Juan el Bautista, etc., pero ¿por qué aquí dice: “aún no había venido el Espíritu Santo”? en el sentido de que el Espíritu tenía que traer lo que el Señor consiguió en la muerte, lo que el Señor consiguió en la resurrección, lo que el Señor consiguió en la ascensión; toda su victoria, eso todavía el Espíritu no nos lo podía comunicar. Jesús dijo: El Espíritu tomará de lo mío y os lo hará saber. ¿Cómo tomaría de lo de Él, si primero Él no completaba la glorificación de la humanidad en su persona? El tenía que ser glorificado. El Espíritu no había venido, dice Juan 7:39, “porque Jesús no había sido aún glorificado”; pero en Hechos 2, cuando vino el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, entonces ahí se levantó el apóstol Pedro a predicar, a hablar lo del Espíritu Santo.

Desde el verso 14 empieza la predicación de Pedro; él les viene citando lo de Joel, y luego, después de hablar de la muerte de Cristo, habla de la resurrección de Cristo. Luego en el versículo 32 dice: “32A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, (Él tenía que ser glorificado para que el Espíritu pudiera venir, pero habiendo sido exaltado) ha derramado esto que vosotros veis y oís”. Ahí empezó la cabalgata; ha derramado el Espíritu. “34Porque David no subió a los cielos; (cuando David profetizó esto en el Antiguo Testamento, la gente se iba para el Seol, debajo de la tierra) pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: (noten para que es derramado el Espíritu Santo, para que el Padre por el Espíritu cumpla lo que le dijo al Hijo) Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” Es lo primero que Dios hace, derramar el Espíritu Santo; una vez que el Hijo pagó el precio de nuestros pecados, resucitó, ascendió, recibió del Padre la promesa del Espíritu, ahora el Espíritu toma todo lo que es de Él, lo que es de El, el Espíritu lo trae a Él mismo. “No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros”; el Espíritu de Cristo que mora en vosotros vivificará vuestros cuerpos mortales por su Espíritu. Porque Él vive nosotros vivimos. Si no es por el Espíritu, no hay evangelio, no hay regeneración, no hay reino; esto es lo primero y esta es la principal prioridad; y por eso no debemos distraernos con otras cosas.

 Dios puso a cabalgar esto primero y esto es de lo que debemos ocuparnos primero, esto es la prioridad de Dios. No les toca a ustedes, dice el Señor, saber los tiempos, las sazones que el Padre puso en su sola potestad; ustedes no se preocupen de eso, pero preocúpense de esto: me seréis testigos cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, recibiréis poder; ahí comienza la cabalgata desde Jerusalén, Judea, Samaria, y hasta lo último de la tierra. Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo para testimonio a todas las naciones y entonces vendrá el fin.


La edificación de la casa de Dios
Otro pasaje importante en este mismo contexto está en el libro de Zacarías. Vamos a ver allí una expresión clave.  En Zacarías capítulo 4 ustedes ven allí que hay una visión importante; esa visión tiene que ver con la restauración de la casa de Dios y de la ciudad de Dios.

Zacarías profetizó con Hageo cuando Zorobabel y Josué hijo de Josadac estaban reedificando la casa de Dios. Esa reedificación de la casa de Dios con Esdras y la ciudad de Dios con Nehemías tipifican la verdadera edificación de la Iglesia, la casa, el reino y la ciudad; o sea que la edificación de la casa y del reino en los tiempos de Hageo y de Zacarías son figura de la verdadera edificación de la Iglesia, de la verdadera edificación del reino. La edificación de la Iglesia es la cabalgata del caballo blanco. Entonces aquí en Zacarías 4 le muestra la visión de la iglesia, le muestra aquel candelabro, le muestra aquellos siete tubos, le muestra aquel aceite como oro que corre por los tubos para mantener las lámparas del candelabro encendidas y aquellas dos ramas de olivo que son las que proveen para el aceite, y después de que le muestra la visión, le pregunta al ángel en el versículo 4: “4Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?” Es esa visión que le está mostrando de un candelero alumbrado por medio de aquel aceite como oro, etc. “5Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío. 6Entonces...” Ahora el ángel va, en una palabra, con otras palabras, a interpretar la visión.

“No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío. 6Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel.” Zorobabel es el que edifica la casa, es figura de Cristo que edifica la Iglesia; y le dice así: “Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, (ese caballo es otro; ese es el rojo; pero no es así que yo edifico; primero envío mi Espíritu) sino como mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.


El Espíritu es el que realiza la obra del Señor y lleva adelante el propósito de Dios. “7¿Quién eres tú, oh gran monte?” Así, un gran monte; esos montes representaban los reinos. ¿Recuerdan en Apocalipsis que esos siete montes eran siete reinos? Ahora está el reino del mundo, pero el Señor dijo que Él sometería bajo la planta de sus pies todos los reinos. ¿Qué es este monte? “Delante de Zorobabel será reducido a llanura; (Dios terminará con ese monte por medio de su Espíritu) él (¿quién? Aquí Zorobabel figura de Cristo ) sacará la primera piedra (eso es para edificar la casa de Dios) con exclamación de: Gracia, gracia a ella”. La casa se edifica con gracia. Usted tiene aquí las palabras claves: no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu. Gracia, gracia a ella; eso es lo que Dios utiliza para edificar: el Espíritu de gracia, ese es el evangelio. El evangelio, hermanos, es lo que Dios utiliza. Entonces, hermanos, es precioso lo que dice allí de ese caballo blanco; pero quisiera que miráramos aquí otro pasaje en Efesios, porque todos estos pasajes nos hablan de lo mismo.


El caballo blanco cabalgando
Efesios 4:9: “9Y eso de que subió...”; aquí está hablando de la ascensión del Cordero, que sube a la diestra del Padre a recibir el reino, a abrir el libro de los sellos, a poner en funcionamiento el programa de Dios para establecer su reino. “9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?” Dice: vengo del Padre; se hizo hombre, se humilló como hombre, se humilló hasta la muerte y bajó hasta el Hades y al Tártaro; pero “no dejarás mi alma en el Hades” (en el Seol; Seol es hebreo, Hades es griego). “9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido a las partes más bajas de la tierra? 10El que descendió, (o sea, se encarnó, se humilló, murió, fue al Hades) es el mismo que también subió por encima de todos los cielos (¿para qué? para llenarlo todo”. Subió para llenarlo todo, para que Dios sea todo en todos; tiene que ser por medio del Hijo, como acabamos de leer: reconciliar todas las cosas en los cielos y en la tierra por medio de Él; entonces Él ascendió para llenarlo todo. Ahí está El sentado a la diestra del Padre. Hijo, siéntate a mi diestra, hasta que ponga todos tus enemigos por estrado de tus pies. Ahí el Hijo del Hombre se acerca al Anciano de días y le es dado el reino. Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra; por tanto: id; y aquí es la misma cosa; fíjense en que aquí dice: “Subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11Y”; en ese contexto fíjense en la “y”; esa “y” quiere decir que la idea continúa. Él subió para llenarlo todo, ¿pero de qué manera Él va a llenarlo todo? ¿De qué manera? Entonces aquí viene la “y”, aquí viene la continuación. “11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas del suministro, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Ahí ustedes ven el caballo blanco cabalgando.

Subió para llenarlo todo y entonces constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros; no mandó políticos, no mandó banqueros, no mandó universitarios; aunque si se salvan sí, pero si no, no sirven para nada. Puede tener cinco títulos pero si no recibe al Señor, se lo cabalga otro, se lo lleva otro. Este es lo único que puede servir, hermanos. El Espíritu Santo, la gracia, no con ejército, no con espada, “sino con mi Espíritu”. Subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo y constituyó; ahí está, envió al Espíritu; envió apóstoles, evangelistas, profetas, pastores y maestros; ahí está el caballo blanco; los hermanos evangelizando en Judea, en Samaria, hasta lo último de la tierra; y no sólo evangelizando, sino edificando hasta la estatura del varón perfecto. Cuando la Iglesia sea una con Cristo, ese es el momento de las bodas, es el momento en que Él es coronado. ¿Cuándo es que nosotros le reconocemos su señorío? Le reconocemos su señorío cuando nos sometemos íntegramente a Él, nos sometemos poco a poco; hay cosas que no han sido sometidas, pero Dios dijo: Hijo, siéntate hasta que ponga bajo tus pies todos  tus enemigos. En esta reunión un hermano leyó en la carta a los Colosenses que éramos enemigos y nos reconcilió y nos vamos sometiendo, y Él va reinando; luego nos sometemos nosotros y vamos ayudando a discipular a otros que también se sometan y así el reino de Dios se va realizando. Ese es el caballo blanco que salió venciendo y para vencer. Como el Señor le dijo a Pedro: las puertas del hades no prevalecerán contra la iglesia edificada sobre la roca. La roca es el Señor Jesús siéndonos revelado y confesado por la Iglesia. El anuncio del evangelio, el anuncio de gracia; no con espada, no con ejército, sino con el Espíritu, con aclamaciones de gracia. Él anuncia el ministerio de la justificación, el ministerio del Espíritu, el ministerio de la reconciliación, el ministerio de la Palabra, el ministerio del Nuevo Pacto, del Nuevo Testamento; ese es el caballo blanco, ese es el que está cabalgando, y ojalá nosotros seamos vehículos de ese caballo; y ojalá estemos nosotros siendo llevados por el Espíritu en el Espíritu de gracia. 


Me seréis testigos
Hermanos, esta es la primera prioridad de Dios. Dios escogió esta manera de llevar adelante su reino. Los apóstoles le dijeron: Señor, ¿tú restaurarás? es decir, nosotros te vimos andar sobre las aguas, te vimos multiplicar los panes, qué fácil es para ti soplar y se acabó Nerón, se acabó Herodes, Tiberio, Calígula, Festo, todos esos romanos; pero el Señor no obra de esa manera; no es de esa manera que Él reina. Él tuvo que venir como un niño, tuvo que crecer como un hombre, tuvo que ser tentado, tuvo que vencer la tentación, tuvo que ser probado, y cuando iba a comenzar su ministerio el Padre aprobó su vida privada, su vida escondida. Este es mi Hijo amado en el cual tengo contentamiento; la vida mejor que se ha vivido sobre la tierra; nadie vivía esa vida en secreto, pero el Padre la vio y dijo: Este es mi Hijo, cuando comenzó el ministerio; y cuando ya iba a terminar el ministerio, allá en el monte Tabor, en el monte de la transfiguración, ya no en el bautismo, sino en la transfiguración, volvió el Padre a aprobar su ministerio público; aprobó su ministerio privado y del público también dijo lo mismo: este es mi Hijo amado en el cual tengo contentamiento. Él no venía a agarrar por el cogote al emperador de Roma, no; Él vino a agarrar por el cogote fue a nuestra carne, nuestro ego, al diablo, nuestra maldad; Él no vino sólo a sanar cosas por fuera, a embadurnar la pared por fuera con lodo, no; Él vino realmente a destruir al diablo y sus obras; a deshacer las obras del diablo; Él había podido venir como Superman, pero así nadie sería salvo. Él tiene que venir como un niño, y tenía que ser probado en todo conforme a nuestra semejanza, y tenía que vencer, y después de ser declarado inocente hasta por Pilatos, el procurador romano, pasa por la cruz y vence la muerte, y ese sacrificio es acepto al Padre, y resucita victorioso, y es hecho Señor y Cristo, el Ungido; así como el óleo de la santa unción que traía canela, que traía mirra, que traía cálamo, que traía casia; o sea, los elementos de la victoria de Cristo, eso fue en su resurrección; ahora viene y lo pasa de la cabeza a la barba que es el ministerio y al borde de las vestiduras que es el resto del cuerpo de Cristo; esa es la manera de Dios, eso es lo principal que está sucediendo en la tierra. No importa que está pasando en Rusia, en Estados Unidos, en Afganistán o en Colombia, la guerrilla, los paramilitares; eso es cosa secundaria; la cosa principal que está sucediendo es el avance de este caballo blanco que salió venciendo y para vencer. Es el evangelio de Dios, el evangelio de Cristo, el Espíritu Santo, las aclamaciones de gracia, el reino de Dios. Me seréis testigos; no se preocupen por los reinos de la tierra, no se preocupen.

 Habrá todo eso, habrá guerras, rumores de guerra, es necesario que esto sea así, pero vosotros me seréis testigos cuando venga el Espíritu Santo. Él no había venido porque no había sido glorificado, pero ya fue glorificado, ya recibió, ya se sentó a la diestra del Padre; ahora abre el primer sello y envía al Espíritu Santo y comienza a evangelizar Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra para primero, por el Espíritu y la Iglesia, someter los hombres a Dios por las buenas. Primero es por las buenas; después viene otro caballo, pero eso es después; primero viene éste, primero es por las buenas; primero es el caballo blanco que salió venciendo y para vencer.


¿Qué es lo que quiere Dios con nosotros?
Entonces, hermanos, miren lo importante que es entender esto. Nosotros estamos en esto ahora; esta es la prioridad de Dios. ¡Qué bienaventurados somos por haber sido llamados por el Señor a ser sus hijos, a ser sus cooperadores! Después, un día, Él vendrá también en un caballo blanco en su segunda venida gloriosa y sus ejércitos vendrán con Él, y Dios traerá con Jesús a los que durmieron en Él; pero mientras tanto lo que nos toca a nosotros no es meternos con tiempos, con sazones, sino ser testigos, recibir el Espíritu para dar testimonio de Jesús, muerto, resucitado, ascendido, que derramó su Espíritu, que va a volver, que establecerá su reino. ¿Qué está haciendo? Sentado a la diestra del Padre, quiere decir como ordenando todas las cosas. Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra. Yo tengo toda potestad. Él maneja los acontecimientos de las naciones para facilitar la cabalgata del caballo blanco. Sí, los rusos eran comunistas y no querían saber nada de Dios; había institutos de ateísmo científico, pero Dios los sacudió y ahora hay un hambre tremenda del evangelio, y piden: Hermanos, mándennos dos millones de libros de El Evangelio de Dios, dos millones de La Vida Cristiana Normal, dos millones de La Economía Divina; los rusos están pidiendo millones de libros cristianos; los hermanos no dan abasto para suplir toda esa necesidad. Él está a la diestra del Padre; bajó al comunismo y abrió las puertas para el evangelio; allá estaban los chinos en sus idolatrías antiguas; los ingleses no habían ido a evangelizar sino a establecer el negocio del opio; entonces unos cristianos estaban en el litoral, vino Dios y permitió que los japoneses atacaran a los chinos en el litoral; entonces todos los hermanos que estaban en el litoral se vieron obligados a meterse en el interior de la China y así evangelizaron China; evangelizaron China por la guerra que hubo con los japoneses en el litoral. Cuando ya habían evangelizado bastante en China, desde el interior de la China Dios levantó a Mao Tse Tung, y les tocó ahora salir de la China e irse para Taiwán, para Hong Kong, para Singapur, y llegaron hasta América para evangelizar; o sea, Dios maneja las cosas. Ustedes creen que si aquí en Colombia las cosas estuvieran tan fáciles, ¿estarían tan llenas las congregaciones? Yo no le pido a Dios para que a Colombia le sean las cosas fáciles, oremos para que el reino de Dios avance; Él sabrá cómo; Él sabe qué es lo que va a ser más útil para que su reino avance. Oremos para la causa de Él, no para la causa nuestra. A veces miramos las cosas nuestras, como Pedro: Señor, ¡cómo vas a ir allá a Jerusalén! allá te van a matar, tú estás diciendo que los ancianos te van a escupir y todas estas cosas. ¿Qué le dijo el Señor? ¡Ah! apártate, Satanás, porque no tienes la mira en las cosas de Dios, sino en la de los hombres. Las cosas de los hombres son: salud, dinero, amor, casa, carro, beca y finca; esas son las cosas de los hombres; pero ¿qué le dijo el Señor? No pones la mira en las cosas de Dios. A veces nuestras oraciones son pidiendo que nos vaya bien a nosotros; pero debemos pedirle que el reino de Dios vaya adelante.

Cuando estaba esa guerra de los japoneses contra los chinos, el hermano Watchman Nee estaba en la Convención de Keswick, ahí en la frontera entre Inglaterra y Escocia y había hermanos de todo el mundo; había hermanos japoneses; y le piden al hermano Watcham Nee que ore. “Ahora (pensarían) ora a favor de la China contra Japón”. No, él oró: Señor, hágase tu voluntad, lo que contribuya al avance de tu reino, es lo que me importa; por eso fue que oró. ¿Me entienden, hermanos? Nuestra oración debe enfocarse en esto: qué es lo que Dios quiere, eso es lo que nosotros debemos querer. Ah tenemos que tomar una copa amarga, tenemos que llevar la cruz, pero eso es lo que conviene. ¿Amén? Lo que conviene no es que tengamos muchas cosas; a veces conviene que no tengamos tanto; entonces no pensemos en nosotros. Dios nos ama y nada nos faltará; no nos preocupemos de eso; busquemos primero el reino de Dios y lo demás será añadido; pero buscamos las añadiduras y el Señor nos ve como idólatras; si buscamos primero las añadiduras, para el Señor somos como idólatras; la avaricia es llamada idolatría; pero Él se sentó para que todas las cosas le sean puestas por estrado de sus pies. ¿Cómo lo va a hacer? Así, primero con el evangelio, derramó su Espíritu, engendró a la Iglesia, envió a la Iglesia; y ese caballo blanco de la justicia, de la justificación, de la reconciliación, de la paz, de la pureza, de la limpieza, de la aprobación de Dios está cabalgando; eso es lo que  los ojos de Dios están viendo. Él dijo que los siete ojos de Jehová están sobre aquella piedra que Él edificará; esa es la casa de Dios, ese es el reino.


San Pablo decía: éstos son los pocos hermanos de la circuncisión, fulano y zutano, que me ayudan en el reino; el reino definitivo es en el Milenio y en la Nueva Jerusalén, pero ahora se avanza el reino con el gozo, con la paz, con el amor en el Espíritu Santo; justicia, paz, gozo en el Espíritu Santo. Primero es con la Iglesia. Hermanos, lo más importante es lo que acontece en la Iglesia; lo más importante es lo que acontece en nuestros corazones, lo más importante es lo que hace el Espíritu y lo que obra la gracia de Dios; eso es lo primogénito, eso es lo que va adelante y a eso es a lo que tenemos que dedicarnos; ya después Dios sabrá que hacer con las demás cosas. Después veremos otros caballos, ya sabemos de qué hablarán. ¡Dios mío! Vamos a parar aquí. ☐

1 comentario:

  1. Poderosa UNCION amado, DIOS le bendiga y lo continúe usando como instrumento honroso para nuestro SR. JESUCRISTO... Amen!!

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