lunes, 3 de enero de 2011

LA APERTURA DEL TERCER SELLO

LA APERTURA DEL TERCER SELLO


“5Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Un celemín de trigo por un denario, y tres celemines de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. Apocalipsis 6:5-6.

Un caballo negro
Vamos a abrir nuestras Biblias en el libro del Apocalipsis que estamos siguiendo; estamos aproximándonos a él y vamos al capítulo 6, a la porción de los siete sellos. Con la ayuda del Señor vamos a considerar hoy la apertura del tercer sello; eso está en el capítulo 6:5-6. Leamos inicialmente los dos versos de corrido y luego entonces volvemos sobre ellos más lentamente. Apocalipsis 6:5-6: “5Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer viviente que decía: Ven. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Coinix de trigo por un denario y tres coinixes de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. La palabra “coinix” en griego se traduce en español, celemín; un celemín de trigo por un denario y tres celemines de cebada por un denario. Los que están leyendo la versión Reina-Valera, allí dice: dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; y en el versículo 5 donde dice: “ven y mira”; en el griego es como en todos los pasajes, “erkou”, que se puede traducir: ve; o se puede traducir: ven, en el sentido de anda o echa a andar; la palabra allí “erkou” se refiere a la orden a ese caballo de echar a andar; esta palabra no va dirigida a Juan, sino va dirigida al caballo; no es a Juan al que se le llama a ver, sino al caballo al que se le llama a andar, así como en el primero, así en el segundo, también en el tercero.

La personificación del hambre
“5Cuando abrió (ese es el Cordero de Dios) el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: erkou”. Aquí el énfasis está en la palabra “tercer”; todos estos caballos cabalgan juntos: el evangelio, la guerra, el hambre, la mortandad; cabalgan juntos; sin embargo, hay uno que prevalece sobre el otro. El primero es el blanco, que ya lo vimos, referido a una personificación del evangelio de Dios; ya lo estudiamos, y por lo tanto ahora pasamos de largo. El dos es una personificación de la guerra, que ya nos detuvimos en ello la vez pasada; y este tercero es una personificación también; lo que podríamos decir el espectro del hambre, la personificación del hambre. Entonces, hay muchas cosas que ver aquí. Cuando aparece el tercer caballo, quiere decir que le sigue al segundo; el segundo es la guerra, el tercero es el hambre; es decir, el hambre le sigue a la guerra. Cuando hay guerra la gente se dedica a destruir, la gente no se dedica a plantar; lo que se planta se vuelve escaso, se vuelve costoso, es usado, más todo lo que se produce es para la guerra; entonces, una consecuencia natural de la guerra es el hambre. Ahora, nada acontecería en la tierra si Dios no le diera permiso; pero Dios ve razones en la tierra para darle permiso al espectro del hambre cabalgar sobre la tierra. Es terrible, pero la palabra de Dios nos muestra que en varias ocasiones como juicio Dios permite cabalgar el espectro del hambre. Aquí el color del caballo es negro; en la Biblia el color negro, ese color de luto, es un color oscuro por causa del hambre.

Hambre en Judá
Vamos a ver unos versos que nos muestran eso; vamos allí a Jeremías capítulo 14, para identificar este color negro con el hambre: “1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, con motivo de la sequía”. Cuando hay sequía faltan los productos de la tierra y el hambre viene, entonces en ese contexto dice: “2Se enlutó Judá”; ustedes ven la relación de sequía o escasez o hambre con el luto; el color del luto es el negro. “2Se enlutó Judá, y sus puertas se despoblaron; se sentaron tristes en tierra, y subió el clamor de Jerusalén”. En el verso 4 dice: “Porque se resquebrajó la tierra por no haber llovido en el país, están confusos los labradores, cubrieron sus cabezas”. Vamos a ver también dos porciones de Jeremías en Lamentaciones; vamos inicialmente al capítulo 4:4-11. Pongan atención a lo serio que es este texto. Dice así: “4La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed; los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese. 5Los que comían delicadamente...”. ¡Ay, ay! En una etapa de la vida uno está comiendo manjares delicadamente; no me gusta esto, no me gusta aquello, sólo quiero esto. “5Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles; (a comer de las basuras) los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros”. ¿Por qué? “6Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías. 7Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche, más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro. 8Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles; su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo”.

En lo que quedaron los ricos; ahora dice aquí “oscuro más que la negrura”. Ustedes ven aquí el color negro relacionado con su piel pegándose a sus huesos. Ahora, fíjense en cómo el caballo negro es más terrible que el caballo rojo; está en el verso 9: “Más dichosos fueron los muertos a espada (que es el caballo rojo) que los muertos por el hambre”: que es el caballo negro. “9Más dichosos fueron los muertos por la espada (que es el caballo rojo, y por eso es apenas el segundo) que los muertos  por el hambre; (que es el tercer caballo, el negro, el del hambre, que viene después de la guerra; y dice por qué son más dichosos los que mueren por la espada que por el hambre; la continuidad del verso lo dice) porque éstos (los que mueren por hambre, los del caballo negro) murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra”. Por eso son más dichosos los que mueren a espada, que mueren de una vez; los otros mueren poco a poco.


“10Las manos de mujeres piadosas (oigan) cocieron a sus hijos; sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo. 11Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos”.

Entonces vemos lo que es ese caballo negro: hambre; y es tan terrible que es el tercero; es decir, si la guerra es una plaga, el hambre es una plaga doblemente más acentuada. Primero Dios permite las cosas hasta un punto para que la gente aprenda lo que ha hecho y se arrepienta y se vuelva a Dios; pero si no lo hace, entonces se aprieta más la tuerca y viene el tercer caballo; o sea, viene el hambre, que es más terrible que la guerra misma.


También aquí en Lamentaciones 5:9-10 nos dice algo interesante: “9Con peligro de nuestras vidas (noten, estaba la guerra; ahí está el caballo rojo) traíamos  nuestro pan ante la espada del desierto.

10Nuestra piel se ennegreció (otra vez el caballo negro) a causa del ardor  del hambre”. Hermanos, si Dios sabía que tenía que permitir a este caballo cabalgar, Él lo ha hecho; y le seguirá permitiendo cabalgar, de manera que nosotros debemos estar preparados para eso. Primero, siendo sobrios, y segundo siendo generosos; Dios nos ayude. “El que saciare, él también será saciado” (Pr. 11:25), dice la Palabra.


Razones de Dios para que venga el hambre
Vamos a ver allí en Deuteronomio un pasaje bastante serio que está en el capítulo 28, que es el capítulo de las maldiciones; vamos a ver los versos 47 y 48; estos dos versos están en el capítulo de las maldiciones. Primero Dios envía la bendición; envía el evangelio, está el caballo blanco cabalgando; la gente no lo recibió y comenzaron a perseguir a los hijos de Dios, y por atribularlos, Dios les trae tribulación a ellos. Como dice allá en Apocalipsis: “Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues se lo merecen” (Ap. 16:6). Pero después de la guerra viene el hambre, que es la consecuencia que sigue a la guerra; y entonces aquí aparecen las maldiciones a los que se apartan de la palabra del Señor, y los que no reciben su palabra; entonces le vienen estas maldiciones que se van agravando a medida que pasan los versículos hasta que llegamos a los versículos 47 y 48, donde Dios explica la razón del hambre, que es muy importante. ¿Por qué Dios permite el hambre? Él no  hace cosas sin razón, y allí empieza el verso 47: “47Por cuanto no (ahí está la razón) serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas”. Dios nos da abundancia; tenemos desayuno, tenemos almuerzo, tenemos comida, podemos escoger esta cosa, podemos cambiar todos los días de comida, no nos toca todos los días repollo; como en la guerra allá en Paraguay, donde a un hermano le tocó comer repollo todos los días; desayuno repollo, almuerzo repollo, cena repollo; él no quería ver el repollo en su casa, pero después no había sino repollo. Ahora dice: Por no servir a Dios con alegría en el tiempo de la abundancia; es decir, cuando era tiempo de las vacas gordas; entonces llegó el tiempo de las vacas flacas; las vacas gordas vienen primero, después vienen las vacas flacas. Uno mismo llama a las vacas flacas cuando no agradece en las vacas gordas, cuando no recibe las cosas con gratitud, cuando no hace uso de las cosas con buena voluntad, con generosidad. Miren lo que dice aquí: “47Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, (es decir, desde lo profundo) por la abundancia de todas las cosas, 48servirás, por tanto, (ahí están las razones de Dios) a tus enemigos que enviare Jehová contra ti, con hambre, con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y él pondrá yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte”. Dios explica las razones. Cuando tenemos abundancia no sabemos agradecer a Dios ni servir a Dios con la abundancia que tenemos, entonces Dios permite el problema, permite el hambre.

Profecías apocalípticas del Señor
Volvamos allí a Apocalipsis; allí este caballo es definitivamente el hambre. Ustedes recuerdan cuando vimos la panorámica y asociábamos la apertura de los sellos con las profecías apocalípticas del Señor Jesús, antes de ser crucificado, en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. Vamos a verlas de nuevo. Mateo 24; allí en ese contexto aparece claramente el hambre entre las otras cosas; es algo bien conocido por los hermanos, pero es necesario tenerlo claro, especialmente para otros hermanos más nuevos o para personas que después consideren esto cuando ya aparezca escrito. Mateo 24:7; el Señor, después de decir: “7Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; (ese es el caballo rojo, la guerra, entonces dice) y habrá pestes, y hambres, (ahí aparece también el caballo negro) y terremotos en diferentes lugares”.

Lo mismo nos dice Marcos 13:8, porque estos son pasajes paralelos donde cada uno de estos testigos menciona las cosas; pero al leerlas todas juntas podemos ver cómo se enriquece el uno con el otro.

Marcos 13:8, después de decir: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, (entonces dice) y habrá hambres (aquí lo dice en plural: varias hambres, hambruna) y alborotos; principios de dolores son estos”.


Téngase en cuenta que el hambre no es todavía las copas, ni siquiera las trompetas; es principio de dolores, es un caballo que va cabalgando con el objetivo de tocar la puerta del corazón de la gente; que la gente se vuelva a Dios, se vuelva recta, no sea idólatra, sirva a Dios con lo que Dios le ha dado.


Lucas 21:11 también nos dice las mismas cosas; lo dice también muy sencillamente, casi de la misma manera: “11Y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.” Aquí está resumiendo el Señor las distintas cosas, y entre esas aparece ésta que estamos hoy subrayando, que es la del hambre.


Espada, hambre y pestilencia
Cualquier persona que lea un poco las noticias y los informes de la FAO se da cuenta que esto está cabalgando; aquí en Colombia ya está cabalgando el caballo rojo de la guerra; los precios empiezan a subir, las cosas se tienen que importar porque ya no se pueden producir por causa de la guerra. Estas tres cosas hermanos, vamos a ver en la palabra: espada, hambre y pestilencia que representan ese caballo rojo, ese caballo negro y ese caballo amarillo, siempre son mencionadas por el Señor juntas; siempre a lo largo de toda la Biblia estas cosas están juntas. Primero  Dios le habla a Israel, porque el Señor tomó a Israel como su primogénito; y si a su propio pueblo primogénito, Israel, tuvo que corregirlo con estos tres caballos, el de la espada, el del hambre y el de la pestilencia, hay otras profecías que ya no se refieren a Israel, sino también a las naciones, donde estos mismos tres caballos, esas tres plagas: de la guerra,  del hambre y de la peste  aparecen. Vamos a ver algunos versículos; hay muchos, pero no podemos verlos todos, pero vamos a ver por lo menos algunos, para que ustedes vean cómo Dios siempre corrige con estas tres cosas los pecados de su pueblo, los pecados de las naciones.

Vamos a ver eso en Isaías. Vamos a Isaías primero para ver algunos versos. Vamos a verlos en Isaías, en Jeremías y en Ezequiel, por lo menos. Isaías capítulo 5:13: “Por tanto”; este “por tanto” ¿qué quiere decir? por lo del verso 12: “Y en sus banquetes hay arpas, (habla de banquetes con arpas) vihuelas, tamboriles, flautas y vino”; o sea, la gente está en la abundancia gozándose, divirtiéndose sin tener en cuenta a Dios. Hay que tener en cuenta porqué Dios permite hambre.

Entonces dice: “12en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. 13Por tanto, (ahí está la razón: por esto) mi pueblo fue llevado cautivo, (era mi pueblo, tenía gloria, ahí estaba lo que Dios le había dado, el caballo blanco, no tuvo conocimiento, fue llevado cautivo, ahí está el caballo rojo) porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed”. ¿Por qué? por dedicarse a gozar del mundo sin tener en cuenta a Dios.


Miremos también en el capítulo 29:8; aquí le habló primeramente a su pueblo Israel, pero ahora vamos a ver que no le habla solamente a Israel. Isaías 29:8: “Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento; así (noten, aquí Dios está profetizando esa cabalgata del caballo negro) será la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion”. Ustedes saben que la profecía habla que al fin todas las naciones se volverán contra Israel, y ¿entonces qué les sucederá? “Así será con la multitud de todas las naciones que pelearán contra el monte de Sion”; o sea, el hambre es una de las pestes que vendrán.


Pasemos a Jeremías; vamos a ver varios versos importantes en Jeremías. Empecemos por el capítulo 14:11-12: “11Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. 12Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que lo consumiré con (aquí están los tres caballos) espada, con hambre y con pestilencia”. Dice Jeremías en el versículo18: “Si salgo al campo, he aquí muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí enfermos de hambre; porque tanto el profeta como el sacerdote anduvieron vagando en la tierra, y no entendieron”. Vemos en el campo espada y en la ciudad hambre. Pasemos ahora al capítulo 16:4: “De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre (ahí están el segundo y el tercer caballo) serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra”; el cuarto caballo.


Pasemos a Jeremías 24:10, para ver algunos de estos versos; aquí están los tres caballos: “Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les dí a ellos y a sus padres”. Aquí lo aplicó a Israel; las naciones se quedaron tranquilas. Ahora vamos a Jeremías 27:8,13: “8Y a la nación y  al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, (está hablando del castigo para Israel) castigaré a tal nación con (allí están las típicas plagas) espada (caballo rojo) y con hambre (caballo negro) y con pestilencia, (caballo amarillo) dice Jehová, hasta que lo acabe yo por su mano. (Por su mano) 13¿Por qué moriréis tú y tu pueblo a espada, de hambre y de pestilencia, según ha dicho Jehová de la nación que no sirviere al rey de Babilonia?”


Desde siempre, Dios mencionando esas tres cosas: espada, hambre y pestilencia, constantemente, por muchos versículos; miremos otros. Jeremías 29:17-18:  “17Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí envío yo contra ellos (ahí está, “yo envío”, es decir: erkou, sal, comienza a cabalgar) espada, hambre y pestilencia, y los pondré como los higos malos, que de tan malos no se pueden comer.  18Los perseguiré con espada, con hambre y con pestilencia, y los daré por escarnio a todos los reinos de la tierra, por maldición y por espanto, y por burla y por afrenta para todas las naciones entre las cuales los he arrojado”.  Esas son las plagas que Dios utiliza como castigo. Por toda la Biblia aparecen siempre esos tres caballos: el rojo, el negro y el amarillo.


Jeremías 32:24: “He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo”. Esas tres cosas siempre. Versículo 36 del mismo capítulo: “36Y con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia. 37He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente”; es decir, Dios, después de castigar a Israel, lo trae a su tierra, pero ahora estamos viendo cómo Dios está castigando con esos tres caballos, les permite cabalgar, el rojo, el negro y el pálido para con Israel; pero después viene también para con las naciones. Sigamos viendo otros versículos.


Estos caballos son instrumentos de Dios
Jeremías 34:17; este es muy importante porque aquí también Dios da las razones. ¿Por qué analizamos todos estos versos? porque en ellos vemos cómo Dios juzga, con qué instrumentos juzga; y segundo, porque Dios da las razones por las cuales Él le permite a ese caballo negro (y a los otros) cabalgar. “17Por tanto, así ha dicho Jehová: Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano”; o sea, la gente esclavizando con esclavitud; ya sea al estilo antiguo, feudal, o al estilo moderno, pagándole a la gente solamente para sobrevivir y mantenerla a raya. “Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano, y cada uno a su compañero; he aquí (las razones es que el hombre no promueve libertad; entonces Dios sí va a proclamar libertad, pero aquí en estos tres caballos) que yo promulgo libertad, dice Jehová, a la espada y a la pestilencia y al hambre; y os pondré por afrenta ante todos los reinos de la tierra”. Dios explica por qué permite cabalgar a esos tres jinetes, ¿amén? Por causa de que el hombre mismo es malo contra el hombre.

Miremos otros versos; pasemos ahora a Jeremías 42:17,22: “17Todos los hombres que volvieren sus rostros para entrar en Egipto para morar allí...”; noten, Israel volvió a Egipto, pero eso es figura de nosotros volvernos al mundo, confiar en el mundo; oigan esto, por confiar en el mundo: “17Todos los hombres que volvieren sus rostros para entrar en Egipto para morar allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos”. ¿Por qué? por volverse a Egipto; y en el versículo 22 del mismo capítulo dice: “Ahora, pues, sabed de cierto que a espada, de hambre y de pestilencia moriréis en el lugar donde deseasteis entrar para morar allí”. Cuando uno pone el mundo como ídolo, lo que hace es permitirle a Dios que mande a cabalgar esos caballos; por eso el Señor dice: yo traeré, traeré el hambre, traeré la espada; o sea, es el Señor el que abre el libro, el que dice: Ve, caballo, anda, cabalga; es Dios quien permite que estas cosas sigan.


Jeremías 44:12-13,27: “12Y tomaré el resto de Judá que volvieron sus rostros para ir a tierra de Egipto para morar allí, y en tierra de Egipto serán todos consumidos; caerán a espada, y serán consumidos de hambre; a espada y de hambre (ahí están los caballos rojo y negro) morirán desde el menor hasta el mayor, y serán objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio. 13Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a  Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia.” Lo mismo el versículo 27: “He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo.”


Resultado del pecado de idolatría
Pasemos ahora al profeta Ezequiel y veamos unos pocos versos, para que nos demos cuenta de que estas cosas siempre están asociadas, y por eso aparecen cabalgando en la historia en ese libro de los sellos.

Ezequiel 5:17: “Enviaré, pues, sobre vosotros hambre, y bestias feroces que te destruyan; y pestilencia y sangre pasarán por en medio de ti, y enviaré sobre ti espada. Yo Jehová he hablado”. Yo he hablado, yo enviaré; ahí está: erkou, ven, caballo, cabalga, pasa sobre la tierra y realiza esto por las razones que Él ha dado, ¿amén?

Ezequiel 7:15. Ya no se refiere a Israel, se refiere a todas la naciones.

“15De fuera espada, (por eso las gentes no pueden salir a las fincas) de dentro pestilencia y hambre; el que esté en el campo morirá a espada, y el que esté en la ciudad lo consumirá el hambre y la pestilencia”. Hermanos, esos tres caballos, como ustedes se pueden dar cuenta, aparecen constantemente, verdad? Un último verso aquí.

Ezequiel 12:16: “Y haré que unos pocos de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde llegaren; y sabrán que yo soy Jehová”.

¿Por qué hubo espada, por qué hubo hambre, por qué hubo peste? Porque antes hubo abominaciones cuando había abundancia.

Entonces, hermanos, aquí Dios muestra las razones y vemos que esos tres caballos siempre están asociados.


El yugo del hambre

Volvamos a Apocalipsis capítulo 6 para considerar otros detalles. Vamos a ver allí unas cosas. Llegamos al versículo 5. Primero decía que el caballo era negro, que es el color del luto; ennegrecidos, oscurecidos por el hombre; “tenía una balanza en la mano”. La palabra “balanza” en el griego es zugos [ζυγός], y la palabra zugos significa también “yugo”; pero ustedes se dan cuenta también de que el yugo tiene la forma de balanza; entonces esta balanza es un yugo, es el yugo del hambre.


La voz del Señor
Entonces dice el versículo 6: “Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía”. Ahora la voz ya no es la del tercer viviente. ¿Cuál era el tercer ser viviente? El que tenía rostro como de hombre. En el capítulo 4:7, en la tercera frase dice: “el tercero tenía rostro como de hombre;” o sea, el que anuncia el hambre es el hombre; entonces aquel ser viviente del tercer sello y del caballo negro es el que tiene figura de hombre, porque los animales no plantan ni siegan, ellos no necesitan preocuparse de esas cosas, ¿verdad? Y Dios le dice al hombre que confíe en el Señor, pero Dios le dijo al hombre  que sea el hombre el que plante; el hombre es el que tiene que administrar, el que tiene que cultivar, el hombre es el que tiene la economía en sus manos, el hombre es el que administra, el hombre es el que organiza; y ahora, por los pecados del hombre, miren lo que viene; es el tercer ser viviente el que anuncia este caballo que es el del hambre; pero ahora, en medio de los seres vivientes ya no es uno de esos caballos, sino que ahora es Dios, porque el que estaba en medio de los seres vivientes era el Señor. El que estaba en medio de ellos, lo describe en el capítulo 4:6. Ustedes lo pueden ver; dice: “6Y delante del trono (está el trono) había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”, que lo ven todo, lo entienden; por eso están anunciando esto; pero ¿quién está en medio de ellos? El trono.

Entonces ¿quién es el que había en el verso 6? Dios, Dios es el que dice las medidas de las cosas, Dios es el que dice hasta dónde tiene que llegar. Qué lindo es que esto lo establece Dios; o sea que cuando Dios dice hasta aquí, no puede sobrepasar ni tampoco puede quedarse corto. Dios sabe hasta donde va a permitir que las cosas lleguen. Si Él dice tanto por tanto, no va a ser menos, ni va a ser más, va a ser eso. Ya sucedió en otras ocasiones. Vamos a ver un ejemplo ahora, después de leer este verso 6 de Apocalipsis 6: “Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, (y el único que estaba en medio de ellos era el mismo Señor) que decía: Celemín de trigo por un denario” (en griego, coinix sitou denariou, y también tres criton denarium, tres coinixes criton denarium; o sea, tres celemines de cebada por denario). Esta traducción aquí en Reina-Valera no es la exacta. La palabra dos no aparece en el griego; la palabra seis tampoco; aparece: celemín  de trigo por denario y tres celemines de cebada por denario.


Dios lo controla todo

Vamos a ver un ejemplo de estas cosas, como cuando Dios controla la situación. Hermanos, es la palabra de Dios, es el soberano Dios el que permite hasta dónde llegar; como cuando le dijo a Satanás: Mira, puedes tocar el cuerpo de Job, o sus bienes, pero a él no; bueno, puedes tocarlo a él también, pero su vida no. Dios es el que pone límites; al mar le puso límites; hasta aquí llegarás y de ahí no pasarás; o sea, a veces estamos viendo algo, pero no nos damos cuenta de quién es el que tiene el control y hasta dónde le permite llegar y hasta dónde no le permite pasar; y aun en medio de esa estrechez tiene misericordia: no hagas daño ni al vino ni al aceite.


Miremos un ejemplo en el segundo libro de Reyes para entender eso mejor; y vamos a ver allí un ejemplo interesante. 2 Reyes 7:1. En una época también difícil, Dios movió al profeta Eliseo por el Espíritu de Cristo a decir una profecía; y miren la profecía: “1Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo”; pero mañana a estas horas ¿en qué tiempo estaban? Miren, el versículo 25 del capítulo 6: “Y hubo gran hambre en Samaria , a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno (para comer cabeza de asno) se vendía por ochenta piezas de plata, (cuando hay hambre ¿de qué sirve la plata, sin con ochenta piezas de plata sólo puede comer una cabeza de asno, de burro? Ochenta piezas de plata pagaban para comerse una cabeza de burro) y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata”. Valía más la caca de paloma que la plata.


Cuando Dios permite apretar el cinturón, las cosas son serias. Entonces en ese contexto de esa tremenda escasez, de esa situación tan terrible donde pagaban por una cabeza de burro y por caca de paloma, en ese contexto dice el profeta Eliseo, capítulo 7:1: “1Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo”. “Seah”; si ustedes pasan aquí atrás en las Biblias ustedes tienen allí las medidas y van a ver lo que es un seah. Vamos allí para entender mejor esto: un seah es un tercio de efa, o sea, 12.3 litros. 12 litros y un tercio se podían comprar de harina cuando antes tenían que pagar todo ese montón de plata por una cabeza de asno, y todo ese montón de plata por caca de paloma, para comer caca de paloma, hacer sopa de eso; como tenían que hacer en Paraguay en la guerra del Paraguay; tenían que poner estiércol en un paño blanco y cocinarlo, y tomar sopa de estiércol de vaca; eso es el hambre; por eso hermanos, hay que vivir sabiamente para que el Señor nos libre de esto, ¿amén? Pero esto vendrá y ha venido muchas veces, y esto seguirá cabalgando, ¿amén?


La provisión de Dios
Entonces un seah equivale a 12.3 litros; es bastante cantidad.

“Mañana”, cuando estaban en tremenda hambre. ¿Esto para qué lo leemos? Para entender el control de Dios. “Mañana a estas horas  valdrá el seah de flor de harina un siclo”. Un siclo son 11.4 gramos de plata; o sea, una moneda pequeñita; antes tenían que dar montones de plata por caca de paloma y ahora por una monedita de plata, le dan 12.3. “Mañana a estas horas”; hoy están en plena hambruna y mañana van a tener abundancia; ¿cómo? Dios tiene el control absoluto, Él es el que tiene el libro en la mano, Él es el que manda a abrir los sellos, Él es que le dice: cabalga, y le dice hasta dónde debe cabalgar, y el que pone las medidas, y es el que dice cuánto tienen que medir las medidas; es Dios el que tiene control absoluto.

Entonces dice: “y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria”.


Ahora, ¿qué fue lo que sucedió al otro día? Vinieron los sirios; cantidad de sirios venían a atacar a Israel y Dios permitió que por la noche sintieran como unos espíritus cabalgando, como a veces la gente por allá en el monte oye que pelean, pues eso les pasó a ellos; oyeron esos espíritus y salieron corriendo y dejaron todas las provisiones; y unos leprosos que estaban con hambre dijeron: de todas maneras nos vamos a morir de hambre, vámonos donde los sirios; si nos matan nos morimos y si nos dejan la vida, comemos con ellos. Y cuando llegaron al campamento, encontraron todo vacío; se habían ido todos los sirios y habían dejado todas las provisiones; así se cumplió la palabra; y al otro día estaban vendiendo las cosas baratas; y a aquel que no creyó, Eliseo le dijo: tú lo verás, mas no comerás; y justamente, cuando él vio que todos salían a recoger, lo pisoteó la gente; vio la abundancia, pero murió. Ahora, ¿para que vemos este ejemplo? Para ver el control de Dios; la palabra de Dios controla todo.


Celemín, la ración de un soldado al día
Volvemos a Apocalipsis 6:6: “Y oí una voz de en medio de los seres vivientes, (la de Dios) que decía: Celemín de trigo por un denario y tres celemines de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. Hermanos, por un denario; ¿qué quiere decir esto? Vamos a Mateo 20:2 para entender a qué equivale un denario; allí nos dice lo siguiente: “Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña”. Aquí el Padre está tipificado como aquel que tiene una viña y envía a los obreros a trabajar en su viña, y el salario de un día con el cual vivía él, vivía su familia y le alcanzaba para ahorrar, es un denario. El denario es el salario del trabajo de un día con el cual alcanzaba a vivir la persona, vivir su familia, podía ahorrar y todo; sin embargo, aquí en Apocalipsis dice: “celemín de trigo por un denario”.

Esa palabra “coinix” que quiere decir “celemín”, es así usada por los escritores griegos antiguos, los historiadores  como Herodoto  y sus 9 libros de historia; en el libro 7 de la historia de Herodoto él menciona esta medida, y dice que equivale a la ración de un soldado al día.

Champlin en su comentario dice que más o menos un celemín era 450 gramos; es decir, más o menos una libra. También Tucídides en su “Historia de la guerra del Peloponeso”; también Diógenes Laercio, en sus Vidas y opiniones de los filósofos, de los sofistas; él también menciona esta medida; es una medida griega; y aquí Apocalipsis se escribió en griego; o sea que es algo menor que un litro; eso por un denario. Eso quiere decir que la gente va a trabajar todo el día solamente para comer una ración para él; no le va a quedar nada para su familia; su familia tendrá que trabajar también para su propia comida. ¡Eso es serio! Hasta dónde puede llegar? Aquí dijo Dios, hasta este punto va a llegar; la gente trabaja todo el día solamente para tener una ración al día para él. Claro que la cebada era más barata y se pueden conseguir tres celemines de cebada por un denario; entonces la gente va a comer más cebada que trigo. Hermanos, aquí Dios está midiendo; en la Biblia, cuando hay abundancia, no se mide; cuando hay escasez por castigo del Señor, se mide. Vamos a ver esa diferencia.


Tiempo de vacas gordas y vacas flacas
Vamos a Génesis para ver cuando hay abundancia. Génesis capítulo 41:49: “Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número”. Así es cuando hay abundancia; no se puede contar porque hay abundancia; eso fue en el tiempo de las vacas gordas cuando José; esas vacas gordas que después serán comidas por vacas flacas;  y en el tiempo de las vacas gordas el trigo no se podía contar, no se podía llevar la contabilidad; eso es cuando hay abundancia, cuando hay bendición del Señor; pero cuando hay reprensión del Señor, cuando no es el día del bien, sino el día de la adversidad para considerar, es diferente.

Vamos al otro; vamos a Levítico capítulo 26:26: “Cuando yo os quebrante el sustento del pan”. Nosotros vemos que hay abundancia y no nos damos cuenta de que es Dios que nos está dando; pensamos que es solamente el trabajo de los hombres; pero ¿y acaso no trabajaban en el tiempo de Ezequías, o cuando trabajan, y venía el río y se llevaba todo lo que plantaban? Trabajaban también pero no hubo bendición, porque lo que enriquece es la bendición y lo que empobrece es la maldición de Dios; no es el trabajo del hombre, es la bendición o la maldición, es la palabra de Dios la que hace la diferencia. Entonces dice aquí en Levítico 26:26: “26Cuando yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis,  y no os saciaréis. 27Si aun con esto no me oyereis...”; ¿qué quiere decir esto? que Dios está apretando la tuerca porque no le oyen a Él; entonces aprieta más la tuerca. “27Si aún con esto no me oyereis,  sino que procediereis conmigo en oposición, 28yo procederé en contra de vosotros con ira, (aquí vienen las copas de la ira) y os castigaré aún (aquí está, con ira, ahí están las trompetas) siete veces por vuestros pecados”. Ahí están las siete copas de la ira; ¿se dan cuenta? Volvamos a leerlo juntos: “27Si aun con esto no me oyereis, sino que procediereis conmigo en oposición, (es por causa de la oposición a Dios que Dios aprieta la tuerca) 28yo procederé en contra de vosotros con ira”; o sea, ya el caballo negro estaba cabalgando en el verso 26; no se saciaban, había hambre, ya cabalgaba el caballo negro, pero no le oyen, entonces dice: “27Si aun con esto no me oyereis, (si aun con el caballo negro no me oyen) sino que procediereis conmigo en oposición, 28yo procederé en contra de vosotros con ira, (ahí vienen las trompetas que anuncian la ira) y os castigaré aún (después de las trompetas las copas) siete veces por vuestros pecados”; o sea, las siete copas de la ira. Es cosa seria, ¿verdad?


Comer el pan por peso
Vamos a otro verso donde también trata de esto. Ezequiel 4:16: “16Me dijo luego: Hijo de hombre, he aquí quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; (Yo, dice el Señor) y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto, (¿para qué?) 17para que al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman en su maldad”. Que se descubra lo que son; o sea, si Dios no permite esto, la gente no se da cuenta; pero cuando les falta todo, se descubre la verdad que ocultaban; antes decían: ¡Ah! esto no me gusta; lo tira por allá, pero después tiene que partir el pan para veinte personas, y eso una sola vez al día.

Hermanos, si el Señor ya permitió que esto suceda con Israel y otras naciones, y Él dice que esto cabalgará sobre el mundo, tenemos que saber que estas cosas se vienen encima. Si pensamos que estamos en el tiempo del fin, con mucha más razón estas cosas se vienen encima: El que saciare, él también será saciado; al que diere, también se le dará. Con la medida con que midiere le será medido; estemos preparados, hermanos, para esta cabalgata terrible, ¿verdad?


No dañes el aceite ni el vino
Una última consideración. Allí, después de haber leído lo que decía la voz en medio de los seres vivientes: Coinix, o sea celemín de trigo por  un denario y tres celemines de cebada por un denario, ahora la misma voz, o sea el mismo Dios, es misericordioso y dice, en Apocalipsis 6:6: “Pero no dañes el aceite ni el vino”. El aceite tiene su sentido natural, aceite natural; y también el vino tiene su sentido natural; pero igualmente tienen su sentido espiritual. El aceite representando el Espíritu; el vino representando el fruto de la vid,  o sea, el gozo de la salvación, la obra de la salvación. Dios, de aquello que lo representa, dice que no lo dañen; es decir, es tiempo de escasez, y la misericordia de Dios manda que no se dañe. ¿A quién se lo dice? A ese caballo negro; el hambre tiene un freno que Dios le dice: no destruyas, no dañes el vino y no dañes el aceite; es decir, así como Dios aprecia la vida de su Hijo en el Espíritu, aquello que lo representa también es apreciado por Dios, y Dios dice: No lo dañes, porque es tiempo de dificultad, es tiempo de escasez, entonces la misericordia de Dios está en el vino y el aceite; estas dos cosas representan el gozo del hombre.

Vamos a ver eso en el Salmo 104:15: “Y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida del hombre”. Aquí está hablando del cuidado de Dios con la creación; eso es lo que trata el Salmo; Dios está bendiciendo; el 14, dice: “Él hace producir el heno para las bestias, (Él, ¿se dan cuenta? Él. La gente vive ocupada sin ver a Dios, pero es Él el que hace producir el heno para las bestias) y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra”. Es Él, como hemos leído; la gente se ocupa en la abundancia sin alegría, con egoísmo, sin generosidad, con abominación; entonces Dios tiene que decirle a este caballo: tienes permiso para cabalgar. El espectro del hambre extendiéndose sobre la tierra.


¿Qué es el vino? Alegra el corazón del hombre. ¿Qué es el aceite? Hace brillar el rostro. Aquí aparecen juntos el vino y el aceite; y al terminar el sello, dice: “Y oí una voz en medio de los cuatro seres viviente, (o sea, Dios) que decía: No dañes el vino ni el aceite.

Hermanos, yo pienso que en torno a este caballo negro que Dios está revelando aquí está su plan para establecer su reino; Él sabe como corregir las naciones; envía su palabra, el caballo blanco; la gente rechaza; entonces viene el rojo, la guerra, y como consecuencia de la guerra viene el hambre; después del hambre viene el otro que después consideraremos, pero al que ya nos hemos adelantado un poco; y luego vienen las medidas; hasta aquí llegarán, esta será la balanza. La balanza es lo mismo que el yugo; la forma de la balanza es la forma del yugo; la palabra es la misma en el griego: Zugos; aquí se tradujo balanza porque está pesando, pero es también un yugo. Si va a decir yugo dice: zugos; si va a decir balanza dice: zugos. La balanza es para medir. Ahora, si nosotros quedamos faltos, Dios nos tiene que apretar la tuerca para que nosotros nos volvamos a Dios.

Todas estas cosas que hemos visto con esa frase que dice: “Si aún con esto no me oyeren...”; ¿qué está revelando esa frase? Que Dios, cuando administra el hambre, Él está buscando la conversión del hombre.


Que el último fin del hombre sea Dios
Termino con un versículo que está en Eclesiastés 7:14; es un versículo supremamente importante. “14En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. (Ahí está, cuando está cabalgando el caballo rojo, o el negro, o el pálido, o los tres juntos, ese es el día de la adversidad) Dios hizo (¿quién? Dios) tanto lo uno como lo otro, a fin de que (cuál es el objetivo de Dios cuando tiene que administrar los días buenos y los días malos de nuestra vida? ¿Cuál es el objetivo?) el hombre nada halle después de El”; es decir, para que Dios sea el último fin del hombre, para que Dios sea el significado final del hombre, para que el hombre viva para Dios; para eso Dios administra los días buenos y los días malos. Si en los días buenos glorificamos al Señor no necesitamos llamar los días malos, pero si no glorificamos al Señor cuando las vacas son gordas, tenemos que ser llamados a glorificarlo cuando lleguen las vacas flacas.

Entonces aquí dice que las dos cosas las hizo Dios. ¿Quién fue el que le dijo al caballo que ande? Fue de parte de Dios aquel ser viviente que tenía rostro como de hombre, ¿y quién fue el que le dio las medidas a las cosas, cómo le puso medidas al diablo para con Job? Ahora, ¿quién le pone medidas a la humanidad a través de esta escasez? Es Dios, ¿verdad? Ustedes recuerdan lo que dice Hageo. En Hageo también explica Dios estas mismas cosas. En Hageo Dios explica las razones de la hambruna, de la estrechez, vamos a leerlo allí; Hageo 1:5 en adelante: “5Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: (noten, hermanos, cómo la palabra Dios nos habla; Dios nos explica por qué hay guerra, Dios nos explica por qué hay hambre, Dios nos explica por qué hay estas cosas, ¿amén?) Meditad bien sobre vuestros caminos. 6Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. 7Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. 8Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; (o sea, ustedes están ocupados en lo suyo propio; ocúpense de mi casa, ocúpense de lo mío) y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. 9Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo (¿quién? Dios, es como cuando nosotros agarramos un conejito de indias y hacemos experimentos con él; así también Dios es soberano en nuestras vidas y Él sabe que nos pone y que nos quita, ¿se dan cuenta?) lo disiparé en un soplo”.


Ahora, Señor, tú mismo me estás molestando; no gano lo suficiente, Señor, ¿por qué? Entonces Él dice por qué: “Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa”. Es decir, ustedes se han ocupado de su vida egoísta, de su vida cómoda, pero no piensan en lo mío; pero ahí están las razones de Dios: por eso, yo disipo las cosas. ¡Ah! pero me robaron, se me acabó, se me rompió.

Hermanos, cada vez que nos suceda esto, Dios está haciéndonos una llamada de atención. Y dice: “10Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. 11Y llamé (ven, erkou) la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos”. Llamé la sequía sobre el trabajo de las manos. Hermanos, ¿qué está pasando en nuestro país? Que estamos siendo egoístas para con Dios, y por eso Dios tiene que llamarnos la atención; por eso se detuvo la lluvia, por eso llamé la sequía, por eso van a buscar 50 y no encuentran sino 30; ahí está la razón de la escasez, la razón del hambre. Dios tiene control soberano sobre todas esas cosas; estas cosas no suceden porque Dios se haya descuidado de la humanidad; al contrario, está cuidando la humanidad, llamándola al arrepentimiento, al servicio a Dios.


Ahora sí termino con un versículo que está en Romanos, que es dirigido a los cristianos. Romanos 8:35; con esto terminamos; que sea esto lo que llevemos en el corazón: “35¿Quién nos separará del amor de Cristo? (El Señor nos ama, entonces ¿quién nos separará?) ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” Nada de estas cosas, ni siquiera el hambre, el  caballo negro, ni siquiera la espada, el caballo rojo, nada nos separará del amor de Cristo. No importa lo que esté sucediendo en la tierra, no importa cómo tenga Dios que corregir las naciones, no importa cómo tenga Dios que llamar a su propio pueblo al arrepentimiento, a la reflexión; de todas maneras el amor de Cristo es fiel con nosotros y nada nos separará. Ni siquiera el hambre; aun en el hambre Dios ama a su pueblo y Cristo ama a su pueblo. “37Antes, en todas estas cosas (incluyendo el hambre) somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. ¡Oh, Señor! Bendícenos y ayúdanos. ☐

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