lunes, 3 de enero de 2011

LA VOZ ENTRE LOS CANDELEROS

LA VOZ ENTRE LOS CANDELEROS


“12Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro”. Apocalipsis 1:12

Recuento introductorio
Vamos a continuar, hermanos, con el estudio del Libro del Apocalipsis que estamos realizando a paso lento; como estábamos orando realmente y como está escrito, es una bienaventuranza poder estar abriendo, leyendo y considerando este libro, y Dios quiera también, guardándolo; libro éste que es de la consumación. Estamos en el capítulo 1, y la vez pasada consideramos las implicaciones, las conexiones del versículo 7, pero llegamos hasta las 9 de la noche, hora de terminar, y no pudimos terminar; así que necesitamos hoy continuar viendo algo que no pudimos ver del verso 7 y sus conexiones. Apocalipsis 1:7 dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron, y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”.

Como veíamos, el libro del Apocalipsis contiene las terminales de toda la Biblia, de manera que cuando tomas un verso del Apocalipsis es como  si a ese verso estuvieran conectadas las redes de los demás versos, porque toda la Biblia termina en el Apocalipsis; al tomar un verso del Apocalipsis y levantarlo, arrastra muchos versos que vienen de atrás; entonces cuando miramos este versículo la vez pasada: “He aquí viene con las nubes”, miramos los versos que se relacionan en otros pasajes de la Biblia con él. Vimos en Zacarías lo relativo al lamento de las tribus, también lo relativo a mirar al que traspasaron; pero principalmente, y por causa de que es más extenso el testimonio en los versículos de la parte que dice: He aquí viene con las nubes, estuvimos viendo los contextos de la venida del Señor en las nubes; vimos varios contextos. Si el Señor viene en las nubes, entonces viene con las nubes; no puede venir en las nubes, sin venir con las nubes; lo digo porque algunos hacen diferencia, pero la lógica de la expresión “venir en las nubes”, implica necesariamente venir con las nubes; no se puede venir en las nubes, sin venir con las nubes.


Vimos primeramente Mateo 24, el contexto general donde aparece la venida del Señor en las nubes; vimos que aparece después de la tribulación de aquellos días; el sol se oscurecerá, etc. y entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo y vendrá con las nubes. Pero vimos que en el contexto de ese capítulo y de esa venida es que el Señor hace la referencia “como ladrón en la noche”; y los demás pasajes donde Él viene en las nubes, como por ejemplo, 1 Tesalonicenses capítulo 4 donde dice que lo recibiremos en las nubes; en ese contexto habla de la venida como ladrón en la noche; o sea que el día y la hora es desconocida; nadie sabe la hora en que viene el ladrón. De cuando Él venga, vimos la mayoría de los versículos para poder interpretar la venida del Señor como ladrón en la noche; tuvimos que tomar todos los versículos de ese contexto; vimos que aparece en Mateo 24 inmediatamente después de hablar de la venida del Señor en las nubes enviando a sus ángeles para recoger a sus escogidos de los cuatro vientos. Vimos también que de la misma manera se refiere 1 Tesalonicenses capítulo 4 que acabamos de mencionar donde dice que no, no, no precederemos a los que durmieron, sino que el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, descenderá del cielo con gran voz de trompeta y los muertos en Cristo resucitarán primero, y luego nosotros los que quedamos seremos arrebatados juntamente con ellos para recibir al Señor en el aire; y al continuar hablando de eso, llegando al capítulo 5 de 1 Tesalonicenses entonces dice: “1Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que os escriba.

2Porque vosotros mismo sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; 3que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores de la mujer encinta, y no escaparán”. Vemos que el contexto de la venida del Señor como ladrón en la noche, es esta destrucción repentina; lo mismo dice Pedro en el capítulo 3 de su segunda epístola, donde dice: “10Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual (en la venida del Señor como ladrón en la noche) los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”; o sea, estuvimos viendo todos los contextos que se refieren al día de la venida del Señor como ladrón en la noche; nos faltó un solo verso y eso lo vamos a ver hoy en Apocalipsis capítulo 3; pero cuando leemos este verso tenemos que ligarlo con todos los otros cinco versos que vimos relativos a la venida del Señor como ladrón; éste es otro.


En Apocalipsis 3:3, el Señor le dice a la iglesia: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiente. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a que hora vendré sobre ti”. En este contexto también se señala la venida del Señor como ladrón; no está diciendo en qué momento, si antes o después de la tribulación, sino que está diciendo que viene como ladrón; pero para interpretar este verso tenemos que leerlo junto con todos los versos que hablan de la venida como ladrón, y leerlo en todo su contexto para no darle una aplicación fuera de lugar o imaginaria.


La unión con los resucitados
Hay otra cosa que no pude decir la vez pasada, cuando mencionamos el pasaje de Lucas. Vamos a Lucas, donde se habla también de la venida del Señor como ladrón; eso está en Lucas 12:35 en adelante; es aquella enseñanza para el siervo vigilante; nosotros leímos el pasaje y leámoslo otra vez hoy para tener en cuenta un detalle que la vez pasada, por causa del tiempo, solamente pasamos de largo; pero hoy necesitamos detenernos un poquito en una expresión. Lucas 12:35-40, habla del siervo vigilante. El Señor le habla a sus discípulos, a sus apóstoles, a los suyos, y les dice: “35Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; 36y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. 37Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. 38Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. 39Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”. Este pasaje del siervo vigilante, menciona también la venida del Señor como ladrón; sin embargo, hay una frasecita que ha sido motivo de cuestionamientos, de interrogaciones y de interpretaciones de varias escuelas.

La vez pasada vimos las diferentes escuelas que había, y esa frase misteriosa es la siguiente, versículo 36: “Y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas”; esa expresión: “regrese de las bodas” es interpretada por algunos como si hubiera habido una boda anterior a la venida del Señor como ladrón; por ejemplo, el hermano Witness Lee en su Estudio Vida sobre Apocalipsis, él dice claramente, que algunos van a ser arrebatados, incluso antes de la venida del Señor como ladrón; y aparece después una venida secreta como ladrón y después otra venida pública en las nubes. Son interpretaciones; mencioné un caso específico para ver cómo algunos interpretan que incluso habrá un rapto anterior a la venida secreta, que inclusive es considerada por algunos, anterior a la venida pública; esas divisiones de venida secreta y pública, son interpretaciones; debemos nosotros también ser responsables de nuestras interpretaciones y procurar dejar decir a la Biblia lo que ella dice. Ahora, lógicamente, yo que estoy enseñando esto, me siento responsable de explicar este versículo; aquí el Señor le está hablando a sus discípulos, a sus siervos vigilantes; en ningún momento he oído al Señor preparar a sus discípulos para un rapto anterior a Su venida como ladrón; Él siempre preparó para Su venida como ladrón; pero cuando dice que antes de Su venida como ladrón, o sea, en el momento de la venida como ladrón, Él regresa de las bodas, eso quiere decir que llegó el momento de las bodas, y por eso Él regresa.

Fíjense en que en este pasaje de Lucas 12, del siervo vigilante, Él está hablando especialmente para aquellos que vamos a estar, si es que nos toca a nosotros, o que van a estar, si le toca a otros, vivos, cuando el Señor venga. Entonces este mensaje del Señor es para prepararnos a los que estén o estemos vivos en el momento de la venida del Señor; o sea que no se está refiriendo a los cristianos que ya murieron en Cristo; los que ya murieron en Cristo, son precisamente aquellos con los que el Señor viene porque ellos resucitarán primero y nosotros seremos arrebatados juntamente con ellos. Por eso es que se puede hablar de regresar de las bodas, porque los muertos en Cristo, resucitan primero; o sea, es el momento de la unión con el Señor; una boda es la unión con Cristo; en el momento de la resurrección es cuando ellos y el Señor se han hecho uno, cuando la vida del Señor ha sido manifestada en la carne de los resucitados; por eso cuando Él dice que “regresa de las bodas”, quiere decir que regresa con los resucitados, regresa para los siervos vigilantes que estén vivos; esa es la manera como yo lo entiendo, sin ser dogmático y sin imponerlo a ninguno. Pero algunos hermanos, con base a este versículo, dicen que ha habido un rapto incluso antes de la venida secreta. Bueno, yo no pienso así, pero tampoco puedo imponer mi pensamiento a otros; pero les digo las distintas escuelas que hay.


Los vencedores pasarán por la gran tribulación
El otro punto, o sea un tercer punto, para completar lo de la vez pasada, y les ruego que lo que estamos hablando hoy sea continuación de la vez pasada para completarlo, porque no tuvimos tiempo de terminarlo por causa de lo tarde. Vamos a Apocalipsis 15, del cual hoy estuvimos cantando. En Apocalipsis capítulo 15:2 se ve un número de vencedores, y dice esto de estos vencedores: “Vi también como un mar de vidrio”; les ruego que se fijen en la palabra “también”. Es bueno aclarar que nosotros estamos leyendo un libro al que ya el arzobispo de Cantorbery, Robert Langdom, y otro después, lo dividieron en capítulos; y en el siguiente siglo se le dividió en versículos. Cuando Juan escribió el Apocalipsis, Juan no escribió con capítulos ni con versículos; él escribió de corrido; a veces los capítulos y los versículos nos son útiles para encontrar rápidamente un pasaje, porque si no tuviera por lo menos un número, difícilmente lo encontraríamos, o nos demoraríamos mucho; de manera que tiene su utilidad esa división en capítulos y en versículos; no fue hecha por los apóstoles, no necesariamente por el Espíritu Santo, sino por hombres queriendo ayudarnos a encontrar rápido los textos; solamente que a veces, los capítulos, si se colocaron sin una lectura cuidadosa, a veces cortan la idea; entonces uno termina donde termina el capítulo, pero la idea no terminó, sino que continuó en el otro; o a veces comenzamos en un capítulo con una idea incompleta sin tener en cuenta lo anterior; por eso les llamé la atención aquí donde dice: “Vi también”; en el 15:1, dice: “Vi en el cielo otra señal, (o sea, que está dando la continuidad a las otras señales que había visto; había visto la señal de la mujer dando a luz el niño varón, había visto la señal del dragón y ahora ve otra señal) grande y admirable: siete ángeles con las siete plagas postreras”. Pero fíjense en un detalle: “2Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios”; entonces éstos son vencedores que, por lo que está escrito en el verso 2, necesariamente pasaron la gran tribulación.

En el capítulo 14 se presentan los 144.000, que en el capítulo 7, son 12.000 sellados de cada tribu de Israel; algunos hermanos toman un grupo de los 144.000 como diferente al otro. Yo no tengo libertad de pensar que hay dos  grupos de 144.000 diferentes, porque nunca se puede hacer una doctrina de un solo versículo; siempre tiene que haber por lo menos otro versículo que confirme al uno, que sea un pasaje paralelo y que se refiera a lo mismo. En Apocalipsis 7 aparece la misma secuencia que aparece en Apocalipsis 14 y 15. En Apocalipsis 7 aparecen los 144.000 sellados de las tribus de Israel e inmediatamente después aparece una multitud de otras tribus, lenguas, pueblos y naciones; es decir, de los gentiles; en Apocalipsis 7 se presentan las tribus de Israel y las tribus de los gentiles en esa secuencia: primero las de Israel y luego las de los gentiles. Esa misma secuencia, en un pasaje paralelo aparece en Apocalipsis 14 y 15 donde al principio del 14, aparecen los 144.000 en el monte Sion que se refiere principalmente a Israel como los 144.000 sellados de las doce tribus de Israel; aquí aparecen otra vez los 144.000 en el monte Sión; y así como en Apocalipsis 7 después de los 144.000 de las tribus de Israel, aparece una multitud incontable de las demás tribus, pueblos, lenguas  y naciones, así también después de Apocalipsis 14 donde están los 144.000 en el monte Sion, aparece esta multitud de vencedores de las otras naciones, que están allí en el tiempo de la tribulación y que vencieron, la misma secuencia de Apocalipsis 7 aparece en Apocalipsis 15.


Ahora, fíjense en lo que dice al final del capítulo 15: “8Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; (y fíjense en esta frase) y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles”. Aquí claramente dice la palabra del Señor que nadie puede entrar en el templo hasta que se hayan cumplido las siete plagas; por eso en Apocalipsis 16, después de describir, como lo vimos la vez pasada, el reino del dragón en la quinta copa y en la sexta copa, también la reunión de los reyes de parte del dragón, la bestia, el falso profeta para la batalla de Armagedón, todavía en el contexto de la sexta copa dice el Señor: “15He aquí, yo vengo como ladrón”; o sea que todavía en la sexta copa, después de todo ese problema, todavía no ha venido como ladrón; y dice aquí: “Nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles”. El Señor cuando habla de los galardones en Apocalipsis 22, dice que Él da los galardones en su venida: “12He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Pero en Apocalipsis 11, cuando habla de la séptima trompeta, o la final trompeta, dice que esa final o séptima trompeta es el tiempo de dar el galardón a sus siervos los profetas; y cuando el Señor ofrece los galardones a las siete iglesias, en el galardón a la iglesia en Filadelfia, dice: “12Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”; o sea que los vencedores de Filadelfia son puestos como columnas en el templo; pero ninguno podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas que tenían los siete ángeles; por lo tanto los vencedores de Filadelfia tendrán que esperar que las siete plagas se cumplan para poder entrar al templo y no salir más de ahí. Cuando entren, no saldrán, pero no puede entrar nadie hasta que se cumplan las siete plagas. Los hermanos que quieran tener el contexto de esto, por lo menos, pueden conseguirse una copia de la transcripción que ya hoy me la entregó Marlene, para poder tener el contexto completo.


Un poco de crítica textual
Ahora sí, vamos a Apocalipsis 1:8, que ya lo leímos la vez pasada. En los manuscritos más antiguos, según las ediciones críticas de las que hemos examinado varias, dice de la siguiente manera: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es y que era y que ha de venir; el Todopoderoso”. Esta versión de Reina-Valera, está basada en un solo manuscrito tardío que usó Erasmo para el Textus Receptus; Reina-Valera se basó en el Textus Receptus de Erasmo, que era incompleto incluso en los últimos versículos, y ya Erasmo tuvo que añadirle del latín a su traducción al griego, porque estaba incompleto.

El único manuscrito que él tenía era un manuscrito bizantino, un manuscrito tardío del siglo XV; en ese manuscrito tardío y en los manuscritos tardíos del tipo bizantino, acontece lo siguiente: Ellos se caracterizan porque a veces incluyen las glosas explicativas de los escribas; a veces los escribas iban copiando y les parecía que ese contexto tenían que explicarlo; claro, no dicen una mentira, a veces toman parte de otro versículo y lo ponen aquí; en el caso específico de Apocalipsis 1:8 donde dice: “principio y fin”, otros  manuscritos tardíos dicen: “el principio y el fin”; esa expresión sí aparece en otros pasajes más posteriores de Apocalipsis, y de allá fue tomado por algunos escribas tardíos para tratar de explicar lo que quería decir el Alfa y la Omega; pero esa añadidura, que no dice una mentira, sino que es sacada de otro pasaje, sin embargo es una añadidura tardía que no aparece en los manuscritos más antiguos. También otra cosa: A la palabra, Señor el Dios, le quitaron la expresión “el Dios”, porque quisieron referirlo exclusivamente al Hijo, pero aquí realmente se refiere al Padre. El Padre en Apocalipsis 1:8 es llamado “El Alfa y la Omega” y el Hijo es también llamado así en otros pasajes posteriores; incluso en el capítulo 1 de Apocalipsis, pero en el versículo 18, el Señor tiene las llaves del Hades; Él aparece como el vivo, pero que estuvo muerto y había dicho antes que es el primero y el último; o sea que ese concepto de Alfa y de Omega significa el Primero y el Último, el Principio y el Fin. El primer comentario que hago al respecto es el comentario textual, no el exegético; el exegético es acerca del significado; el comentario textual es acerca de los manuscritos, como aparece el texto original. Aquí no estamos aferrados a una traducción específica, sino que usamos todas las traducciones, pero preferiblemente los manuscritos más antiguos; entonces aquí el que habla es Dios: “Yo soy el Alfa y la Omega”. El Alfa es la primera letra del alfabeto griego, porque el Nuevo Testamento se escribió en griego; en el hebreo es Alef, pero en griego es Alfa; entonces es la primera letra que tiene valor numérico 1; y Omega significa la última letra del alfabeto griego; en español es la zeta; en el hebreo es Tau; pero en el griego es Omega. Entonces dice: “El Alfa y la Omega”. Saben que es muy interesante cómo se escribe Alfa, que en este caso tenemos que escribirlo como mayúscula, porque se refiere al Señor: “Yo soy el Alfa”; el Alfa se escribe como un triángulo, representando la Trinidad; y Omega se escribe como una especie de círculo con una base, como queriendo decir que lo abarca todo, o sea, la culminación de todo. La misma escritura Omega es como si abarcara todas las cosas; el triángulo de la Trinidad es el principio que al final abarca todas las cosas. Que Dios sea todo en todos; Él es el principio de todo, pero también es el destino de todo; todo es de Él, todo es por Él y todo es para Él; entonces Alfa sí es el principio y sí es el primero; y Omega es el fin y es el último. El valor numérico de Omega es 800, así que Alfa y Omega es 801, porque Alfa es 1 y Omega 800. Al hermano Apringio De Beja, un comentarista del Apocalipsis de la época medieval, el Señor le abrió los ojos al respecto de este detalle, que el valor numérico de Alfa y Omega, es el mismo valor numérico de la palabra que significa “paloma” refiriéndose al Espíritu Santo; o sea que es curioso el valor numérico de paloma, que es la figura del Espíritu Santo, que es también 801, así como Alfa y Omega equivale a 801. ¡Cosa curiosa! El que se dio cuenta de eso fue Apringio en la edad media temprana.


Luego dice: “Dice el Señor Dios”. Kurios ho Teos [Κύριος ό Θεός], dicen los manuscritos más antiguos; los últimos, para aplicárselo sólo a Jesucristo, le quitaron esta porción; pero es muy delicado, y por eso en Apocalipsis yo me he puesto a pasarles a ustedes datos de comentarios textuales, porque este libro dice que el que le agregue le serán agregadas las plagas, y el que le quite le será quitada su parte; por eso yo no quiero seguir a otro, ni en agregarle, ni en quitarle, sino revisar todo lo máximo posible para seguir los originales más antiguos y no agregar, ni quitar; esa es mi intención. Por favor, no se asusten; no le estoy quitando a la Biblia; solamente estoy comentando esta traducción, comparándola con otras y con los originales. “Dice el Señor Dios”; aquí el que habla es Dios, o sea, el Padre, “el que es y que era y que ha de venir”; es una manera de decir “el eterno”; y luego dice: “el Pantocrátor”, o sea “el Todopoderoso”. Es interesante como aparece aquí la firma del saludo, porque aquí hubo un saludo: Juan, a las siete iglesias que están en Asía; dice: “del que es y que era y que ha de venir”, o sea, el que firma el saludo. Luego dice: “y de los siete espíritus que están delante de su trono”, que lo hemos ya examinado, “y de Jesucristo el testigo fiel”; ahí está mostrando a Dios y luego la obra de Cristo, que nos amó y nos libró de nuestros pecados con Su sangre, y nos hizo reino y sacerdotes, para Dios Su Padre; y luego aparece viniendo en las nubes, y dándole la gloria a Él; y luego aparece Dios diciendo: “Yo soy el Alfa y la Omega, (la frase “principio y fin”, es agregada), “dice el Señor”; en otra parte no es agregado; “el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.

Después de ponerle la firma al saludo, porque éste es un saludo del cielo, del Dios Trino: del Padre, del Espíritu, lo pone de segundo, y del Hijo que lo pone de tercero, ya encarnado, y dijo: A Él sea la gloria; viene con las nubes; nos está presentando el panorama; ese es el saludo; así saludaba Pablo también: gracia y paz; aquí gracia y paz de Dios Padre y del Señor Jesucristo; gracia y paz del que es y que era y que ha de venir, de los siete espíritus, del testigo fiel, etc.; ese es el saludo y ahí termina el saludo; el saludo no es sólo de Juan; Juan es el instrumento, pero el origen es el Alfa y la Omega, el Señor Dios, que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso; Él es el que habla estas palabras.


Copartícipe en la tribulación
Ahora sí llegamos al verso 9; después de ese saludo en nombre de Dios, Juan, el apóstol empieza a contar qué fue lo que le pasó; ahora recién empieza a decirnos que estaba en Patmos y tal; pero él empezó con el saludo del cielo y ahora va a explicar las circunstancias de la visión que recibió de Dios; entonces hoy fijémonos con más detalle en el versículo 9: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesús, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús”. Los manuscritos tardíos algunos dicen: Señor Jesús, otros dicen: Jesucristo, otros Señor Jesucristo, porque es normal que si uno tiene reverencia a Jesús, le agrega Señor Jesús o Jesucristo; pero los manuscritos más antiguos dicen solamente Jesús; claro que un escriba piadoso se sentiría inclinado a añadirle Cristo o anticiparle Señor, pero los manuscritos más antiguos dicen solamente Jesús, y eso tiene su significado y su importancia.

Vamos entonces a volver nuestros pasos sobre este verso 9: “Yo Juan, vuestro hermano”; aquí uno ve la humildad de Juan; él es apóstol, pero él dice: vuestro hermano; Juan se está poniendo en el nivel de la iglesia. La iglesia está pasando por persecución; Juan es uno de los perseguidos y él no se pone en un lugar alto, sino que se pone con sus hermanos: “Yo Juan,  vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación”; o sea que lo normal de los hermanos es pasar por tribulación; Juan se declara hermano y se declara copartícipe en la tribulación; ciertamente que aquí no se refiere exclusivamente a la gran tribulación, sino a todo tipo de tribulación; pero lógicamente que la gran tribulación es tribulación. Fijémonos en este contexto cómo se presenta Juan; Juan está en persecución; Juan entiende a la Iglesia; la Iglesia está en persecución; él es uno de los perseguidos, y él se identifica como uno de ellos; eso es muy bonito, porque ponerse uno, que está tranquilo, que no está pasando por problemas, a darle consejos a otros, sin conocer dónde le aprieta el zapato al otro, esos son consejos muy vacíos; solamente quien ha vivido, que sabe dónde le aprieta el zapato, que a él también le ha apretado el zapato en el mismo callo, entonces esa persona sí puede tener simpatía, empatía, compasión y comprensión de los hermanos. Juan va a animar a los hermanos, Juan va a contarles cómo el Señor está en el trono, aunque ellos están en tribulación, aunque él está preso; él antes de llegar a ser preso, dice Tertuliano que lo condenaron a ser puesto en una olla de aceite hirviendo. Esa historia la cuenta Tertuliano, y que no se quemó; pensaron que era un brujo. Es que Dios lo tenía reservado para escribir este libro y el evangelio y las epístolas que escribió después del Apocalipsis; completó la Biblia.


Entonces lo llevaron preso a esa isla de Patmos, que era una isla donde llevaban a los criminales; no era precisamente una isla turística, sino una isla donde llevaban a los criminales; allí llevaron a Juan. Entonces dice: “Vuestro hermano y copartícipe vuestro en la tribulación”. Jesús también cuando le habló a la iglesia en Esmirna, que después lo vamos a ver con más detalle, antes de decirle a la iglesia que la iglesia esté dispuesta a ser fiel hasta la muerte, el Señor se presentó primero a la iglesia, diciendo: Yo estuve muerto, he aquí que vivo, sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida; porque él sufrió, “yo estuve muerto”, yo pasé por ahí, yo sé lo que te estoy diciendo; sé fiel, yo te voy a dar la corona de la vida; mira, yo vivo por los siglos de los siglos; estuve muerto, pero mira que vivo; sé fiel tú también; el Señor no le pide a la iglesia que soporte las situaciones sin que Él las haya soportado primero; por eso decíamos la vez pasada que si uno está pensando no sufrir, está siendo desarmado por Satanás, porque el apóstol Pedro dice en su primera carta (4:1): “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado”.


Hermanos, lo normal de la vida cristiana, es pasar por pruebas, por tribulaciones, por dolores. En Hechos, el apóstol Pablo confirmó a la iglesia, precisamente con esas palabras. Hechos 14:22: “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario (esa palabra “necesario” es porque Dios nos hace bien cuando pasamos la prueba. La prueba que pasamos es para purificarnos) que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”; esa era la manera de confirmar los ánimos. Hoy se trata de animar diciéndole a la gente: tú no vas a sufrir nada, te vas a ir en el rapto y no vas a sufrir nada, porque el Señor ya sufrió por nosotros; ¿por qué tienes tú que sufrir? Esa es una manera de desarmar a los hermanos; los apóstoles no enseñaban eso; Jesús no enseñó eso; Jesús dijo: Ya os lo había dicho antes, para que cuando suceda, os acordéis que ya os lo había dicho; o sea que el Señor habló que Su pueblo pasaría tribulaciones, y nunca ha habido una generación que no haya pasado tribulaciones; y si yo les leyera a ustedes los testimonios de la historia de la Iglesia, las clases de tribulaciones que el Señor ha permitido que Sus amados pasen, ustedes se dan cuenta que el Señor no mintió ni nos engañó, sino que nos preparó de antemano para que nada nos tome por sorpresa; por eso lo que dice aquí: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino”; y dice Pedro, lo que estábamos leyendo, “puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento”; o sea, un arma protectora es saber y estar dispuesto a sufrir; si no, estamos desarmados. Armaos con este pensamiento, puesto que Cristo padeció vosotros también armaos para padecer con Cristo.


El reino de Dios
Voy a leerles un pasaje que se refiere a los últimos tiempos, que está en Daniel capítulo 11, para que sepamos que esto es lo normal.

Daniel 11:33; fíjense en que es para el tiempo del fin; desde el versículo 31 viene hablando de la abominación desoladora; o sea, la que implantará el anticristo. Ya en ese contexto dice en el versículo 32: “32Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; (los que no le sean fieles al Señor, serán engañados con lisonjas) mas el pueblo (este mas es pero) que conoce a su Dios se esforzará y actuará. 33Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo”. Fíjense en esas cuatro palabras que sintetizan la persecución: “espada, fuego, cautividad y despojo”. Voy a decirles una noticia que es en el tiempo del gobierno actual; no estoy hablando de tiempos anteriores; se escuchó y salió, pero en una noticia muy pequeña; no se le dio el significado que se le debía dar. Resulta que venía un barco de Europa para Colombia y traía guillotinas; y en el Atlántico hubo una gran tormenta y fue necesario tirar las guillotinas al mar; pero no eran guillotinas de imprenta para cortar papel, eran guillotinas para cortar cabezas; un barco venía de Europa para Colombia cargado con guillotinas, en el tiempo de este gobierno; no sé si ustedes sabían esa noticia. ¿Para qué guillotinas en Colombia? ¿Quién estaba importando eso? Salió en las noticias, muy pequeña, y pocos supieron de ella; pero quiero que la sepan en este momento.


Volvamos a Apocalipsis; estamos en el 1:9: “copartícipe vuestro en la tribulación”. Juan está sufriendo, está preso en la cárcel, ha pasado por la olla de aceite hirviendo, el Señor le conservó la vida, ahora está preso en la isla de Patmos; esa historia la cuenta Tertuliano.

Ahora dice aquí: “copartícipe” no sólo en la tribulación, sino “en el reino y en la paciencia de Jesús”. Tres cosas en las cuales Juan se declara copartícipe al mismo tiempo: la tribulación, el reino y la paciencia; o sea, el reino tiene varias etapas: habrá una etapa gloriosa del reino cuando Dios enjugará toda lágrima, pero hay una etapa de introducción del reino cuando los valientes son los que lo arrebatan. Cuando el Señor Jesús dijo: “El reino de los cielos sufre violencia, y los violentos (los esforzados, los valientes) lo arrebatan” (Mateo 11:12), mostró que era necesario valentía para el reino; hay una etapa del reino que corresponde al período de la Iglesia y en las tribulaciones normales que pasa la Iglesia; por eso Pablo hablaba de los hermanos que le ayudaban en el reino; o sea que la vida de la Iglesia es un aspecto del reino. Habrá otro aspecto del reino en el Milenio; habrá otro aspecto del reino en el cielo nuevo y en la tierra nueva; hubo un aspecto del reino en el tiempo de Israel; hubo un aspecto del reino antes de la tierra cuando el Señor estaba con sus ángeles creando la tierra; Él reina de eternidad a eternidad; luego hubo el período del reino correspondiente a Israel, pero el reino será quitado a este pueblo y será dado a otro pueblo que dé el fruto que el otro no dio; es el período de la Iglesia, y Pablo hablaba del reino en la Iglesia; me ayudan en el reino de Dios, decía en sus saludos.


“El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17). Hay un aspecto actual del reino, hay un aspecto cuando el reino sufre violencia; esa es la hora de la Iglesia, es cuando el reino sufre violencia; Jesús dijo que el reino sufría violencia; aún después del milenio el reino sufrirá violencia, porque Satanás será desatado e irá a engañar a las naciones para venir contra la ciudad santa, pero el Señor hará descender fuego del cielo e introducirá Su juicio final; pero el reino del Señor sufre violencia porque es un choque de dos reinos; es el reino de Dios contra el reino de las tinieblas; por eso el reino de las tinieblas hace violencia contra el reino de Dios, y por eso es que Juan pone la palabra reino en medio de tribulación y paciencia; o sea, cuando el reino sufre violencia por tribulación, debemos tener paciencia, pero esa paciencia no la podemos tener sin Jesús, y aquí lo interesante en los versículos originales es que dice: “y en la paciencia de Jesús”; y más abajo: “el testimonio de Jesús”. Si tú lo ves en el griego, esta paciencia de Jesús no es lo único que se dice de Jesús, sino la tribulación de Jesús, el reino de Jesús y la paciencia de Jesús, y entonces “el testimonio de Jesús”. ¿Por qué no dice aquí en los originales “Cristo”? Siempre que se habla de victoria, se habla de victoria en Cristo; somos fuertes en Cristo, resucitados con Cristo, sentados con Cristo en los lugares celestiales y hablamos en Cristo.

Dice que el Señor llegó a ser, cuando ascendió, Señor y Cristo; no que no era el ungido, sino que ahora es el ungido para reinar; ahora a Jesús se le llamó: Señor y Cristo, como dice la Escritura. Para que lo vean con sus ojos, lo dice de la siguiente manera en Filipenses 2:10: “10Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor”. Primero cuando Él está como Jesús, Él está en sus pruebas terrenales, Él está en sus tribulaciones; por eso Él decía: Vosotros que me habéis acompañado en mis pruebas, os sentaréis conmigo en doce tronos; pero primeramente le habían acompañado en sus pruebas. Como Jesús, Él está en su humillación, ¿entienden? Como Cristo Él está en su resurrección y en su ascensión; entonces por eso Juan no utiliza aquí, tribulación en Cristo, sino copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesús. Esas tres cosas son de Jesús. La tribulación de Jesús, somos partícipes de la tribulación de Jesús.


El honor de padecer por Cristo
Por eso dice la Biblia: “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (Filipenses 1:29). Es una concesión, es un honor que se nos concede.

Quizá el Señor no conceda a algunos ese honor; ¿por qué? porque a lo mejor flaquean, no sabemos. Dios tenga misericordia de nosotros; de esto nadie se puede gloriar de valiente; porque Pedro se gloriaba diciendo: Señor, mi vida pondré por ti; y a última hora vio que en sus propias fuerzas hasta de la chica del servicio se asustó; ya después sí, ahora sí, ya en unión con el Señor, fue crucificado con el Señor y hasta cabeza abajo; fue valiente y no huyó más. ¿Quo vais? ¿A dónde vas? Cuando estaba huyendo de Roma, vio que el Señor volvía para Roma, en una visión; eso lo cuenta la historia; él estaba huyendo de Roma y vio que el Señor venía para Roma; y le preguntó: ¿Quo Vadis? ¿A dónde vas? Ahí entendió que él tenía que ir a Roma a morir en nombre de Cristo; entonces ya le llegó su hora, porque el Señor mismo dijo: mientras tanto huyamos, pero cuando llega la hora, hay que enfrentarla. Entonces aquí Juan tiene un concepto importante: copartícipes, nosotros en cuerpo, en la tribulación de Jesús, en el reino de Jesús y en la paciencia de Jesús; esa es la experiencia actual de Juan; cuando Juan está escribiendo esto, él está participando de la tribulación, del reino y de la paciencia, pero de Jesús; Jesús como hombre, en su humillación. Por eso él dice: en Jesús y no precisamente en Cristo, aunque Jesús es el Cristo, pero habló de Jesús, por causa de la humillación.


Entonces dice: “estaba en la isla llamada Patmos”; claro, él tenía  que explicar,  porque eso es como estar antes en la cárcel de la Gorgona; yo estaba en la Gorgona, ¡pero cómo! Porque sabemos que la Gorgona quiere decir la cárcel de los peores criminales; entonces él explica: “en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús”; por estas dos cosas: por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús, él fue enviado preso a la isla llamada Patmos.

¿Dónde está ubicada esa isla llamada Patmos? Si ustedes recuerdan donde está Grecia y Turquía hoy en día, y que luego se entra hacia el Mar Negro. En la costa de Turquía, que es la península Anatolia, está Efeso; luego a unos 80 kilómetros hacia el norte está Esmirna; luego otros 64 kilómetros hacia el norte está Pérgamo; luego va hacia el sur o sea a Tiatira y va bajando a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea. Ese es más o menos el recorrido; y a unos 100 kilómetros de Efeso, que queda cerca del mar, Mileto es como decir un puerto cercano a Efeso; luego de Efeso a unos 100 kilómetros hacia el suroeste está una serie de islas que se llaman las Espóradas; una de esas islas es la isla de Patmos, que tiene más o menos 16 kilómetros de largo y unos 8 kilómetros de ancho en la parte más ancha; pero hay una parte del mar que entra en la isla y casi la parte en dos; esa es la isla de Patmos que queda ubicada entre las islas Espóradas, más o menos al suroeste de Efeso, que queda en la península Anatolia, que es lo que hoy es Turquía, que antes se llamaba Asia Menor; es una isla rocosa, no muy fértil, donde está la cueva que se llama la cueva del Apocalipsis; hasta hoy está; hoy han levantado un monasterio y nuestro hermano Samuel Doctorian estaba orando justamente allá cuando tuvo aquella experiencia mística que escribió y que ustedes conocen; entonces es una isla que más o menos ya la ubicamos; una isla de presos. Juan estuvo bajo el gobierno de Domiciano, que fue llamado el segundo Nerón o el Nerón revivido o redivivo; y cuando murió Domiciano, el siguiente emperador le dio la libertad a Juan, y él pudo regresar a Efeso y allá en Efeso pudo escribir su evangelio y sus epístolas; pero él estuvo en esa isla durante ese tiempo.


Recibir la revelación en Espíritu
Dice el verso 10: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”. “Yo estaba en el Espíritu”. Para tener la revelación de Jesucristo se tiene que estar en el Espíritu; es decir, no es suficiente estar en la mera naturalidad del hombre almático; debemos discernir espiritualmente las cosas espirituales. Porque el mero hombre natural no las entiende, y para él son locura, como dice Pablo; el espiritual discierne todas las cosas; por eso es necesario estar en el Espíritu para recibir las revelación. “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”. Esta frase, “en el día del Señor”, se refiere al domingo; hay una manera especial en el griego para referirse al día del Señor y diferente cuando se refiere al día del juicio; algunos lo han interpretado como el día del juicio, pero sin acudir al griego. Uno de los mejores especialistas en griego, el hermano Archibald T. Robertson, que publicó una obra en seis volúmenes que está en la biblioteca que se llama “Imágenes Verbales del Nuevo Testamento”, él hace un análisis profundo y una diferenciación de este asunto y por lo tanto en base a eso se puede decir que este día del Señor se refiere a un domingo. “Estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mi una gran voz como de trompeta”. Es interesante que la voz le habla desde atrás y eso se debe a una promesa que había hecho el Señor, porque dice en los profetas: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él” (Isaías 30:21). Si tú vas a caminar, el Señor desde atrás te sopla por dónde es que tienes que caminar; entonces Juan seguramente que estaba confundido en la isla de Patmos, estaba en una persecución, quizá no sabía qué hacer porque esto con lo que él nos saludó lo experimentó después, aunque lo contó antes, estaría confundido, pero el Señor, que es fiel a Su pueblo, a Sus siervos, a Sus maestros, a Sus enviados, desde atrás de él le habló, y la primera palabra que el apóstol Juan escuchó fue la siguiente: “11Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asía: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”.

¿Se dieron cuenta de que me salté esa parte que dice: “Yo soy el Alfa y la Omega”? Eso tampoco está en los manuscritos más antiguos, pero lógicamente que quizá un escriba posterior piadoso, ¿cómo va a introducir así directo que escriba? Es como más bonito decir: Yo soy el Alfa y la Omega; claro que eso lo dijo el Señor en otra ocasión, pero los manuscritos más antiguos no ponen esta frase aquí; sólo la ponen algunos manuscritos posteriores. Dice aquí: “Escribe en un libro lo que ves”. ¿Saben, hermanos? El Señor manda a escribir. En Apocalipsis el Señor manda 12 veces a escribir; y esta es la primera vez: “Escribe en un libro lo que ves”. Veamos algunos de los otros mandamientos de escribir. Vamos por ejemplo al capítulo 14, verso 13: “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe”. En el 2:1: “Escribe”; en el 2:8: “Escribe”; en el 3:1: “Escribe”; en el 3:7: “Escribe”; en el 3:14: “Escribe”; en el 19:9: “Escribe”, y en el 21:5: “Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”; 12 veces; el número 12 lo usa el Señor en todo; 12 veces le da el Señor a Juan la orden de escribir.

¿Por qué el Señor manda a escribir? Para que no se pierda. Él explica las razones; por ejemplo, a Habacuc le explica las razones. Vamos allá a Habacuc para ver por qué se debe escribir; es que a veces las cosas espirituales uno se las confía a la memoria, pero se le van olvidando, se le van deshaciendo, y por eso el Señor quiere que se escriban. Vamos al libro de Habacuc; dice en el capítulo 2:2: “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.” O sea, el Señor sabe que si no se registra, las cosas se pierden; entonces Dios siempre manda a escribir: Moisés: escribe en un libro las jornadas; a Jeremías también le dijo: Jeremías, escribe. A Isaías también le dijo: Isaías, escribe. A Ezequiel también le dijo: escribe; inclusive le dijo: escribe esta fecha; o sea el Señor manda a escribir. Le dijo a Moisés que escribiera un cántico y que se lo enseñara al pueblo; o sea, Dios está interesado en que Su testimonio no sea tergiversado; no se le agregue, no se le quite, que permanezca para siempre; por eso es importante que se escriba, para que corra. Si no se escribe, se queda en tu memoria y se muere contigo; pero si se escribe, tú te mueres, pero queda escrito; luego otro le hace una copia, luego otro le hace otra copia. De Juan no sabemos si hizo siete copias, una para cada iglesia, o mandó una copia primera para la primera y que después en Esmirna hicieran para los otros, no sabemos; el hecho es que escribió; el Señor le dijo que la enviara. También en el capítulo 1:19, dice: “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas”; o sea varias veces; entonces realmente son doce veces, siete es 3+4; 12 es 3x4. Porque son 7 a las siete iglesias; aquí en el capítulo 1 hay dos, son 9; en el capítulo 14, son 10; luego en el 19, son 11; y en el 21, son 12 veces que manda a escribir. “Escribe”, es un interés de Dios.


Los períodos de la Iglesia
Continuamos con el verso 11 de Apocalipsis 1: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: A Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”. Aquí vale la pena recordar que este escrito a estas siete iglesias es una profecía, y que Dios, a través de lo que le habla a estas siete iglesias, le está hablando a todas las iglesias; por lo tanto, sería interesante no solamente ver el nombre, sino el significado profético de estos nombres. Muchos hermanos han procurado ver el significado de estas palabras y algunas veces no coinciden unos significados con otros, porque algunos, por ejemplo, yo les mencioné a Apringio De Beja, estuve viendo los significados que él le da; él habla en latín y realmente quizá él le ve el parecido a palabras latinas y no ve las raíces griegas; por eso algunos le dan otros significados; pero este libro fue escrito en griego, por eso hay que ir a las raíces griegas para encontrar lo más parecido. No queremos ser dogmáticos, pero sí acercarnos lo más posible al griego. Aquí aparecen siete iglesias que eran históricas, pero también proféticas; es decir que se referían a períodos de la iglesia.

Dice: “A Efeso”. Efeso significa algo así como descansado, como aflojado, como si la iglesia en sus tiempos primitivos, comenzara, después de la muerte de los apóstoles, porque Juan fue el último que sobrevivió, a decaer un poco, a aflojar. Recuérdese que el apóstol Pablo hablando en Mileto a los ancianos de la iglesia en Efeso les dijo: “29Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. 30Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:29-30). El mismo Pablo a la iglesia en Efeso le advirtió que después de su partida habría un bajón, habría un peligro; por eso cuando estudiemos esa iglesia veremos que el Señor le dice: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído”. Ese concepto está implícito en esa palabra Efeso. La palabra Esmirna tiene el significado de amargura; y si ustedes ven, se refiere a la iglesia en tribulación, a la iglesia en persecución, a la iglesia en tribulaciones difíciles. La palabra Pérgamo viene de muy casado: Hiper y gamia; por ejemplo, poligamia quiere decir muchos casamientos, muchas esposas, muchas mujeres; de ahí viene la palabra gameto, gamo. ¿Amén? Pérgamo quiere decir: muy casado y se refiere a ese período de la historia de la Iglesia después del período de las persecuciones; o sea, después de Constantino en adelante, cuando la Iglesia empezó a mezclarse con el mundo; por eso el Señor le habla como aquel que tiene la espada para separar lo precioso de lo vil. Después viene la palabra Tiatira; a esta palabra algunos le han dado varios significados. Mirando las raíces griegas, algunos la han llamado sacrificio continuo, mujer dominante, o torre alta, mostrando que es como ese período en que la Iglesia se hizo grande, llegó a ser dominante; entonces es el período medieval, el período de la iglesia de la edad media, la continuación de Pérgamo.

Luego Sardis es la palabra que algunos han interpretado como escapados, que escapan, refiriéndose al período de la Reforma, cuando salieron del dominio de la gran ramera, que era Roma. Luego la palabra Filadelfia viene de la palabra phileo o amor filial, o afecto natural, y adelfo que quiere decir hermano; entonces Filadelfia es el período del amor fraternal, de la restauración de la visión del cuerpo de Cristo, como una etapa posterior a la Reforma, como algo que debe suceder, que debe superar el nivel denominacional de la Reforma. Por último aparece la palabra Laodicea, que viene de la palabra laos de donde viene la palabra laicos o pueblo, y la palabra dikesis que quiere decir justicia o derecho; de manera que Laodicea quiere decir los derechos del pueblo, refiriéndose a la época final que es la actual donde el énfasis son los derechos humanos y el gobierno del pueblo; a veces es la anarquía; se ha hecho común. Esto después se verá en más detalle, pero es como para adelantar un poquito.


Volvamos a Apocalipsis 1:12 que dice: “12Y me volví (dice Juan) para ver la voz (porque él oyó que le hablaban detrás y él quiso ver la voz) que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, 13y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro”; y sigue describiendo; pero antes de entrar aquí en la descripción del Señor, detengámonos un poquito en el detalle: Lo primero que vio Juan cuando se volteó a ver la voz que le hablaba, fue los siete candeleros; después vio al Señor en medio de los candeleros, pero primero vio siete candeleros. Dice: “me volví para ver la voz”; lo interesante es la relación de voz con candelero. “Me volví para ver la voz”; la voz se oye, no se ve, pero él quería ver quién era el que había hablado; y lo curioso es que el Señor fue el que le habló, pero le habló en medio de los candeleros. Más adelante va a explicar el misterio de los candeleros y le dice que estos candeleros son las siete iglesias; o sea que cuando Juan quiso encontrar la voz del Señor, el Señor se le reveló en medio de las iglesias; como quien dice, al Señor se le encuentra en la iglesia. La iglesia tiene el ministerio de la reconciliación, el ministerio de la palabra, el ministerio del Espíritu, el ministerio del Nuevo Pacto, y las personas se encuentran primero con la iglesia y en la iglesia encuentran al Señor; claro que el Señor está en medio de las iglesias, pero el Señor cuando se reveló y se mostró a Juan lo primero que Juan ve es candeleros; él no describe primero al Señor, sino los candeleros. “Me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro”; claro que en medio vio al Señor, pero él vio los candeleros; él quería discernir la voz del Señor y el Señor se le presenta en medio de los candeleros; eso quiere decir que Dios hace que Su Iglesia sea tenida en cuenta. El Señor fue a la Iglesia a la que le encomendó Su palabra; aun apóstoles como Juan lo primero que ven son los candeleros. Cuando Pablo se convirtió, porque el Señor se le apareció en el camino, y hasta se quedó ciego, Pablo le dijo: Señor, ¿que haré? Pero el Señor no le dijo directamente todavía qué hacer; el Señor inmediatamente lo colocó bajo la autoridad de la iglesia; el Señor le dijo: Ve a la ciudad de Damasco, a la puerta derecha; le dijo dónde tenía que ir, allá a la casa de Ananías, y allí se te dirá lo que debes hacer; o sea que el Señor le había podido decir directamente a Pablo lo que el Señor tenía que decirle, pero el Señor le hizo a Pablo honrar a la iglesia, el Señor lo puso bajo la autoridad de la iglesia; eso quiere decir que nosotros no podemos menospreciar el testimonio de la iglesia porque esos son los candeleros.


En el testimonio de la iglesia se oye la voz de Dios; claro que después tenemos relación directa con el Señor, pero normalmente el Señor nos habla en la iglesia. Yo pienso que si tú haces un recuento de lo que has aprendido de la palabra del Señor, puede ser que un porcentaje mínimo lo hayas aprendido directamente, pero el mayor porcentaje lo has aprendido en la iglesia, en la comunión con los hermanos, porque el Señor habla en medio de los candeleros. Lo primero que le mostró el Señor a Juan, incluso al Señor allá, pero primero vio los candeleros; eso quiere decir que no podemos pasar por alto la iglesia y que sí encontramos la voz del Señor en la iglesia; el Señor está en medio de los candeleros, Él se mueve como Sumo Sacerdote en medio de las iglesias y es en las iglesias donde oímos la voz de Dios. Dios te puede hablar directamente, pero casi siempre te habla por la iglesia. Señor, ¿qué haré? Ve a la calle derecha y allí se te dirá qué debes hacer. El Señor le va a hablar, pero a través de la iglesia en Damasco; él quería que el Señor le hablara directo; el Señor después le habló directo, pero después de que estuvo sometido a la autoridad delegada por el Señor a la iglesia; por eso es que Juan, cuando se volteó para ver la voz que le hablaba, lo primero que vio fue los candeleros; y así las personas antes de conocer a Cristo ven a la iglesia y por eso es tan importante que la iglesia dé un buen testimonio, porque si la gente mira a la iglesia y no encuentra el testimonio del Señor en la iglesia, difícilmente va a encontrar al Señor mismo. El Señor quiere que la gente lo encuentre a Él en medio de la iglesia; por eso hermanos, nunca debemos perder de vista esto. A veces nosotros decimos: no mire a los hombres y siga solamente al Señor, pero el Señor quiere que lo encuentren a Él en los hombres; Dios quiere que el Señor sea encontrado en nosotros; nosotros a veces no tenemos cuidado de cometer un error y escandalizar a la gente, y decimos: Es que yo soy pecador, no me mire a mi, mire al Señor; claro que nosotros somos la iglesia, pero el Señor no quiere que nosotros le dejemos a Él solamente el trabajo, no; Él quiere ser encontrado en nosotros; Dios nos ayude a dar un buen testimonio; que la gente que quiera encontrar a Cristo lo pueda encontrar en medio de nosotros. La voz de Cristo en medio de las iglesias. Vamos a parar por hoy aquí. ☐

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