lunes, 3 de enero de 2011

LOS SERES VIVIENTES

LOS SERES VIVIENTES


“Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”. Apocalipsis 4:6.

Relámpagos, truenos y voces
Vamos a continuar con el estudio del Apocalipsis y vamos al capítulo 4 donde quedamos la vez pasada. Habíamos quedado en Apocalipsis 4:4, donde hablaba de los veinticuatro ancianos; hoy vamos a continuar considerando estos versos. “5Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”. Interesante cómo San Juan describe este primer aspecto delante del trono. “Del trueno salían relámpagos y truenos y voces”; no es la primera vez que aparece así; tenemos varios versos en la palabra donde esto se nos presenta de esta manera. Por ejemplo, en Éxodo 19:18-19. Ustedes pueden darse cuenta, precisamente un momento antes del decálogo, cuando el decálogo iba a ser dado, la ley iba a ser escrita en las tablas de piedra. “18Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego, y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. 19El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante”; o sea, truenos. Aquí Apocalipsis 8:5: “Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”.

Por el contexto de las veces que están apareciendo estas frases vemos que es bueno tenerlas todas, para que nos demos cuenta de lo que Dios quiere representarnos; Dios es Espíritu y es necesario conocerlo en espíritu, pero fíjense que Él se revela con expresiones para dar a entender algo, qué es lo que se tiene que entender. En el 11:19 también dice algo semejante: “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo”. En el capítulo 16:17,18: “17El séptimo  ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. 18Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra”. Entonces ahí aparecen de nuevo relámpagos, voces y truenos. Otro pasaje está en Ezequiel 1:13. Hoy vamos, más tarde, a estar viendo algo de Ezequiel. “Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes, y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.” En Apocalipsis 1:4: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono”. Con estos versos estamos tomando otros pasajes paralelos en donde lo que se nos expresa aquí y es expresado también allí y al mirarlo en conjunto podemos entender con la ayuda del Señor mejor su lenguaje.


Un trono de juicio
El trono de Dios aparece aquí como una cosa seria, aparece revelándose la santidad de Dios; obviamente que la santidad de Dios es juicio contra el pecado. Por una parte, la vez pasada habíamos visto un aspecto del trono; habíamos visto que alrededor del trono estaba un arco iris en aspecto semejante a la esmeralda, mostrando la fidelidad de Dios, pero el Dios que es amor también es fuego consumidor. En la santidad de Dios se une el amor de Dios, la fidelidad de Dios y el juicio de Dios. El trono de Dios es también un trono de juicio, es un trono donde la santidad de Dios se pronuncia en contra del pecado de sus criaturas; por eso cuando aparecía en el monte Sinaí: No robarás, no matarás, no mentirás, eso era como truenos; era la voz de Dios oponiéndose con todo su corazón al mal; por eso el pueblo lo recibía como truenos, como relámpagos; y tiene que ser así porque nosotros los seres humanos, cuando estamos en oscuridad, si todas las cosas son agradables, si todas las cosas son fáciles, parece que no tomamos conciencia de la santidad de Dios.

Solamente Dios conoce sus criaturas; Él nos conoce, Él sabe que si todas las cosas fueran fáciles nosotros no entenderíamos a Dios y nos inclinaríamos y nos venderíamos al pecado; entonces el Señor tiene que hacer algo que nos ponga en nuestro punto, en nuestro lugar. Por eso Él a veces se revela de una manera seria, de tal forma que conozcamos el temor de Dios, que es el principio de la sabiduría.

Estas cuestiones que aparecen aquí como relámpagos, voces y truenos es con el objetivo de hacer sabias a sus criaturas, porque el principio de la sabiduría y la sabiduría misma, las dos cosas están escritas, es el temor del Señor; la reverencia. El trono de Dios es un trono de justicia, es también un trono de juicio, lo mismo que es también un trono de gracia; pero entonces aquí se nos presentan los dos aspectos: el trono de gracia, revelado en el arco iris, y el trono de juicio, revelado aquí en la santidad de Dios pronunciándose contra el pecado de las criaturas.


“Y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, los cuales son los siete espíritus de Dios”. Ya cuando estudiamos el capítulo 1 nos detuvimos un poco en esto de los siete espíritus de Dios; en otra parte dice la Escritura que el Espíritu de Dios es uno, pero aquí aparece como los siete espíritus de Dios. En el libro de Isaías, capítulo 11:2, como recordábamos la vez pasada, aparece el Espíritu de Dios en siete aspectos. Fíjense en que el modelo que hizo Moisés, habiendo visto las cosas cuando subió de aquel baldosado de zafiros, etc., él hizo un modelo, él colocó el arca en el lugar central, o sea, en el lugar del trono; colocó los querubines en lugar de los seres vivientes, y colocó también el candelero en el Lugar Santo delante del Señor, el cual tiene siete brazos y tiene siete lámparas, y las lámparas representan al Espíritu. Entonces aquí aparecen también en Isaías estos siete aspectos del Espíritu. En el candelero está la caña central y tres brazos a la derecha, y tres brazos a la izquierda; tres y tres son seis, y la caña siete; entonces aparece aquí: “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; (ahí está como decir la caña central) espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”; o sea, Dios revelándose de esta manera séptuple: Espíritu de Jehová que es la caña central, porque es un solo Espíritu que se revela en distintos aspectos; entonces aparecen por pares. ¿Se dan cuenta de los pares? Los brazos del candelero son pares y aparecen aquí los pares: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. El Espíritu del Señor aparece así séptuple, especialmente aquí en Apocalipsis. En Isaías se hace un pequeño adelanto, pero es en Apocalipsis cuando aparece el Espíritu del Señor manifestado de esta manera séptuple, como el hermano Witness Lee decía: intensificado, para cumplir la economía de Dios.


El trono de Dios y el tabernáculo
Vamos comparándolo con el tabernáculo: en el Lugar Santísimo estaba el arca que se corresponde con el trono; en el Lugar Santo estaba el candelero que se corresponde con las siete lámparas, los siete espíritus de Dios; y en el Atrio estaba la fuente de bronce donde ellos se veían; porque esa fuente de bronce había sido hecha con los espejos de las mujeres de Israel. Uno, cuando se acercaba a esa fuente de bronce, uno se veía a sí mismo para poder lavarse, porque uno no se puede lavar si no se ve a sí mismo; sólo cuando uno se reconoce y reconoce sus pecados y los confiesa es que uno puede lavarse. Es por eso que había una fuente de bronce hecha con los espejos de bronce de las mujeres de Israel; ellas se reflejaban en el bronce; era el bronce representando el juicio de Dios; es el juicio de Dios el que nos hace conocernos a nosotros mismos; como estábamos diciendo, a veces nosotros no nos damos cuenta de lo que somos hasta que la disciplina del Señor nos toca un poco. El objetivo de la disciplina es que nos conozcamos a nosotros mismos, que entendamos que nos estamos metiendo por un camino que no es; para poder reconocernos y limpiarnos; eso estaba en el Atrio; entonces, ese mar de bronce, que así era llamado “mar de bronce” como una pila grande, aquí se corresponde con el mar de cristal; ustedes ven aquí lo que estaba al frente. Apocalipsis 4:6: “Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal”. Este mar de vidrio semejante al cristal aparece también en otros pasajes de Apocalipsis; por ejemplo, en el capítulo 15:1,2, aparece después de haber visto la señal: “1Vi en el cielo una señal, grande y admirable”. El Señor le muestra a Juan varias señales; por ejemplo: la mujer dando a luz un niño varón es una señal; el dragón con siete cabezas y diez cuernos es otra señal; Dios a través de las señales habla, porque una imagen habla más que muchas palabras. Con una imagen uno entiende muchas cosas; por eso el Señor hablaba en parábolas, ¿verdad? Para que los entendidos puedan entender; y aquí aparece otra señal; o sea que Dios habla en señales y esta otra señal dice: “grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios”. Fíjense en qué contexto aparece aquí el mar de cristal; fíjense en qué era lo que había en el Atrio. En el Atrio era donde se reconocía el pecado y se juzgaba el pecado y se limpiaba el pecado; ese era el trabajo en el atrio. Las personas entraban, los sacerdotes entraban, se veían en la fuente, se lavaban y allí en el atrio era donde se ofrecía el sacrificio, donde los pecadores ponían sus manos encima de los animales a ser sacrificados, confesando sus pecados, y ese sacrificio era por los pecados. En el atrio es donde los hombres reconocen sus pecados para poder tener acceso a la presencia de Dios. Nosotros vimos que al comenzar a describir el trono, primero nos habló del arco iris; eso es en el Lugar Santísimo, ¿verdad? Pero se nos describe después hacia afuera que había truenos, voces y relámpagos; el trono de gracia es también el trono de juicio; la diferencia radica en nosotros; si nosotros reconocemos nuestros pecados, nosotros tenemos el oportuno socorro y acceso al trono de gracia, pero si no reconocemos nuestros pecados, entonces el trono de gracia se vuelve un trono de juicio. “Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios” (1 Jn. 3:20). El mismo trono es trono de gracia; se le llama “trono de gracia” en Hebreos, pero también es “trono de juicio”, ¿verdad? La gracia se refleja en el arco iris, el juicio se refleja en voces, truenos, relámpagos.

La fuente de bronce y el mar de cristal
La posición de Dios es en contra del pecado; y aquí mismo entonces, cuando estamos en esta descripción de la ira de Dios, que es el juicio del pecado, ahí aparece el mar de vidrio, que es como decir lo que estaba representado por la pila de bronce, por el lavacro de bronce; eso se corresponde con el mar de vidrio; y vemos en Apocalipsis 15:2, en ese contexto de los siete ángeles a punto de hacer juicio, que estaban en el mar de vidrio. ¿Dónde se hace el juicio? ¿Dónde se reconoce el pecado y se trata el pecado? En el atrio, ¿no es así? Y aquí aparece en Apocalipsis 15:2 que dice: “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; (ese es el juicio  de Dios, esa es la pila de bronce, el mar de cristal mezclado con fuego) y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios”. Éstos son los que fueron purificados, ¿verdad? Dice que la tribulación, el juicio, es para purificación; noten ese concepto; es el mismo concepto que encontramos en Daniel. El capítulo 11 precisamente habla de la gran tribulación, que es el juicio, que es el tiempo en que se derraman las siete copas; ahí se nos describe. Leámoslo desde el versículo 31 para tener el contexto completo; aquí está hablando del período del anticristo. Daniel 11:31: “31Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”. Esa expresión “la abominación desoladora”, es característica del tiempo del anticristo, del tiempo de la ira y del tiempo de las siete copas de la ira. Y en ese contexto final de la ira, dice: “32Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. 33Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días (aquí el juicio es para la Iglesia, como dice el apóstol Pedro: es necesario que el juicio comience por la casa de Dios; no os extrañéis de la tribulación que os ha sobrevenido; a las tribulaciones, persecuciones que sufría la iglesia, Pedro se las explica como la purificación de Dios para su pueblo; y aquí dice lo mismo) caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo. 34Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 35También algunos de los sabios caerán para (aquí está el objetivo) ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo”.

El juicio de Dios nos hace transparentes
Entonces, quiero llamarles la atención a eso. Dice: limpiados, purificados, depurados. ¿Cómo se llamaba ese mar? Mar de cristal; ¿y qué nos habla el cristal? Nos habla de la transparencia. ¿Qué era lo que había en el Atrio del tabernáculo? La fuente de bronce, que era con espejos, para mirarse, para reconocer el pecado, pues el juicio de Dios es lo que nos hace transparentes. Miren lo que se dice ya al final de la Nueva Jerusalén: que era diáfana como el cristal, transparente como vidrio; es decir, que no distorsiona la gloria de Dios. De eso es de lo que nos habla un mar de cristal y de fuego, del juicio de Dios, de la purificación de Dios. Ahora, ¿qué nos decía Daniel? Que algunos en ese período pasaron, fueron purificados por medio de la persecución, por medio de la misma espada, del mismo fuego, del mismo cautiverio, del mismo despojo, fueron purificados, limpiados, emblanquecidos. ¿En qué tiempo? En el tiempo en que se manifiesta el juicio de Dios, donde se consuma la ira de Dios, que son las siete tazas. Las siete tazas consuman la ira de Dios. Es en ese contexto del juicio, de la ira de Dios, que se consuma en las siete tazas. Apocalipsis 15:2: “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios”. Como decía en otro pasaje, “éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido con la sangre del Cordero” (Ap. 7:14) y han vencido.

Estos vencedores son aquellas personas que aplicaron el juicio de Dios a sus vidas y también la redención; es decir, reconocieron sus pecados, se humillaron, fueron limpiados, se sometieron a la disciplina de Dios, porque el juicio comienza por la casa de Dios. Por el mundo haber atribulado a la Iglesia es que el mundo va a ser atribulado, pero primero es atribulada la Iglesia. Veámoslo en 2 Tesalonicenses 1:3-8: “3Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; 4tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. 5Esto (¿qué es esto? la iglesia pasando por tribulaciones, por persecuciones, por pruebas, por situaciones difíciles) es demostración del justo juicio de Dios, (cuando pasamos pruebas es porque Dios nos está purificando) para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis”. Eso es pasar por el atrio, eso es salir airosos en el mar de cristal con fuego, mar de vidrio, ponerse encima del cristal con las arpas de Dios. “6Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan”. Primero es atribulada la Iglesia porque el juicio comienza por la casa de Dios; nuestras pruebas son para purificarnos a nosotros; pero por causa de que el mundo nos ha atribulado, Dios atribulará al mundo. “Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 7y a vosotros que sois atribulado, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. Ahí está; ese es el juicio de Dios. Dios siempre ha ejercido juicio pero no se ha consumado su ira; su ira se consuma en las siete tazas, ¿verdad? Y los que aun en las siete tazas no se arrepienten, entonces van al lago de fuego.


Cuatro seres vivientes
Volvamos a Apocalipsis 4:6: “Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal”. Eso es lo que representa ese mar de vidrio; representa a las personas que han pasado por el juicio de Dios, que se han purificado y por eso están de pie con las arpas de Dios en ese lugar. Es como los pecadores que vinieron al atrio y confesaron sus pecados; allí  murieron como decir con Cristo, al poner sus pecados sobre aquel becerro mostrando que eran ellos los que merecían morir, aceptando el juicio de Dios a su propio ego, a su propio yo, se sometieron, y al someterse aceptaron la disciplina de Dios y fueron limpiados por la sangre jurídicamente y transformados orgánicamente por el Espíritu; salvados de la ira y salvados  por la vida. El Espíritu y la sangre.  La sangre jurídicamente y el Espíritu orgánicamente. Ese es el sentido de este mar de vidrio semejante al cristal. No podíamos pasar muy rápido por encima de esto. “Y junto al trono, (¡qué cosa grande! Cómo nos habla de Dios, de su amor por las criaturas, junto al trono; así como habíamos visto los veinticuatro tronos de aquellos ancianos, ahora Dios tiene allí cuatro criaturas misteriosas que representan distintos aspectos de la naturaleza, como representando toda la creación. En la presencia de Dios están estas cuatro criaturas que dice allí) y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás”. Delante para ver a Dios y detrás para ver el resto de la creación; y en otro pasaje dice que también tienen ojos por dentro, es decir, para conocerse a sí mismos.

 Cuando uno está cerca de Dios, entonces uno conoce a Dios, se conoce a sí mismo y conoce las demás cosas; mientras más cerca de Dios estemos más ojos tenemos; las criaturas que más ojos tienen, son las que están mas cerca de Dios. Vamos a ver después en Ezequiel la descripción de los querubines y de las ruedas llenas de ojos; ¿por qué? porque la gloria de Dios está allí; es decir que la gloria de Dios está delante de los que pueden ver; porque Dios ¿para qué nos da ojos? Para conocerlo, pero no sólo conocerlo a Él, sino también conocernos a nosotros mismos; por eso tenían ojos por dentro y también para conocer el mundo. Cuando nosotros no conocemos a Dios, estamos lejos de Dios, nosotros malentendemos a Dios, y hacemos preguntas: pero ¿por qué esto? pero ¿por qué aquello? No entendemos a Dios, no nos entendemos a nosotros mismos, no entendemos el mundo, no entendemos lo que pasa; pero como dice en el Salmo, cuando llegué al Santuario de Dios, comprendí. En la presencia de Dios es que uno comprende; cuando uno está lejos de Dios, está en las tinieblas, no entiende a Dios, no se entiende uno mismo, no entiende la creación, el mundo, no entiende el juicio de Dios, no entiende nada; sólo cuando está cerca de Dios empieza a ver; y Dios es tan bueno que a las criaturas más cercanas les da más ojos; las que tienen más ojos son las que están más cerca de Dios. Llenas de ojos por delante para ver a Dios, y por detrás para ver al mundo. Pero para completar esta escena celestial, también vamos a ver en otros pasajes, pues aquí no lo contó Juan, pero lo contó Ezequiel y lo contó también Isaías, que también tenían ojos por dentro, es decir, para conocerse a sí mismos en la presencia de Dios. Uno no se puede conocer con su propia introspección; la introspección no es suficiente para conocernos; a veces ni nos examinamos a nosotros mismos; por eso Dios tiene que corregirnos para que nos examinemos. El dice que tengamos ojos para vernos a la luz de Dios.

Hay un verso que dice: “En tú luz veremos la luz” (Slm. 36:9), es decir, que no es en nuestra propia luz que nosotros vemos las cosas como son. Nosotros tenemos nuestras propias opiniones, estamos supremamente satisfechos como nosotros pensamos, pero no estamos viendo como Dios ve; sólo cuando venimos a Dios vemos las cosas desde el punto de vista de Dios, y es la presencia de Dios la que nos hace entenderle a Él y entender las cosas desde su punto de vista.

 Por eso yo me alegro mucho que Dios haya querido ser un Dios que se revela a las criaturas y le permite a las criaturas conocerlo cada vez más a Él, conocerse a sí mismas y conocer toda la realidad. Estos seres vivientes llenos de ojos delante y detrás son muy dicientes.


Diversas clases de seres vivientes
Antes de pasar a la descripción de los seres vivientes, quiero llamarles la atención a lo siguiente: en la Biblia aparecen varias clases de seres vivientes; hay seres vivientes que son serafines y hay seres vivientes que son querubines; en el caso de los serafines se describe cada uno con un solo rostro, aunque los distintos serafines tienen diferentes rostros cada uno de ellos; sin embargo, cuando se describe a los serafines se les describe con un solo rostro. Cuando se describe a los querubines, se describe querubines con cuatro rostros y querubines con un rostro. Se describen seres vivientes serafines con seis alas: dos alas para cubrir su rostro porque están viendo la gloria de Dios, de tal manera que tienen que cubrirse. No me verá hombre; ellos no son hombres, pero aún ellos también tienen que cubrirse. Con dos alas volaban y con dos cubrían sus pies; es una señal de humildad; en cambio los querubines que vamos a ver ahora, son descritos con cuatro alas: con dos alas extendidas volaban, hacían ruido como de multitud de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, y con dos cubrían sus cuerpos. Son criaturas misteriosas que Dios mostró a Ezequiel, mostró al apóstol Juan, mostró a Isaías, y no todas son iguales; y por eso debemos detenernos un poquito para poder hacer esa clasificación. Seres vivientes serafines con un rostro cada uno, diferente uno del otro, cada uno representando un aspecto distinto, cada uno viendo a Dios y glorificándolo desde su propio ángulo, desde su propia identidad, porque el número cuatro representa la amplitud de la creación. La Biblia en muchas partes, cuando se refiere a la generalidad de la creación, habla como de los cuatro ángulos de la tierra; eso está en varias partes de la Biblia; ustedes encontrarán esa expresión: los cuatro ángulos de la tierra; entonces aquí estos cuatro seres vivientes es como si representaran los cuatro ángulos de la tierra, todos viendo a Dios con un ángulo distinto y una identidad distinta; uno tiene rostro de león, representa una cosa; otro tiene rostro de becerro, representa otra cosa; otro tiene rostro de águila volando, representa otra cosa, otro tiene rostro de hombre, representa otra cosa. Un solo rostro, cuatro ángulos, mirando a Dios y santificando a Dios, viéndolo desde los cuatro ángulos; imagínense también cómo el Señor Jesús es visto desde cuatro ángulos. La historia del Señor Jesús fue una sola, pero Mateo la ve desde un ángulo; digamos Mateo habla del aspecto del Mesías, del rey de los judíos, el león de la tribu de Judá; en cambio Marcos ve al mismo Señor Jesús, lo ve como el siervo de Dios, como el Cordero de Dios, como el becerro del sacrificio; en cambio Lucas nos cuenta la historia del Señor Jesús, y Lucas comienza no como Mateo desde Abraham; Lucas comienza desde Adán, y ahí está el hombre con sus fechas, en el año tal, el rey tal, el tetrarca tal y cual; él sí es como un verdadero historiador humano; ahí aparece Lucas mirando al Señor Jesús desde otro ángulo, desde el ángulo del hombre. Luego aparece Juan con esos ojos profundos, viendo la intimidad y las cosas profundas del Señor, como si fuera el águila volando; Juan representando el águila, Mateo representando el león, Marcos representando el becerro, Lucas representando el hombre; son los cuatro rostros de estos serafines
Primero son serafines y cada uno tiene un rostro, lo cual es muy significativo; después aparecen querubines de otra categoría con cuatro alas que son los querubines que llevan el trono del Señor.

Ustedes recuerdan que el arca tenía que tener unas barras porque esas barras representan el movimiento de Dios; esas barras eran para trasladar el arca y el arca estaba con querubines; en el propiciatorio había un querubín en un extremo, otro querubín en otro extremo y por eso se habla del Señor como el que mora entre los querubines; así le dice David, así le dice Asaf; así le dice Ezequías en Isaías, en Crónicas y en Reyes. Esa era una expresión típica que se decía de Dios, que mora entre los querubines; como nosotros cantamos: te entronizamos; tú estás entronizado entre los querubines. Los querubines son descritos, y vamos a verlo ahora, como los que transportan a Dios, y por eso el arca tenía unas varas para transportarla mostrando el movimiento de Dios. ¿Qué quiere decir eso? Mostrando el interés de Dios sobre la tierra. Voy a recalcar una cosa curiosa que aparece allí en Isaías y que vamos a leer. Están los serafines adorando a Dios en el cielo, pero ellos lo que confiesan en el cielo es que la tierra está llena de la gloria de Dios. Ellos están en el cielo glorificando a Dios, pero ellos  no están hablando de los planetas, no están hablando de los lugares celestiales, ellos están diciendo que la tierra está llena de la gloria de Dios. La gloria de Dios se revela en la tierra y aun el cielo tiene como espectáculo a la tierra.

Desde Génesis se dice que Dios creó las estrellas para alumbrar sobre la tierra; claro que también alumbran al otro lado, pero la Biblia dice por inspiración del  Espíritu Santo que alumbran sobre la tierra; porque es que del otro lado hay gases, hay metales, hay muchos elementos químicos, pero aquí en la tierra, Dios escogió hacer al hombre a su imagen, Dios decidió encarnarse como un hombre de la tierra y decidió poner sus pies en la tierra, de manera que la tierra es la película que se ve en el cielo; lo que acontece en la tierra, lo que acontece en nuestros corazones, es el interés del cielo; por eso es que se mueve la gloria de Dios; la gloria de Dios de pronto se aparece aquí en Babilonia, que es lo que está pasando con Israel; a veces, decide apartarse y abandonarlos y dejarlos a juicio, después regresa; a veces cuando los querubines van a revelar el juicio de Dios, entonces llegan haciendo ese tremendo ruido con sus alas como la voz del omnipotente, y Dios viene y se levanta sobre los querubines y entra al templo, y le revela a Ezequiel todas las miserias que se están haciendo en la casa de Dios y la razón por la cual lo va a abandonar; y luego se levanta Dios sobre los querubines y se va. Esa es una intervención del juicio de Dios; Dios se mueve. Existe siempre en la historia el mover de Dios; a veces el mover de Dios es para juicio, a veces para avivamiento, para edificación; hay tiempo de edificar y hay tiempo de esparcir piedras; y ¿quién conoce el tiempo de la intervención de Dios? Dios mismo. De manera que Dios es transportado por estos querubines; llega en el momento del juicio, Dios se va con los querubines, abandona la casa, viene Nabucodonosor, destruye el templo, destruye la casa, es el tiempo de juicio; pero cuando usted lee por ejemplo, el Salmo 18 de David que está en parte citado y mezclado con otros en el segundo libro de Samuel, David presenta la intervención de Dios en querubines también para salvarlo; o sea, poder de Dios a veces para salvar, para edificar, para construir, y el mover de Dios a veces para juzgar.

Vamos a ver eso para entender el otro aspecto de ese mover de Dios sobre los querubines. El Salmo 18 está registrado mezclado con otras citas de otros Salmos en 2 Samuel 22:1-51. Se corresponde con el Salmo 18, sólo que tiene algunos pasajes de otros Salmos.


Dios voló sobre un querubín para liberación
Voy a leerles una porción del Salmo 18, ya que no tenemos el tiempo de leerlo todo para que ustedes vean cómo David percibió en su espíritu la intervención de Dios en sus querubines para salvarlo; de la misma manera que a Ezequiel le fueron abiertos los ojos para ver la intervención de Dios en juicio; esa intervención es para juicio o es para salvación; los dos aspectos. En el Salmo 18, miren como comienza allí David: “Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová, el cual dirigió a Jehová las palabras de este cántico el día que le libró Jehová de mano de todos sus enemigos y de mano de Saúl.

Entonces dijo: 1Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. 2Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. 3Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.

 4Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad, me atemorizaron. 5Ligaduras del Seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte. 6En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos. 7La tierra fue conmovida y tembló; se conmovieron los cimientos de los montes, y se estremecieron, porque se indignó él.

8Humo subió de su nariz, y de su boca fuego consumidor; carbones fueron por el encendidos”. Estos carbones que eran los que estaban en el altar, representan la santidad de Dios. “9Inclinó los cielos, y descendió; y había densas tinieblas debajo de sus pies. 10Cabalgó sobre un querubín, y voló; voló sobre las alas del viento. 11Puso tinieblas por su escondedero, por cortina suya alrededor de sí; oscuridad de aguas, nubes de los cielos. 12Por el resplandor de su presencia, sus nubes pasaron; granizo y carbones ardientes. 13Tronó en los cielos Jehová y el Altísimo dio su voz; granizo y carbones de fuego. 14Envió sus saetas, y los dispersó. Lanzó relámpagos, y los destruyó. 15Entonces aparecieron los abismos de las aguas, y quedaron al descubierto los cimientos del mundo, a tu reprensión, oh Jehová, por el soplo del aliento de tu nariz”. Ahora, si ustedes leen todo el Salmo completo que no tenemos tiempo de leerlo ahora, se van a dar cuenta de que es un Salmo mesiánico. Miren lo que dice, por ejemplo, el versículo 49: “49Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre. 50Grandes triunfos da a su rey, y hace misericordia a su ungido, a David y a su descendencia, para siempre”. Vemos que es Salmo mesiánico. Aquí aparece Dios en sus diferentes movimientos siendo transportado por los querubines.

“Voló sobre un querubín”; lo mismo vamos a leer ahora allí en Ezequiel.


La santidad de Dios
Pero entonces volvamos allí a Apocalipsis 4 para más o menos hacer esas clasificaciones. Hay serafines que están alrededor del trono de Dios; estos cuatro seres vivientes que aparecen aquí son serafines.

Leamos el resto del verso hasta el 8 para tener en cuenta ese contexto de las alas de ellos que los identifica con los serafines: “7El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.” Eso es lo que estamos diciendo: la creación representada en estas criaturas cerca de Dios y cada uno con un ángulo diferente, así como Jesús es visto como el arca, como el trono de Dios, por los evangelistas de manera diferente, pero cada uno representa un aspecto del Señor Jesús. “8Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro”. Al principio había dicho en el verso 6: “llenos de ojos delante y detrás”, pero aquí en el verso 8, dice: “alrededor y por dentro estaban llenos de ojos, y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”. Estos serafines están en la presencia de Dios confesando su santidad, reconociendo a Dios en su santidad. En la santidad de Dios se reúnen los dos aspectos: tanto el aspecto de Dios como amor, como el aspecto de Dios como fuego consumidor; tanto el aspecto de la misericordia, de la gracia, como el aspecto del juicio de Dios; eso está junto en la santidad de Dios y es lo que proclaman estos serafines. Aquí no se les llama serafines, sino seres vivientes, pero en Isaías 6, se les llama serafines.


Vamos a Isaías capítulo 6. Acordémonos de que en Apocalipsis es donde se termina toda la revelación, pero la revelación comenzó en los libros anteriores. Isaías 6 describe así: “1En el año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo”. Si ustedes leen el resto del capítulo y lo comparan con San Juan capítulo 12, ustedes se van a dar cuenta de que San Juan explica que lo que vio Isaías fue al Señor Jesucristo, que es la teofanía especial de Dios; o sea, la expresión, la imagen del Dios invisible. Dios el Padre es invisible y sólo puede ser visto a través del Hijo; y eso lo explica San Juan en el capítulo 12, que esto que vio Isaías se refería a Cristo, que es la imagen de Dios. “2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas”. Cuando se compara los seres vivientes querubines en Apocalipsis con los de Ezequiel, eran querubines y tenían cuatro alas y cuatro rostros cada uno, en cambio aquí los serafines son un rostro diferente cada uno y seis alas; o sea, son seres vivientes de otra categoría; por eso es que se ha hablado en la historia del cristianismo de doctores angélicos, de doctores querúbicos y doctores seráficos. Ustedes han escuchado hablar que fulano de tal, que Tomás de Aquino es doctor angélico, que Buenaventura es doctor seráfico, que fulano es doctor querúbico.

Cuando lean historia de la iglesia verán que se registra eso; pero se hablaba por el nivel de su teología, de la revelación de ellos, se hablaba de ellos como un doctor angélico, de otros hombres de Dios se hablaba como un doctor querúbico y de otros como un doctor seráfico; doctor seráfico era aquel hermano teólogo que mayor revelación y luz había mostrado en su teología; a ellos se les llama doctores seráficos, a otros querúbicos y a otros angélicos. Ahora, si Tomás de Aquino que ha sido conocido en la historia como alguien tan tremendamente filosófico, y era apenas doctor angélico, imagínense qué querían decir aquellos que los clasificaron como doctores querúbicos y seráficos. Bueno, esto es para mostrar las categorías celestiales de estas criaturas y para no confundirlas. En Apocalipsis 4:8, dice: “Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos”; y ahora, lo que ellos decían es lo mismo que decían los serafines de Isaías. 


Volvamos a Isaías 6:2: “2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3Y el uno al otro (¡Qué interesante!) daba voces, diciendo: (no solamente se lo decían al Señor, sino que entre ellos mutuamente, lo reconocían al Señor: Santo es el Señor, pero ellos mismos proclamaban entre sí la santidad del Señor; complementariamente uno desde su ángulo, el otro desde el suyo, el otro desde el suyo; ellos mutuamente reconocían entre sí la santidad del Señor) Santo, santo, santo, (esto es lo que se llama el trisagio, tri de tres y agio de santo en el griego; trisagio quiere decir: Santo, santo, santo, tres veces Santo; aquí está revelada la Trinidad; Dios aquí aparece tres veces santo: el Padre, el Hijo y el Espíritu) Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”.


A eso era a lo que quería llamarles la atención; ellos están en el cielo, están glorificando al Señor, pero ven que Su gloria se revela en la tierra; es decir, si no hubiera habido encarnación, si no hubiera habido redención, difícilmente se hubiera conocido plenamente la gloria de Dios; por eso se decía que la tierra es la película que se ve en los cielos; por eso se dice que somos espectáculo a los ángeles, no solamente al mundo y a los hombres, sino a los ángeles; y dice también en Pedro que los ángeles anhelan ver las cosas que suceden en la tierra con los santos.


Los serafines y la gloria de Dios
Ellos están en el cielo, pero están hablando de la tierra; están glorificando a Dios que es Santo, pero dicen: “toda la tierra está llena de su gloria”. Ahora, no conocemos su gloria, pero está llena; ellos, desde el punto de vista de ellos, ellos que están llenos de ojos para ver a Dios, para verse a sí mismos y para ver la creación, ellos sí entienden; ellos no se preguntan: ¿por qué sucede esto? ¿por qué hay guerras? ¿Por qué los niños mueren de hambre? ¿Por qué estas minas quiebrapatas le quitaron la pierna a este niño? Ellos no preguntan eso; ellos ven las cosas desde otro punto de vista, ellos ven la tierra y ven la tierra llena de la gloria de Dios, porque ellos ven mejor que nosotros. A medida que nos acercamos a Dios vamos entendiendo por qué esto, por qué esto, por qué aquello, y vemos distinto. En la presencia de Dios se ven las cosas distintas; en el santuario de Dios se entienden las cosas; entonces ellos ven la tierra y no ven a los paramilitares solamente peleando contra los guerrilleros y los guerrilleros secuestrando, no, ellos ven toda la tierra llena de la gloria de Dios; ellos ven las cosas incluyendo a Dios, incluyendo el objetivo de Dios, incluyendo el sentido de los sufrimientos; en cambio, lejos de Dios no se ve.

Por eso dice Habacuc por el Espíritu Santo que la tierra será llena no sólo de la gloria, porque ya está llena de la gloria; será llena del conocimiento de Su gloria; o sea que en la tierra será revelada Su gloria. La tierra es muy importante; es un planeta pequeño, es un puntito pequeño alrededor de tantas galaxias, pero aquí estamos nosotros y aquí vino nuestro Dios y se hizo hombre y de aquí nos lleva a su mundo. Sigamos en Isaías 6:4: “Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.” Es lo mismo que dice después en Apocalipsis 15. “La casa se llenó de humo”; entonces cuando la casa se llenó de humo, la santidad de Dios frente a lo que están haciendo los seres libres, que nos dejó libres para probarnos y ¿qué hicimos en esta prueba? Miseria, cosas horribles, manicomios terribles, locuras; entonces se llenó de humo. “5Entonces dije: ¡Ay de mí!” Isaías era un profeta de Dios; pensaba que estaba muy bien, pero en la presencia de Dios: !Ay! como Juan. Juan se recostaba en el pecho del Señor, pero cuando vio su gloria, cayó como muerto. Job también cayó como muerto, al igual que Isaías. “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Juan dice que es Jesús; Isaías que es Jehová. ¿Ven la identidad? Ahora, fíjense en qué cosa interesante es lo que viene en el verso 6: un hombre, Isaías, pecador, que se confiesa pecador, se pone en el mismo lugar que su pueblo, es objeto de un serafín de esos cuatro; posiblemente sea el de becerro que representa la redención, viene y deja de confesar la santidad de Dios y la sigue confesando con un acto diferente, ya no de aclamación, sino miren cómo: “6Y voló hacia mi uno de los serafines”; esto no lo iba a hacer sin dirección de Dios; él estaba glorificando a Dios, pero miren lo que hace Dios; me estás alabando, pero ahora ocúpate de este pecador; éste se siente inmundo, no lo dejes hundido en ese sentimiento, ve, purifícalo. ¡Qué belleza la del Señor! “Uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, (eso es lo que representa el carbón, el fuego del altar, la santidad del Señor) tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi boca, (el querubín necesitaba tenazas, en cambio, la boca de Isaías podía recibirlo directamente; ¡qué precioso! Es porque Isaías tiene que proclamar en la tierra la gloria de Dios.

Ahora, ellos están proclamándolo en el cielo, proclaman lo que sucede en la tierra, pero Isaías va a hablar por Dios en la tierra) dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”.

Ellos, al confesar la santidad de Dios, no por eso dejan de obedecer a Dios para representar la gracia de Dios, así como los querubines a veces traen a Dios para salvar; a veces traen a Dios para juzgar. Los querubines tienen una función diferente. Tú no ves a los serafines castigando, ves a los serafines poniendo el carbón para purificar; en cambio, los querubines desde el principio, desde su primera aparición en Génesis, son puestos para guardar el camino al árbol de la vida; es decir, para hacer respetar a Dios cuando el hombre es ciego, como Balaam que no vio al ángel de Dios y pasa, y si  no lo hubiera visto, el ángel  lo hubiera matado. Estos serafines que aparecen aquí, haciendo esto, santificando a Dios, son descritos en Apocalipsis no como en Isaías, que cada uno tenía un rostro diferente; aquí eran cuatro, aunque no dice cuántos; en Isaías dice: serafines; pero en Apocalipsis sí dice que eran cuatro; ya vimos los diferentes rostros que tenían.


Los querubines
Ahora vamos a descender del nivel de lo seráfico, al nivel querúbico, a nivel de los querubines; eso se puede entender mejor en Ezequiel 1 y en Ezequiel 10. Entonces vamos a Ezequiel 1 y después a Ezequiel 10.

En Ezequiel 1, dice: “1Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de Dios”. Aquí Ezequiel habla en primera persona; luego el editor, posiblemente Esdras, para explicar habla de la cronología, porque el año 30 era respecto de la cronología de Nabucodonosor; en cambio, el interpolador y editor, que es Esdras, dice: “2En el año quinto de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes, (ya no dijo cuál, porque ya lo había dicho que era el cuarto) 3vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová”. Luego vuelve otra vez Ezequiel en primera persona; hubo un paréntesis aclaratorio del editor para colocar la cronología en el tiempo de Judá y no en el tiempo de Caldea o Babilonia: “4Y miré, (vuelve Ezequiel hablando en primera persona) y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, (se acercaba la gloria de Dios para juzgar) 5y en medio de ella (de aquella nube refulgente) la figura de cuatro seres vivientes”. Aquí también se les llama “seres vivientes”; pero por la descripción se van a dar cuenta de que son seres vivientes querubines y no seres vivientes serafines, que hay diferentes. “Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre”. El porte digamos de su cuerpo, era como de hombre, pero tenían otras cosas ya diferentes. “6Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas”. Los serafines no; los serafines cada uno alababa a Dios por un ángulo y juntos glorificaban a Dios por su santidad y por su gloria en la tierra; pero los querubines, que son los que llevan a Dios, como si Dios trasladase su trono y lo colocase sobre los querubines, un trono de zafiro, y se mueve a distintos lugares, llevado volando como relámpago por encima de los querubines. Ustedes ven aquí a los querubines que cada uno aparece sintetizando la visión de Dios que tenían los serafines. Los serafines: uno tenía rostro de león, otro rostro de becerro, otro rostro de hombre y otro de águila volando; en cambio los querubines cada uno tenía cuatro caras, porque ellos están viendo a Dios desde su ángulo, pero ahora Dios va a ser llevado para obrar en distintas partes de la tierra, expresar Su gloria; entonces cada uno de ellos lleva consigo todo lo que confesaron los serafines, cada querubín tiene las cuatro caras, y esto es muy importante.


Los cuatro movimientos de los querubines
A veces, el Señor se mueve hacia la derecha; como vamos a leer aquí como se movían esos querubines, digamos, a la cara de león, del rey, de la palabra profética; a veces es en la dirección del becerro, en la dirección del sacrificio, de la humillación; a veces es en la dirección del hombre; a veces es en la dirección del águila; esto es muy importante conocerlo porque cada uno de estos rostros representa un aspecto del Señor, y los querubines a veces se mueven en la dirección del hombre, a veces en la dirección del águila, a veces en la dirección del becerro, a veces en la dirección del león. Asimismo en nuestra vida el Señor también se mueve en diferentes maneras; a veces el Señor nos lleva a humillarnos como animal de sacrificio, como el becerro; a veces tenemos que cantar la tabla, poner los puntos sobre las íes, como el león; a veces oramos, profetizamos y estamos en las alturas como el águila, y a veces tenemos que poner los pies sobre la tierra en los asuntos del hombre y poner en orden nuestra misión en la tierra, de señorear, la administración, ciencia y hasta política; todo eso está con los pies en la tierra, pero desde el punto de vista de Dios; a veces nosotros nos vamos para un extremo, pero los querubines están en los extremos para evitar que nos vayamos a los extremos, y por eso tienen cuatro caras mostrando los aspectos diferentes del Señor; es decir, mostrando el equilibrio, mostrando el complemento de las cosas; es necesario ver esas cuatro caras en un mismo ser. Nosotros a veces tenemos la tendencia, si somos místicos, a subirnos al trapecio y nos pasamos dando vueltas en el trapecio y nos olvidamos de las responsabilidades terrenales; entonces tenemos que bajar del trapecio y hacer nuestros negocios, nuestras cosas, comprar el mercado, proveer para la familia, etc. Poner los pies en la tierra. A veces, es momento de proclamar, como el león; a veces es momento del martirio, del trabajo duro, del sacrificio, como el becerro. Si ustedes van a ver, cuando describe aquí los querubines Ezequiel, hacia un lado está el león y al otro lado está el becerro; hacia un lado está el hombre y al otro lado está el águila, mostrando el equilibrio; porque nosotros los seres humanos nos desequilibramos; pero los querubines tienen el trabajo de mantenernos en el punto medio, en el punto del equilibrio, en el punto de la síntesis, en el punto del complemento; un querubín en un extremo, como en el arca; otro querubín en otro extremo; pero el Señor hablaba bajo las alas de los querubines en el propiciatorio, en el medio, y ese equilibrio de la vida espiritual está representado aquí en estos querubines, que son seres espirituales que ministran lo espiritual a nosotros. La espiritualidad tiene cuatro caras, no una sola cara; entonces necesitamos el equilibrio y el complemento de los distintos aspectos.

Volvamos a Ezequiel para ir viendo esas descripciones de los querubines. “6Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas”. Los serafines tenían seis alas, los querubines del tabernáculo tenían dos alas y un rostro; o sea que hay querubines diferentes: querubines de cuatro caras y cuatro alas y querubines de dos alas y un rostro como lo representaron en el arca. “7Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; (trabajo) y centelleaban a manera de bronce muy  bruñido. 8Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. 9Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia delante”. ¿Por qué? porque como tenía cara para el frente, entonces no tenía que dar la vuelta, sino que simplemente cuando va para la derecha, o para la izquierda, no se tiene que volver porque tiene su correspondiente cara hacia ese lado; por eso es que algunos ven que los platos voladores hacen unos giros tan raros, que no tienen que dar la vuelta, siempre están de frente. Dije eso, no para decir que éstos eran platos voladores. “10Y el aspecto de sus caras; era cara de hombre, (la primera que menciona hacia el frente; aquí habla de la derecha, de la izquierda, de frente y detrás, aunque todo siempre es hacia el frente) y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila”. Vemos que son diferentes a los serafines de Apocalipsis y de Isaías. “11Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos”. Diferente a los serafines; los serafines cubrían sus rostros, sus pies y con dos volaban; en cambio éstos cubren sus cuerpos con dos y vuelan con dos. No cubrían sus rostros porque miraban a delante; en cambio los serafines lo cubrían porque miraban a Dios.


“12Y cada uno caminaba derecho hacia delante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían”. Siempre iban de frente, pero para hacer tareas diferentes; a veces era en la dirección del becerro, a veces en la del águila, a veces en la del hombre, a veces en la del león. ¿Quién dirigía? No ellos mismos. El  espíritu les dirigía. “13Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. 14Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos. 15Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados”. Es una al lado de cada ser viviente; aquí están los seres vivientes con los cuatro rostros, siempre de frente; miran para adentro, de frente, hacia afuera de frente, para la izquierda, para la derecha de frente; encima va a describir el trono de zafiro y el Hijo del Hombre arriba, la gloria de Dios como el Hijo del Hombre arriba, y luego unas ruedas dentro de la otra; cada uno tenía una rueda, y esas ruedas estaban una dentro de la otra, y siempre, para cualquier lado, iban y se movían; unos aros tremendos.


Moverse en el Espíritu
“16El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. (Crisólito es como decir: piedra de oro) Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda. 17Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. 18Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro”. También las ruedas veían, sabían para donde iban. “19Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.”

Digamos que lo que en el arca eran aquellas barras para llevarla, aquí está representado en todo este asunto. “20Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas”. ¡Qué interesante! Ustedes han visto expresiones, por ejemplo en Efesios, donde dice: el espíritu de vuestra mente; sabemos que la mente es una esfera exterior, ¿verdad? Y el espíritu es el Lugar Santísimo; la mente es en el alma, en el Lugar Santo; pero ¿qué dice Corintios? Oraré con el espíritu, oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu y cantaré con el entendimiento; o sea que lo de Dios va de lo interior hacia lo exterior; el espíritu se comunica hacia el alma, del alma al cuerpo, del cuerpo al ambiente; y aquí vemos también que los seres vivientes eran dirigidos por el espíritu, pero el espíritu de ellos estaba también en las ruedas; o sea que ellos representan y se mueven y hacen que las cosas sucedan en el ambiente, según Dios, desde dentro hacia afuera; entonces por eso dice: “el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. 21Cuando ellas andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas”. ¿Qué quiere decir esto? Si estamos haciendo la obra del Señor, la persona que no está en el mismo espíritu, no va hacia el mismo lado; si la persona no está en el mismo espíritu, toma otra dirección, hace otra cosa; pero ahí dice por qué las ruedas se levantaban cuando los seres se levantaban y porqué paraban cuando ellos paraban; la razón es porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas y así todo mover de Dios; solamente sí se transmite en espíritu, y si las personas están en el mismo espíritu, se puede avanzar, pero si no hay ese fluir del Espíritu, entonces se para y las personas agarran para otro lado; muy interesante. “22Y sobre la cabeza de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas”. Ese es el lugar del trono. “23Y debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. 24Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas. 25Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas”.

Cuando ellos estaban obedeciendo, no se oía la voz, estaban obedeciendo; tan pronto ellos paraban para esperar la dirección de Dios se oía la voz; a veces hay que andar y a veces hay que parar.

Parar para esperar la dirección. “25Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. 26Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; (ya en el Apocalipsis no se nos describió de qué era el trono; aquí se nos describe, que es de zafiro) y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él”. Esta es la imagen del Dios invisible, que es el Hijo de Dios. “27Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba, y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. 28Como parece el arco iris (allí está el arco iris alrededor del trono) que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. (Ahí está el arco iris alrededor del trono) Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba”.


Reflejo de lo celestial en lo natural
Y comienzan a hablar de cosas de la tierra; del juicio de las naciones, de los movimientos que acontecen en las naciones; todo el cielo está trabajando en la tierra. Después, todos estos capítulos nos hablan de qué hablaron; y llegamos al capítulo 10: “1Miré, y he aquí en la expansión que había sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parecía como semejanza de un trono que se mostró sobre ellos”. Lo describe de nuevo. “2Y habló el varón vestido de lino”; aquel del capítulo 9, donde Dios había mandado los verdugos de la ciudad; Dios va a juzgar la ciudad, y dice así: Ve, tú (las personas que se duelen de las abominaciones que se hacen en la ciudad, las personas que lloran, que interceden, que no están de acuerdo con la miseria que está sucediendo, vaya y márquelos, y marcó unos pocos; y los demás vayan detrás de él y destruyan a todos los que no tienen esa señal de Dios). Antes de venir el juicio sobre la ciudad, sobre la nación, Dios vino reconociendo a los que no están de acuerdo con el status quo de la tierra, con la maldad, con la destrucción, sino que están por Dios; aquellos que se duelen de lo que está pasando, aquellos que lamentan, que lloran, que interceden; esos reciben de parte de Dios una señal para no ser destruidos; pero después de que es el tiempo de reconocer a los intercesores, a los que no participan de la abominación de la tierra, entonces vienen los verdugos detrás; así se les llama: los verdugos de la ciudad. Se puede ver en Ezequiel 9:1: “1Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir”. Ahora, esas cuestiones espirituales ¿se manifestaron en qué? en la destrucción de Jerusalén, en la invasión de Nabucodonosor y los babilonios a Israel y a Jerusalén, pues las cosas celestiales se reflejan en lo natural. ¿Qué está pasando en Colombia? Hay movimientos en los lugares celestiales que se reflejan en los lugares naturales; por eso, ojalá seamos de los que interceden, de los que lloran, de los que no están de acuerdo, de los que gimen para que seamos de los señalados por Dios y no de los destruidos. Estamos en ese tiempo ahora.

Volviendo a Ezequiel 10:2, ese era el varón vestido de lino a que se refería, el que señalaba a los intercesores: “Entra en medio de las ruedas debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines y espárcelos sobre la ciudad. Y entró a vista mía”. Este ser espiritual tomó de esos carbones encendidos y los esparció sobre la ciudad, y ¿qué significó eso? El juicio de la ciudad. “3Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio de adentro.

 4Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová. 5Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla. 6Aconteció, pues, que al mandar al varón vestido de lino, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró y se paró entre las ruedas. 7Y un querubín extendió su mano de en medio de los querubines al fuego que estaba entre ellos, (así como había hecho el serafín para purificar a Isaías, ahora el querubín hace lo mismo, pero para aplicar juicio porque los querubines son guardianes que hacen respetar la gloria y santidad de Dios) y tomó de él y lo puso en las manos del que estaba vestido de lino, el cual lo tomó y salió. 8Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas. 9Y miré, y he aquí cuatro ruedas junto a los querubines, junto a cada querubín una rueda; y el aspecto de las ruedas era como de crisólito. 10En cuanto a su apariencia, la cual era de una misma forma, como si estuviera una en medio de otra. 11Cuando andaban, hacia los cuatro frentes andaban; no se volvían cuando andaban, sino que al lugar adonde se volvía la primera, en pos de ella iban; ni se volvían cuando andaban. 12Y todo su cuerpo, (ya, hablando de ellos ) sus espaldas, sus manos, sus alas y las ruedas estaban llenos de ojos alrededor en sus cuatro ruedas.

13A las ruedas, oyéndolo yo, se les gritaba: ¡Rueda! 14Y cada uno tenía cuatro caras. La primera era rostro de querubín; (aquí les quiero llamar la atención sobre algo y por eso traje aquí unos libros) la segunda, de hombre; la tercera cara de león; la cuarta, cara de águila”. Noten que cuando lo describió al principio en el capítulo 1, dijo: cara de hombre, cara de león, cara de becerro o de buey y cara de águila. Ahora dice: cara de querubín, de hombre, de león y de águila; o sea que la cara de querubín era de becerro, era de buey.


El caso de Satanás
Vemos que en Ezequiel 28 Satanás era un querubín; y miren lo que dice Dios aquí en el versículo 14 a Satanás: “14Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 15Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. 16A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector. 17Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. 18Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió; y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. 19Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser”.

Dejará de ser lo que era, no que sea aniquilado; dejará de ser querubín santo y pasará a ser Satanás. Él era un querubín, y lo curioso es que el rostro de querubín específico era rostro de becerro, y ustedes ven que cuando los satanistas adoran a Satanás ponen una estrella de cinco puntas con dos puntas para arriba y dentro colocan un becerro. Aquí tengo justamente un libro, escrito por William Schnoebelen  que fue un satanista y un masón de alto grado que el Señor lo salvó, salió de ahí y escribió estos dos libros: La masonería, más allá de la luz, y Lucifer destronado; en este Lucifer destronado, él cuenta su propia iniciación cuando fue llevado en cuerpo astral a Saturno y se encontró con este querubín con cuatro rostros girando; él mismo en su iniciación lo cuenta; y en este otro libro, aquí en la parte visible, o sea, la parte material, la parte natural, el mundo visible, el mundo natural, político, etc. está representado por la escuadra y el compás de la masonería; esta G del gran oriente, pero allá al fondo en la parte espiritual, lo que está detrás de esto, ustedes ven allí, una estrella de cinco puntas con un becerro adelante. Es solamente curioso que el rostro de Satanás es como un becerro, siendo que rostro de querubín es de becerro, comparando Ezequiel 1 y Ezequiel 10. Ezequiel 10: “15Y se levantaron los querubines; es el ser viviente que vi en el río Quebar. 16Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas tampoco se apartaban de ellos. 17Cuando se paraban ellos, se paraban ellas, y cuando ellos se alzaban, se alzaban con ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas. 18Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del umbral de la casa, y se puso sobre los querubines. 19Y alzando los querubines sus alas, se levantaron de la tierra delante de mis ojos; cuando ellos salieron, también las ruedas se alzaron al lado de ellos; y se pararon a la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehová, y la gloria del Dios de Israel estaba por encima sobre ellos. 20Estos eran los mismos seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel, junto al río Quebar; y conocí que eran querubines. 21Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombre debajo de sus alas. 22Y la semejanza de su rostro era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia delante”. Por eso vemos que el rostro de querubín es rostro de becerro. El capítulo 11 se titula: “Reprensión de los príncipes malvados”. Ahí es cuando el Espíritu levanta a Ezequiel,  y le muestra lo que había, y le explica porqué el Señor abandonó su casa; por las abominaciones que se hacen en ella.


Vemos, pues, a estos seres vivientes apareciendo primero como guardianes del árbol de la vida en el Edén; luego en los extremos del propiciatorio, y luego aparecen aquí con David para mostrar la intervención y juicio de Dios para exaltar a sus siervos y a su Mesías; porque eso es figura; y vemos aquí la intervención de Dios en juicio. Los querubines hacen respetar la gloria y la santidad de Dios.


En Apocalipsis 4:9: “9Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Aquí vemos a Dios siendo adorado por la creación.

Termino con algo importante. Dice: “Y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Hay que entender un asunto: el panteísmo, que dice que el todo es Dios, que confunde el todo con Dios, hablando solamente de la inmanencia divina en las cosas, como si la suma de las cosas fuese Dios, ellos dicen que como Dios conocía todas las cosas, en el conocimiento de Dios las cosas existían; pero aquí la palabra de Dios nos dice que no es por el conocimiento de Dios de las cosas, que las cosas existen, sino por la voluntad. Para que una cosa tenga existencia real y  eficaz, tiene que la voluntad de Dios hacerla pasar de Su pensamiento a la existencia. Es necesario entender la trascendencia de Dios. Dios es trascendente; quiere decir que Dios es antes de la creación, superior a la creación y ulterior a la creación. De Él son todas las cosas, por Él y para Él; pero la suma de todas las cosas no es Dios, es la creación, aunque Dios está inmanente en todas las cosas, las cosas no son Dios, las cosas no son pensamientos solamente de Dios, sino criaturas que existen desde la voluntad de Dios por la Palabra. Que Dios conozca las cosas no quiere decir que ellas existan; sólo cuando del pensamiento de Dios, por el querer de Dios, por la Palabra de Dios, pasan de la nada a la existencia. Dios es trascendente e inmanente, no sólo inmanente. Dios no es las cosas. El panteísmo es un ateísmo disfrazado que aplica la palabra Dios a las cosas, pero las cosas no son Dios, son obra de Dios; pero justamente el inmanentismo es como decir la primera etapa para el satanismo; porque Satanás declara Dios a la criatura, y a todo lo que existe lo declara divino, y él se declara divino de esa manera. El inmanentismo en la filosofía comenzó a ser fuerte con Baruc de Espinosa y otros filósofos que son ateos disfrazados; hablan de Dios, usan el nombre de Dios, pero no se lo aplican al Dios real trascendente y distinto, anterior, posterior y superior a la creación, sino que le aplican esa palabra al todo de las cosas creadas. Ellos hablan de la eternidad de la materia, de una sustancia; eso es panteísmo, que es ateísmo disfrazado. Dios es anterior a la creación, posterior a ella, Dios la sostiene, la sustenta; sí, Dios es inmanente a las cosas, pero las cosas no son Dios. Somos en Él, pero no somos Él; las cosas sólo existen creadas como criaturas por la voluntad de Dios, por la palabra de Dios pasándolas de la nada al ser, a un ser contingente que depende del Ser Necesario y Eterno de Dios trascendente. Amén. Vamos entonces a parar aquí. ☐

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