lunes, 3 de enero de 2011

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(6c) APOCALIPSE 21:9 A 22:21

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APROXIMACIÓN AL APOCALIPSIS

APROXIMACIÓN AL 

APOCALIPSIS


por:

GINO IAFRANCESCO V.


© APROXIMACIÓN AL APOCALIPSIS. 
Autor: GINO IAFRANCESCO V. - 2003. 
Transcriptora: Marlene Alzamora.
.


PREFACIO

El título de este libro, "Aproximación al Apocalipsis", es adrede ambiguo, pues se refiere a varias cosas al mismo tiempo. Por una parte, significa que es un acercamiento al libro bíblico; por otra, significa que también vivimos y nos acercamos a los acontecimientos descritos en el Apocalipsis; por fin, significa también que al interpretar el Apocalipsis, no pretendemos tener la última palabra, sino que estamos abiertos a mayor luz.

Este libro, "Aproximación al Apocalipsis", está formado por la serie de conferencias dadas por Gino Iafrancesco V., en reuniones de la obra cristiana llevadas a cabo las noches de los viernes, en la localidad de Teusaquillo, Bogotá D.C., Colombia, América del Sur, entre el 6 de julio del año 2001, hasta el 19 de octubre del año 2003. La serie de conferencias conserva el estilo oral e informal.

El autor asumió tal encargo exegético por comisión directa del Espíritu Santo, que le dijo nítidamente: -Enseña Apocalipsis-. Igualmente, en una ocasión anterior, mientras el autor enseñaba también acerca del Apocalipsis, un profeta que estaba escuchando, terminadas las ministraciones, convidó al autor a cenar y le dijo: –Mientras enseñabas, vi que un ángel venía con un rollo y una pluma y tomaba nota de todo lo que estabas enseñando; por lo tanto, debes publicar lo que el Señor te ha dado acerca del Apocalipsis.- Esto no significa que el autor se sienta infalible, sino, por el contrario, temeroso de Dios por la gran responsabilidad. Para honrar a la Iglesia de Jesucristo, e incluso al trabajo humano, se consultaron variados autores de diferentes escuelas, como consta en la bibliografía; sin embargo la exégesis final es absoluta responsabilidad del autor. Eso quiere decir que aunque se realizaron muchas consultas, no todos los autores consultados fueron necesariamente seguidos, pero sí todos respetados.

El autor agradece una vez más a la hermana Marlene Alzamora, la cual, como si fuera poco, después de haber asumido voluntaria y gratuitamente la transcripción de las conferencias del Libro de Las Jornadas, ahora también asumió, de la misma manera voluntaria y gratuita, la transcripción de las conferencias de ésta serie de Aproximación al Apocalipsis. La hermana Marlene Alzamora es diaconisa de la iglesia en la localidad de Teusaquillo. ¡Que el Señor le recompense su inmenso trabajo!, el cual permite que estas conferencias puedan llegar a un más amplio público. La trascripción fue revisada por el autor. 

Quiera Dios que éste trabajo pueda servir a la reflexión del pueblo de Dios y a su preparación para la segunda venida de Jesús Cristo; que pueda servir también de testimonio a los hombres de nuestra época, y si el Señor lo quiere, también a las generaciones venideras. 

Gino Iafrancesco V.



CONTENIDO


1. Introducción I: El libro de la consumación    
2. Introducción II: Autoría del Apocalipsis    
3. Introducción III: Trasmisión del Texto    
4. Introducción IV: Hermenéutica del Apocalipsis   
5. Encabezamiento del Apocalipsis    
6. Saludo del Apocalipsis  
7. El Testigo Fiel, Reino y sacerdotes   
8. Viene con las nubes    
9. La Voz entre los candeleros  
10. Visión de Cristo glorificado 11. El Misterio de las siete estrellas 
12. Las llaves de la Muerte y del Hades   
13. Panorámica de las siete iglesias de Apocalipsis
14. El mensaje a la iglesia en Éfeso    
15. El mensaje a la iglesia en Esmirna    
16. El mensaje a la iglesia en Pérgamo   
17. El mensaje a la iglesia en Tiatira    
18. El mensaje a la iglesia en Sardis   19. El mensaje a la iglesia en Filadelfia   
20. El mensaje a la iglesia en Laodicea   
21. Excursus: Libros celestes    
22. El Trono y los veinticuatro ancianos   
23. Los seres vivientes    
24. La apoteosis del Cordero  
25. Panorámica de los siete sellos del Apocalipsis  
26. La apertura del primer sello   
27. La apertura del segundo sello    28. La apertura del tercer sello    
29. La apertura del cuarto sello   
30. Y el Hades le seguía    
31. El descenso de Cristo al Hades y al Tártaro   
32. La apertura del quinto sello    
33. La apertura del sexto sello (I)    
34. La apertura del sexto sello (II)    
35. La apertura del séptimo sello    
36. La primera trompeta    
37. La segunda trompeta   
38. La tercera trompeta    
39. La cuarta trompeta    
40. El anuncio de los tres ayes   
41. La quinta trompeta    
42. La sexta trompeta    
43. El ángel del pacto y el libro abierto   
44. Los dos testigos    
45. La séptima trompeta    
46. La Mujer y el dragón
47. la angustia del alumbramiento
48. La bestia
49. La otra bestia
50. Las primicias
51. El mensaje de los tres ángeles
52. La siega y la vendimia
53. Escena celestial previa a las 7 copas de la ira
54. La primera copa de la ira
55. La segunda copa de la ira
56. La tercera copa de la ira
57. La cuarta copa de la ira
58. La quinta copa de la ira
59. La sexta copa de la ira
60. Excursus: el tridente de Satanás
61. La séptima copa de la ira
62. La gran ramera y su sentencia (I)
63. La gran ramera y su sentencia (II)
64. Excursus: Atalía
65. La preparación de la esposa
66. La segunda venida del Señor Jesucristo
67. El Milenio
68. El juicio final
69. Cielo y tierra nuevos, la esposa, y el lago de fuego
70. La Nueva Jerusalem
71. Jaspe
72. Zafiro
73. Calcedonia
74. Esmeralda
75. Sardónica
76. Sardio
77. Crisólito
78. Berilo
79. Topacio
80. Crisopraso
81. Jacinto
82. Amatista
83. Cierre del Apocalipsis
84. Bibliografía de Aproximación al Apocalipsis
Pequeño Apocalipsis Sinóptico

EL LIBRO DE LA CONSUMACIÓN

EL LIBRO DE LA CONSUMACIÓN


Visión panorámica
Antes de adentrarnos en los detalles del tema de esta introducción, miremos todo bajo la perspectiva de una introducción panorámica, porque hay veces en que uno se pone a mirar un motor, pero el motor está descompuesto, desarmado, todas las piezas están sueltas, amontonadas en el suelo, y en esas condiciones es difícil saber de qué se trata el motor. Es necesario, pues, que todo el motor esté armado, que cada tuerca vaya con su correspondiente tornillo, que cada plaquita esté en su lugar, que cada resortito asimismo esté en su lugar, que todas las cosas estén relacionadas una con la otra de una manera coherente.

Antes de entrar en los detalles necesitamos inicialmente tener una visión panorámica introductoria que nos ayude a ubicarnos en el asunto central. Lo mismo ocurre cuando se va a construir, por ejemplo, un edificio; primeramente se busca el lugar y los elementos apropiados, se colocan los principales fundamentos, las columnas principales, las vigas principales, las planchas principales; luego se hacen las principales divisiones, y recién después viene el decorado.

Pero uno no puede meterse en el decorado, con los pequeños detalles, sin ver primeramente el plano general, las líneas maestras y directrices, o el esquema fundamental. Así necesitamos también entender precisamente que al libro de Apocalipsis es necesario verlo primero en relación con el programa divino, en relación con toda la Biblia, y en particular con todo el Nuevo Testamento, y particularísimamente con los escritos del apóstol Juan, y ver qué es lo que Dios quiere darnos a través de este libro; primero de una manera general, y luego sí entrando en los detalles.


En primer lugar fijémonos en la ubicación providencial que el libro del Apocalipsis tiene en el canon de las Sagradas Escrituras; aparece nada menos que al final de toda la Biblia, y el mismo título del libro, Apocalipsis, que es una palabra griega que significa revelación o develación, nos muestra como si fuera y es la culminación de todo un programa, de todo un proceso. Debemos entender que esa es la razón de la ubicación del libro providencialmente al final del canon, no sólo de los escritos de Juan y del Nuevo Testamento, sino de toda la Biblia.


Apocalipsis significa quitar el velo. Es como un artista que estuvo haciendo durante mucho tiempo una obra maestra y minuciosa; pero mientras se hacía, esa obra estaba oculta al público en general. Al pasar cerca a la casa del artista, podría ser un escultor o un pintor, el público a lo mejor escucharía algunos ruidos, algunos martillazos, pero no comprendería aquello, tanto para la escultura como para la pintura; a lo mejor saldría un poco de polvo por la ventana, y el público sin saber lo que estaba haciendo el artista. Pero cuando se llega el día de la inauguración, como cuando se va a quitar un velo para mostrar el busto de algún personaje importante, pues se llega a ese día final y se corre el velo y se muestra al público la obra maestra. El Apocalipsis cumple ese mismo papel.


El libro de Génesis es el libro de los orígenes; es el libro donde se siembran las primeras semillas del programa de Dios, donde se establecen las primeras pistas del propósito eterno de Dios, y donde se muestran también las primeras líneas de conducta, tanto de la descendencia de la Simiente de la Mujer, como de la descendencia de la simiente de la serpiente. En el libro de Génesis se siembran esas semillas. La primera profecía donde se nos resume lo que sería la historia está primeramente en Génesis. Pero después de haberse desarrollado a lo largo de toda la Biblia y de toda la historia, se consuma en el Apocalipsis.


El combate histórico entre las dos simientes
Dice la Palabra de Dios en Génesis 3:15:

"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar".


Dios habla aquí anticipándose al programa de la historia, y le habla a la serpiente, aquella serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y vemos que el Señor está identificando a un personaje y a una línea de conducta que sigue a ese personaje. Como el Señor Jesús dijo después: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer" (Juan 8:44a), el Señor ya identificó a un personaje rebelde y profetizó una descendencia espiritual de ese mismo personaje, y a la vez una conducta y también un final. Dios puso enemistad entre la simiente de la serpiente y la Simiente de la Mujer. Claro que la mujer por sí sola no puede tener simiente, a menos que sea la virgen María que dio a luz sin intervención del hombre; por lo tanto realmente el Señor Jesucristo es la Simiente de la Mujer porque nació de la mujer sin intervención del varón.


De ahí que esto se trate de una lucha entre el Señor y el diablo, en la cual el Señor hiere en la cabeza a Satanás; ahí está anunciado el final; y el diablo hiere al Señor en el calcañar. El Señor le aplastará la cabeza al diablo, y al aplastársela, Él será herido, pero de todas maneras se la aplastará. La primera profecía, que podríamos llamar el proto-evangelio, nos muestra un combate entre Dios y el diablo; entre la descendencia del uno y la del otro, y un final victorioso para el Señor, revelado a través de la Simiente de la Mujer. Para obtener esa victoria tuvo que haber una herida, un sufrimiento en esa Simiente de la Mujer. Génesis aquí presenta de una manera resumida el programa de Dios a lo largo de toda la historia, y la historia misma tiene su final.


Esta misma mujer y esta misma serpiente aparecen también en Apocalipsis; solamente que en Apocalipsis ya no se nos revela algo tan simple, sino un poco más complejo. Para ilustrar mejor leamos, por ejemplo, en Apocalipsis 12:1-4:


"1Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. 3También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese".


Aquella mujer que era muy simple cuando se le mencionó en Génesis, ya ha tenido un desarrollo en el Apocalipsis. También vemos aquí la Simiente de la Mujer. La primera señal que aparece es que la mujer da a luz un hijo varón; la segunda señal es la aparición en el cielo de un dragón escarlata, que es la misma serpiente, como lo explica el versículo 9, cuando dice:


"Y fue lanzado fuera el dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él".


Ahí se nos explica que este dragón es la misma serpiente, solamente que al principio aparece de una manera muy simple; es decir, simplemente la mujer, la Simiente de la Mujer, la serpiente y la simiente de la serpiente. Pero al transcurrir el tiempo de la historia, vemos a la mujer ya vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, con doce estrellas. Asimismo vemos la serpiente muy desarrollada, convertida en un dragón con siete cabezas y diez cuernos. Otros acontecimientos finales los vemos en los versos 15-17, que dicen:

"15Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río. 16Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca. 17Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo".

Aquello que comenzó en el libro de Génesis de una manera simple, profética, ha tenido un desarrollo a lo largo de toda la historia, y precisamente aparece un final en el libro de Apocalipsis. Hasta ahora sólo hemos venido haciendo un esbozo de este histórico drama, pues solamente hemos visto la primera mira, y la final; como cuando se va a disparar a un blanco, hay que tener en cuenta la primera y la última mira. Si sólo miramos con la primera mira, o sólo con la segunda, no damos en el blanco; por eso debemos mirar Génesis con Apocalipsis, para descubrir cuál es la línea recta para dar en el blanco.


Cuando miramos el libro de Apocalipsis vemos que esas cabezas del dragón después aparecen identificadas con las cabezas de la bestia; así como el dragón tiene siete cabezas, también la bestia tiene siete cabezas; entonces nos damos cuenta de que las cabezas de la bestia son las mismas cabezas del dragón. Solamente que el dragón representa la parte espiritual del reino de las tinieblas, y en cambio, la bestia representa la parte política y terrenal de ese reino; y existe, además, una sincronía entre ese mundo espiritual y ese mundo natural. Por ejemplo, en el capítulo 10 del libro del profeta Daniel, aparece una lucha en los aires y se dice que aquel ángel que estuvo luchando para poder venir a darle a Daniel la revelación de Dios, tuvo que ser ayudado por el arcángel Miguel, quien luchó contra el príncipe de Persia; pero la Palabra narra que después de que el príncipe de Persia cayera, vendría el príncipe de Grecia; y eso significa que en los aires existió un principado que se llamó príncipe de Persia. Mientras ese principado demoníaco estaba reinando, en la tierra gobernaba el imperio persa. Cuando el príncipe espiritual de las tinieblas de Persia cayó, el imperio persa también cayó. Y ¿ante quién cayó el imperio persa? precisamente ante el imperio griego, que era liderado por el príncipe de las tinieblas llamado el príncipe de Grecia. Vemos, pues, que la Palabra de Dios nos revela que existe una sincronía entre el mundo espiritual y el mundo natural, entre el dragón y la bestia, las cabezas del dragón o sus príncipes y las cabezas de la bestia y los grandes líderes, o grandes imperios que están representados por esas cabezas.


 Está profetizado desde Génesis lo que entre la Simiente de la Mujer y la simiente de la serpiente se ha desarrollado en toda la historia universal; y la Palabra de Dios nos revela el trasfondo de la historia universal. ¿Qué es lo que está detrás de todos los acontecimientos? ¿Cuál es el significado último detrás de todo lo que ha acontecido en la historia? Un combate entre la simiente de la serpiente y la Simiente de la Mujer. La línea de Dios contra la línea de Satanás; al fin de cuentas eso es lo que está detrás. Pero la Biblia nos enseña que tanto Dios como el diablo tienen un objetivo, tienen un propósito.


La gran mentira del diablo
La Biblia nos habla del propósito de Dios y también nos habla de las intenciones o deseos del llamado padre el diablo; no es llamado así por nosotros, obviamente. Como citamos arriba, el Señor le dijo a ciertos personajes: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer"; ahí vemos que Jesús habló de los deseos del diablo, de los objetivos que él tiene; hay algo que él quiso. En los capítulos 14 de Isaías y 28 de Ezequiel, la Palabra de Dios nos aclara que el diablo tuvo unos objetivos; pero esos objetivos no son de Dios ni son eternos. Antes de que el diablo tuviera esos objetivos, y antes de que el diablo existiera, y antes de que existiera cosa alguna, Dios existía desde la eternidad y Dios tenía Sus propios objetivos, Sus propios propósitos, aun sabiendo que una de las criaturas angélicas, un querubín protector que Él crearía como el sello de la hermosura, se rebelaría contra Dios y tendría también sus propósitos, que están revelados claramente en Isaías 14 y Ezequiel 28. Esos propósitos satánicos consisten en que el diablo quiere ocupar el lugar de Dios. El diablo decía:

"13Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo" (Isaías 14:13-14). 


Esos han sido los deseos del diablo desde el comienzo de la rebelión en el cielo; es decir, que el diablo tiene un objetivo. El quiere sustituir, reemplazar a Dios; él quiere que la criatura ocupe el lugar de Dios.

Ese principio está detrás de muchas filosofías, de muchas mitologías, de muchas religiones y de muchas rebeliones; pero ese mismo principio, "seréis semejantes a Dios", es el mismo con que el diablo ha tentado al hombre desde el principio: Vosotros seréis como dioses, conociendo el bien y el mal; y eso es precisamente lo que está detrás de la filosofía evolucionista, del hombre autodesarrollándose por sí mismo hasta llegar a ser la expresión final de la divinidad.


Pero la divinidad ya no se le llama a Dios, sino a la naturaleza, como en el panteísmo; filosofía que dice que la naturaleza tiene unas fuerzas intrínsecas evolutivas que van desarrollándose, y que esa divinidad va apareciendo en el hombre, y que el hombre es el estado más evolucionado del hilo primordial de la sustancia divina, que es el todo de la naturaleza, según ellos; y eso está detrás de las religiones, detrás de las mitologías y de las filosofías seculares. Esa es la filosofía de Hegel, de Teilhard de Chardin; esa es la pseudofilosofía del evolucionismo; asimismo esa es la filosofía del esoterismo, del gnosticismo, del cabalismo, del hermetismo, de la masonería, de la nueva era.


Todo ese principio es el mismo de la serpiente: Seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal; es decir, vosotros ocuparéis el lugar central. Esa fue la sensación que el diablo difundió, que no nació de nadie sino de sí mismo, y quiso ocupar el lugar central. En Romanos 1:21-23, Pablo lo expresa hermosa y magistralmente así:


"21Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles".


Los hombres adoraron a la naturaleza, incluido el hombre mismo, en lugar de a Dios. Es el mismo problema del diablo; él dijo: seré semejante al Altísimo. Esos son los deseos del diablo. Pero así como el diablo tiene sus propios deseos, antes de que el mismo diablo existiera y tuviera la oportunidad de rebelarse, Dios ya tenía un propósito eterno. En la Palabra de Dios son muchos los pasajes que nos hablan del propósito eterno de Dios, y que cuando Dios creó las cosas, las creó en función de Su propósito eterno.


Cuando Dios dio permiso para que existiera la rebelión, lo hizo en función de Su propósito eterno; y la providencia de Dios, que profetizó lo que sería la historia, ha estado detrás de todos los acontecimientos, llevando adelante todo el propósito de Dios, aun con la existencia de un mundo rebelde que tiene otro propósito. Y Dios permitió esa rebelión porque El quería hacer notorio lo que El reprueba, y también Su poder y Su ira contra la rebelión; y también Su gracia y Su misericordia para con aquellos de quienes se compadezca y salve e introduzca en Su Reino, en Su economía final.


Un substrato del propósito de Dios
Démosnos cuenta de que el libro de Apocalipsis está situado en un lugar donde confluye la consumación de esas dos líneas. No es cualquier libro; eso supone un libro tremendo; un libro donde todo lo que se sembró en Génesis y se desarrolló a lo largo de la historia, en la Biblia, y también después de que la Biblia cerró su canon, todo eso que estaba ya profetizado, se consuma en el libro de Apocalipsis. Ese libro contiene el destino final de aquella simiente de rebelión, y contiene también la consumación del plan eterno de Dios. En la epístola a los Efesios 1:8-12, la Palabra es tan clara, que nos ayuda a analizar las cosas, para saber qué es lo que deberíamos encontrar en Apocalipsis, porque a veces, cuando vamos a este libro, nos fijamos en las tuerquitas, en los tornillitos, en los resortitos, en el motor desbaratado, pero necesitamos ver todo eso armado y consumado. Leamos el pasaje:

"(Su gracia) 8que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. 11En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo".


Esta gracia sobreabundante ya no se refiere solamente a la redención, al perdón de los pecados, que ya de por sí es una gracia muy abundante. "Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia"; pero tanto sobreabundó, que la gracia no se limitó solamente a la redención, porque la redención es para recuperar al hombre caído, a fin de poder Dios continuar con Su propósito eterno. El propósito final de Dios no es la salvación, pues la salvación es el medio que Dios utiliza para recuperar al hombre, para alcanzar su propósito final. El propósito final de Dios va más allá de la redención y la salvación, y por eso dice aquí que a la gracia la hizo sobreabundar más allá de la redención, en toda sabiduría e inteligencia espiritual, o sea, sabiduría e inteligencia que provienen de la gracia y en relación con el propósito eterno de Dios; y eso se extiende dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, porque Dios tiene una voluntad. Todavía muchos dicen: ¿Cómo es que vinimos acá? ¿para qué vivimos? ¿será que el mundo por acá tiene algún sentido? Eso es lo que algunos están concluyendo. Sin embargo, a la Iglesia, no a la universidad, no a la ciencia secular, a la Iglesia, no por medio de sus propios esfuerzos, sino por la revelación divina, a la Iglesia le es dado a conocer el misterio de la voluntad divina; cuál es el objetivo que Dios se propuso en Sí mismo; para qué creó; para qué permitió la rebelión; para qué salvó, y dónde terminará todo el desarrollo de la historia. Esto se lo revela Dios a la Iglesia. Lo que a Dios le plació desde la eternidad, se lo propuso como un objetivo, y no habrá diablo que pueda estorbar a Dios en Su propósito eterno, Sus objetivos. En el verso diez dice que se propuso en Sí mismo reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, dándonos en forma resumida el substrato del Apocalipsis, porque Apocalipsis es la consumación del plan de Dios, y aquí en Efesios se nos está diciendo cuál es ese plan.


Es decir, que a través de la llave de este versículo, vemos el substrato fundamental o esquemático de Apocalipsis. Reunir significa tomar lo que estaba disperso, lo que sin estar en este lugar, a los pies de Cristo y en función de Cristo, no tendría razón de ser. Téngase en cuenta que el diablo también quiere reunir. Si entendemos esta primera consideración panorámica, después vamos a entender otras muchas cosas con relación a la religión, a la política, a la economía; pero aquí se habla de reunir todas las cosas en Cristo, en cambio el diablo quiere reunir todas las cosas pero no en Cristo, sino alrededor de sí mismo. El diablo en sus deseos quiere sentarse en el monte del testimonio, poner su trono sobre las estrellas del norte y hacerse semejante a Dios, y para eso necesita también reunir, pero reunir alrededor de sí mismo; en cambio el Señor quiere reunir alrededor de Cristo. A quien ama el Padre por sobre todas las cosas es al Hijo, porque antes de que existiera la creación, sólo existía la Trinidad, y el Padre amaba al Hijo, y el Padre quiere la preeminencia del Hijo sobre todas las cosas. La creación fue hecha para el Hijo; la redención es para darle al Hijo un Reino; el Hijo está en el centro del corazón del Padre, pero el diablo quiere ocupar ese centro.


Si entendemos esto, se nos va a afinar el discernimiento acerca de los acontecimientos actuales; porque sabemos que existen dos fuerzas en combate, en el cual prevalecerá la del Señor, aunque sea muy aparente la del diablo. Es más aparente un dragón con siete cabezas que una mujer con un niño, pero sin embargo es el niño de esa mujer, la Simiente de la mujer, quien prevalecerá contra el dragón, sus cabezas y sus cuernos.


Cuando en Efesios se nos dice "de reunir... en la dispensación del cumplimiento...", en el griego dice: "en la economía de la plenitud de los tiempos". Esta palabra economía, que en este pasaje se traduce dispensación, en otros pasajes se traduce administración, en otros se traduce mayordomía, comisión, edificación. La palabra economía viene de unas palabras griegas, oikos (οίχος), de donde viene la palabra española hogar, que quiere decir casa, y nomos (νόμος), de donde viene la palabra española norma, que significa ley; de donde oikonomía significa la ley de la casa, la norma del hogar; es decir, la administración del Reino. Entonces dice que Dios quiere reunir todas las cosas en Cristo en la economía de la plenitud del cumplimiento del tiempo. 


Cuando habla de los tiempos, en plural, significa que la historia ha recorrido varias etapas; pero al contrario de lo que piensan los griegos, que el tiempo es una cuestión cíclica que se repite ciegamente, o de lo que piensan algunos que creen en el azar, que no hay ningún sentido en la historia, sino que las cosas surgen en la historia de una manera desbocada, que no tienen ningún sentido, la Palabra de Dios revela que la sucesión de los tiempos, de las etapas, de los períodos de la historia, tiene un sentido, que detrás de la historia hay una mano providente y gobernante, que es la de Dios, y que Dios está dirigiendo el sentido de cada período de la historia; que cuando un período de la historia se ha dado, ha conseguido una primera plataforma, una primera escala o eslabón de un programa definido que Dios tiene, de reunir en Cristo todas las cosas. Dios gobierna la historia en función de Cristo. Cuando después o través de cierto tiempo Dios establece una base, entonces se entra en un segundo período, después en un tercero, luego en un cuarto, y esas sucesiones de períodos vienen hacia el cumplimiento y finalización o consumación de la economía divina, en la cual el Hijo de Dios tiene la preeminencia, pues todas las cosas están ordenadas alrededor de Su Hijo, teniendo en cuenta que Su Hijo le da sentido a la realización de todas las cosas. El Hijo está en el centro del corazón del Padre, y el Padre le entregó la creación, y por ende la historia. La historia discurre en función del Hijo, porque la creación es en función del Hijo; el Hijo es quien ocupa el lugar central. Por eso cuando entramos a Apocalipsis, encontramos el trono de Dios. La parte sobresaliente de Apocalipsis no son los cuernos de la bestia sino el trono de Dios, el cual es la parte central; la Jerusalén de Dios. Dios en Su cúpula, en Su Lugar Altísimo, y el Cordero es Su lumbrera, y la gloria de Dios a través del Cordero y de Su Esposa, siendo la capital del universo.

Todas las cosas reunidas alrededor de Cristo, expresando la excelencia de Cristo. Dios el Padre ama tanto al Hijo, que quiso darle a El todas las cosas para que disponga de ellas y las administre, y sea el mayordomo de la plenitud. Por eso se le llama economía del cumplimiento de los tiempos, o dispensación del cumplimiento, o plenitud de los eones, de las eras, de los tiempos.


La Iglesia en el propósito de Dios
Un hecho importantísimo es que en este propósito eterno de Dios en el que el lugar central lo ocupa el Hijo de Dios, el Cristo, el Señor Jesús, la Iglesia juntamente con Cristo ocupa también un lugar central, como esposa de El que es, como coherederos que somos los hijos de Dios con Él; por eso en el verso 11 de Efesios 1 dice que en Él, o sea en este Cristo alrededor del cual Dios quiere reunirlo todo, en Él asimismo, así como Dios quiere reunirlo todo alrededor de Cristo, Dios quiso que este Cristo fuese un Cristo corporativo, un Cristo que se incorpora en Su Cuerpo que es la Iglesia, y que hace a los miembros de Su Cuerpo, herederos con Él de todas las cosas, que es una verdad que queremos resaltar por su importancia. De manera que la Iglesia ocupa con Él un lugar central en el plan eterno de Dios.

Esa es la razón por la cual el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, termina con la Nueva Jerusalén, con la esposa del Cordero, que asimismo se identifica con la Iglesia. Así como la Jerusalén terrenal tenía en las afueras un basurero donde iban a para todas las cosas inservibles, para quemarlas con fuego, ubicado en el Valle de Hinom, de donde viene la palabra Gehena, de la misma manera la Jerusalén de Dios tiene en las tinieblas de afuera su basurero, el lago de fuego que arde con fuego y azufre, donde estará Satanás y sus ángeles, y los perdidos que le siguieron; es decir, todo lo que era inservible a la causa y propósito de Dios va a parar al basurero que estará en las afueras. Por eso es que el Apocalipsis termina con un juicio de esa línea maligna en el lago de fuego, pero con la consumación del objetivo de Dios en la Nueva Jerusalén.


"En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas...". Dios tiene un propósito, y Él escogió personas y las predestinó para que alcancen ese propósito, y precisamente para eso hizo la redención, para recuperar esas personas de su caída y poder alcanzar lo que Él se propuso en Él, en Cristo, en ese Cristo central, en el Cristo preeminente alrededor del cual Dios el Padre reúne todo. Asimismo como Cristo, la Cabeza, también el Cuerpo tiene herencia; fuimos hechos coherederos conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de Su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de Su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En estos versos de Efesios que hemos venido desglosando está el substrato básico, la esencia de Apocalipsis, porque esta es la revelación de lo que es el objetivo de Dios, y Apocalipsis es la expresión, la revelación ya más detallada de esa culminación del programa de Dios. Si entendemos esta visión panorámica, vamos a entender después mucho mejor los detalles.


Visión panorámica de la economía divina. Asimismo es importante detenernos un poco en esta visión panorámica en lo relacionado con la teología y la economía divina. La teología que se ocupa del estudio y profundización de la Palabra de Dios en general, tiene también un orden formal, sistemático, que es la Teología Sistemática, la cual no se atraganta con un montón de temas inconexos. Por eso se le llama sistemática; en cambio la exégesis hace el examen de cada texto para sacar su sentido. La Teología Dogmática es la que relaciona las verdades traídas por la exégesis. La dogmática no estudia por textos, por autores, por pasajes en orden, por libros, por versos, por raíces, sino que su estudio lo hace por temas.


La Teología Exegética estudia por autores, como la colección de las epístolas paulinas, e incluso haciendo las subdivisiones como las epístolas primeras, las epístolas de la prisión, las epístolas pastorales; el paso siguiente sería empezar con Romanos, sus principales secciones, luego todo el primer capítulo, pasaje por pasaje, verso por verso, frase por frase, y si es necesario, palabra por palabra, y aun raíz por raíz de esa palabra; todo eso lo hace la exégesis. La exégesis se encarga del estudio del libro, lo ubica, y puede comenzar por estudiar la raíz de la palabra, el sentido del versículo, el contexto del capítulo, el lugar que ocupa en toda la epístola, y lo que Dios nos quiere decir a través de Pablo en esa epístola, incluso del aporte paulino en todas sus epístolas. Ya tenemos la teología paulina.

Después se hace lo mismo con Pedro, obteniendo la teología petrina; después hacemos lo mismo con Juan, y tenemos la teología juanina.

Luego tomamos toda la teología de los autores del Nuevo Testamento y tenemos la teología neotestamentaria. De esa manera hacemos lo mismo con la teología del Antiguo Testamento, y tenemos la Teología Bíblica que surge de la exégesis.


La Teología Dogmática es la antesala de la Sistemática; como hemos dicho, la dogmática no estudia por libros, por autores, por pasajes, sino por temas. A la dogmática lo que le interesa es Dios, el plan de Dios, la creación de Dios, los ángeles, el diablo, los demonios, el hombre, la caída, el pecado, la salvación, Cristo, el Espíritu Santo, la Iglesia, las últimas cosas; o sea que estudia los grandes temas y las verdades reveladas y proclamadas. A eso es a lo que en la Biblia, en su versión original se le llama dogmática. Cuando leemos la Biblia en español, allí no encontramos la palabra dogma, pero en el original griego sí está. Cuando se reunió el Concilio de Jerusalén, y llegaron a una conclusión y la escribieron, después que llegaron a las iglesias, dice aquí en la traducción Reina Valera de 1960, que enviaron la carta con las ordenanzas de los apóstoles. Pero en el original griego, la palabra que aquí se traduce ordenanza, como en otras partes que se traduce edicto, decreto, acuerdo, orden, es la palabra griega dogma (ϐογμα) apostólico, surgido del concilio apostólico de la Iglesia en Jerusalén; o sea, el primer concilio. De esa palabra bíblica, dogma, surge lo que es la dogmática. La Teología Dogmática es el estudio de los grandes temas; ya no es el estudio de los grandes textos, pues de eso se encarga la exégesis para que surja la Teología Bíblica. Cuando estos temas se ponen en orden en una secuencia lógica y coherente, entonces se arma un sistema completo. La Iglesia no solamente tiene que tener mensajes sueltos de una cantidad de cosas, como si nos estuviéramos comiendo un sancocho, sino que la Iglesia tiene que ordenar esos temas en una gran cosmovisión que demuestre cuál es el consejo de Dios. Por esa razón Pablo hablaba de que no había rehuido anunciar a la Iglesia todo el consejo de Dios.


El consejo de Dios es la cosmovisión coherente, lo que el salmista en el Salmo 119:160 dice: "La suma de tu palabra es verdad"; y de ese versículo es de donde surgieron los nombres de los grandes sistemas teológicos, y que por eso en la Edad Media se les llamaba “la Suma Teológica”, que se deriva de la palabra latina summa, que significa totalidad, como las que escribieron Tomás de Aquino y Alberto Magno.

 La de Tomás de Aquino es una obra monumental donde no está tratando un tema u otro, sino que se mete con los grandes temas y los ordena en un sistema. Por eso se dice que Tomás de Aquino fue un teólogo que en el siglo XIII sistematizó todo el dogma católico de su tiempo. Al unir esos grandes temas en un sistema, surge la Teología Sistemática. Así como de la exégesis surge la Teología Bíblica, de la dogmática, la cual se encarga de realizar los estudios por temas, al relacionarlos en sistema, surge la Teología Sistemática.


La Teología Sistemática es la presentación ordenada y coherente del cuerpo de la verdad o de la suma de la Palabra.. Dentro de la Teología Sistemática, y precisamente en honor de su nombre, existe una secuencia de varios temas, y el último justamente tiene que ver con Apocalipsis, dentro del contexto de la Escatología. Lo primero que Dios ha revelado en la Biblia es acerca de Sí mismo; por lo tanto el primer gran tema de la Teología Sistemática es Dios mismo. La teología propiamente dicha, lo que se llama Teología Propia, es la materia que se ocupa del ser de Dios, de los atributos de Dios, de los nombres de Dios, de Su eternidad, de Su espiritualidad, de Su personalidad, de Su infinitud, de Su amor, de Su unidad en Trinidad, etcétera. Solamente es Dios el contenido de esta gran materia, o sección, o asignatura de la Teología Sistemática, que es la teología
propiamente dicha, o Teología Propia.


Pero Dios no solamente ha revelado algo acerca de Sí mismo, sino que ha revelado algo acerca de Sus planes, porque una cosa es lo que El es en Sí mismo y para Sí mismo, y otra es lo que El planea para con Su creación. Antes de llegar a la creación misma había unos planes, y Dios ha revelado en las Sagradas Escrituras el contenido de Sus planes: Cuál es Su beneplácito, cuál es Su voluntad, cuál es Su propósito, cuál es el plano, el programa para llevar adelante ese propósito en el futuro; la presciencia de Dios o el conocimiento anticipado de todas las cosas que Dios tiene para escoger según esa presciencia, y para predestinar a esos escogidos, y para bendecir con Su gracia con un decreto antes de la fundación del mundo, de manera que Sus escogidos, predestinados, alcancen el propósito; y ha ordenado las cosas, y tiene lo que la Biblia llama un consejo determinado, una mano providente que dirige todas las cosas a ese propósito. Todos esos capítulos forman parte de una especie de segunda gran materia de la Teología Sistemática, que es la Divina Teleología; es decir, tratado acerca del telos, o la voluntad (θἑλημα), el propósito; esa palabra, telos, no significa fin en el sentido de terminación, sino de objetivo, meta, propósito. Después de la teología propiamente dicha, viene la Divina Teleología.


Luego de Dios haber hablado de Sí mismo y de Sus planes, también ha hablado acerca de la creación. Dios se ha revelado allí. ¿Qué es la creación? ¿Cómo se originó? ¿Cómo está? ¿Qué le ha pasado? ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo hay una creación invisible? ¿Cómo hay una providencia de Dios que sostiene esa creación? ¿Cómo hay una concurrencia de Dios como causa primaria, con las causas secundarias de lo que se produce en la naturaleza? O sea que Dios ha revelado algo acerca de la creación, y eso constituye la materia llamadaCosmología Bíblica.


Pero después de Dios revelar acerca de Sí mismo, de Sus propósitos, de Su creación, y empieza a desglosar un poco más sobre la creación, entra en el mundo invisible, en las principales criaturas de ese mundo, en los ángeles, y entonces surge esa gran materia que se llama la Angelología. Entre esos ángeles hubo un querubín, Lucero, que se rebeló, y surge la Satanología; pero como no se rebeló él solo sino que se llevó la tercera parte de los ángeles, entonces surge la Demonología, siendo esas dos materias derivaciones de la Angelología. De todo esto ha hablado Dios en la Biblia.

Pero vienen las criaturas del mundo visible, de las cuales la principal es el hombre. Dios ha hablado en la Biblia acerca del hombre; de la misión del hombre conforme al propósito de Dios; del diseño del hombre conforme a la misión que Dios le ha encomendado; de la constitución del hombre, de su espíritu, de su alma y de su cuerpo; de cómo cayó el hombre, y cómo afectó la caída el ser del hombre, tanto en lo individual como en lo familiar y en lo cultural, y cómo ha sido restaurado. Todo ese tema y lo que se relaciona con él, es el contenido de esa gran materia que se llama Antropología Bíblica. Así como existe una antropología secular, que trata de interpretar al hombre en su origen y su sentido desde el punto de vista humano, existe una antropología revelada, la bíblica, que nos enseña lo que Dios dice acerca del hombre, de su origen, de su misión, de su estado, de sus fines, etcétera.
Vemos que, al igual que aquel querubín, el hombre también cayó, y surge otro gran tema de los que Dios habló muy claro en Su Palabra. Dios ha revelado con mucha claridad en la Biblia acerca del pecado, acerca del mal, todo lo relativo al por qué Dios permitió el pecado; qué efectos ha tenido el pecado, cómo tiene que ser tratado el pecado, etcétera. Todo esto pertenece a una materia de la Teología Sistemática llamada Hamartiología, porque la palabra pecado en el griego se dice hamartía (ἁμαρτία); es por eso que el tratado acerca de la hamartía o el pecado, la doctrina del mal, es la Hamartiología.

Ahora, ¿cómo trata Dios con esa condición caída? Entonces viene la Cristología, que, como su nombre lo indica, nos habla de Cristo.

¿Quién era Cristo antes de la fundación del mundo? ¿Qué parte tuvo Cristo no sólo con el Padre en la eternidad, sino también en el propósito de Dios, en la creación de Dios, en la redención de parte de Dios, en el juicio y en el Reino de parte de Dios? Y nos habla también sobre todo de lo relativo a la persona de Cristo antes de la encarnación, su kenosis (χενοσις), o despojamiento, Su concepción en el vientre de la virgen María, Su gestación y nacimiento, Su crecimiento en estatura y en gracia y sabiduría, las pruebas que tuvo, Su muerte, Su resurrección, Su ascensión, Su ministerio celestial, Su segunda venida; todo lo referente a Cristo es lo que trata la Cristología. Asimismo, todo lo referente al Espíritu Santo lo registra la Pneumatología, del griego pneuma (πνεμα), viento, espíritu.

La Cristología y la Pneumatología son las bases de la Soteriología, que es la materia que se ocupa de la salvación, porque Cristo y el Espíritu Santo vinieron para sanar y salvar. Todo lo que la Biblia habla de la salvación, todo ese gran contenido de revelación bíblica, se llama Soteriología, que viene de la palabra griega sotería (σωτηρία), que significa salvación. De modo que ya tenemos a Cristo, al Espíritu Santo y la salvación, y surge la Iglesia, que es tan importante para Dios, porque la Iglesia es la esposa de Su Hijo, todos los salvados. El Señor dice frases profundísimas con palabras sencillísimas, y en una parábola muy sencilla, solamente al inicio de esa parábola dice: "El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo..." (Mateo 22:2). En una frase muy sencilla narra de un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo. Aleluya. ¡Qué profundidad en esa frasecita! El rey está revelando al Soberano Dios que promueve estas bodas, y está revelando el propósito eterno de Dios; hacerle bodas a Su Hijo.

Está mostrando la centralidad de Cristo y está revelando el sentido de la Iglesia, que es la esposa de ese Hijo para esas bodas; una frase tan sencilla y a la vez tan profunda; entonces surge esa gran materia acerca de la esposa de ese Hijo, el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, que es la Eclesiología; porque la Iglesia es el vehículo de vanguardia que usa la Cabeza del universo que es Cristo, el cual no sólo es Cabeza de la Iglesia. El es Cabeza sobre todas las cosas, dado a la Iglesia, y es Cabeza de todo principado y potestad, y Cabeza de toda la creación. Asimismo es Cabeza de todo varón, soberano de todos los reyes de la tierra. Y como Cabeza, El tiene un Cuerpo; a El le fue dado una esposa, y todo lo que la Biblia habla acerca de la Iglesia, el lugar de la Iglesia en el propósito eterno de Dios, el origen de la Iglesia, la naturaleza de la Iglesia, las profecías y la tipología acerca de la Iglesia, la administración de la Iglesia, el gobierno de la Iglesia, el funcionamiento de la Iglesia, el ministerio de los miembros del Cuerpo de Cristo, que es mucho lo que la Palabra de Dios habla sobre este tema, todo eso lo trata esa gran materia que se llama Eclesiología.


La última de las grandes materias de la Teología Sistemática y que precisamente encuentra su sentido en el Apocalipsis, es la Escatología; es la materia que se ocupa de las últimas cosas, de la consumación, porque el Dios eterno que tenía un propósito y que providentemente se ha movido detrás de la historia y ha hecho una gran obra de salvación a través de Su Hijo y por Su Espíritu, lo ha hecho con un sentido final y ese sentido final es para cada criatura y para todas las criaturas en una sola historia. Entonces aquella materia que se ocupa de las últimas cosas en relación a cada criatura, sobre todo las criaturas humanas, lo relativo a su propio fin, su muerte, ultratumba, el cielo o el infierno, y también el fin de la historia y las etapas para ese fin, las profecías acerca de Dios, de Cristo, de la Iglesia, de Israel, de las naciones, de la creación, de la gran tribulación, del arrebatamiento, del milenio, de la Nueva Jerusalén, todo eso es el contenido de una final materia de la Teología Sistemática, que es la Escatología. De manera que la Escatología se va a colocar al fin del estudio sistemático de la teología; y el Apocalipsis, que es el libro de la Biblia que corona todo el texto sagrado y todo el programa de Dios, es también el libro que le suministra el material fundamental a la Escatología.


El Apocalipsis es un libro muy importante; no es un libro suelto, ni profecía suelta, sino que es nada menos que la coronación de toda la Palabra de Dios, tal como ha sido revelada en las Escrituras, y tal como ha sido entendida y revelada por la teología. El Apocalipsis es también la culminación y coronación de la misma teología; o sea que no es cualquier libro; es un libro precioso, profundo. El Apocalipsis mismo atribuye su autoría al apóstol Juan, corroborado por los escritos de la Iglesia primitiva en su corriente tradicional. El apóstol Juan es el último de los doce apóstoles del Cordero que quedó. El Señor Jesús le había dicho a Pedro: "Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras" (Juan 21:18).


Ahí le estaba revelando el Señor con qué muerte habría de morir; y la historia dice que Pedro fue llevado cautivo y crucificado y dijo que no era digno de morir como nuestro Señor, que lo pusieran boca abajo, y así fue como murió el apóstol Pedro, boca abajo o con las piernas para arriba. Existen libros apócrifos y existe un Apocalipsis de Pedro que es considerado apócrifo, que trata de unas supuestas experiencias de ultratumba y visiones acerca del cielo y del infierno. Cuando el Señor Jesús le estaba diciendo las anteriores palabras a Pedro, el apóstol vio que detrás venía Juan y le preguntó al Señor: "Señor, ¿y qué de éste?", refiriéndose a Juan. Dicen los versículos 22 y 23 que: "22Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. 23Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?".

A ese discípulo, Juan, el Señor se le apareció para revelarle todos los acontecimientos del libro de la consumación de las cosas.


De manera que los escritos de Juan son los que completan toda la Biblia; su evangelio completa a los sinópticos, sus epístolas fueron las últimas en ser escritas, y el Apocalipsis cierra toda la revelación bíblica. ☐

AUTORÍA DEL APOCALIPSIS

AUTORÍA DEL APOCALIPSIS


"1La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas, que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.../... 9Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla de Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.../... 22:8Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas" (Ap. 1:1,9; 22:8.).

Alta crítica
Ya terminamos el estudio sobre el Libro de las Jornadas, y ya desde bastante tiempo había tenido una dirección del Espíritu del Señor para compartir con los hermanos, con los que quieran estar voluntariamente, una serie sobre el Apocalipsis. En una ocasión casi la comenzamos; no se dio esa vez, pero la dirección sí la recibí del Señor. Me acuerdo de una vez en que fui invitado a donde el hermano Holbert y estuve dando una serie de introducción al Apocalipsis, y uno de los pastores allí, de los hermanos, cuando terminé la serie, me llamó aparte, me invitó a cenar, y cuando estaba cenando me dijo: Hermano Gino, cuando usted estaba tratando esos temas, el Señor me mostró que un ángel vino con un rollo y con una pluma y tomaba nota de lo que usted estaba enseñando, y yo entendí que usted tiene que publicar esas cosas que estaba enseñando. Eso me lo dijo él en privado en una cena; entonces yo pienso que con la ayuda del Señor, si Él nos ayuda, quizás estemos en el momento de considerar ese libro. Yo lo había guardado en mi corazón, pero algunos hermanos se acercaron a mí, e inclusive sin saber eso, me lo pidieron también; y yo dije: quizá sea una señal de que podamos comenzar esa serie. Les ruego sus oraciones porque ninguno de nosotros es suficiente, especialmente para una cosa tan delicada como esa; pero confiamos que el Señor, si Él nos coloca ahí en la arena, Él nos va ayudar. No pensamos decir la última palabra ni todas las palabras, sino hacer un aporte particular de un miembro del cuerpo, que ustedes completarán también con otros hermanos; entonces no pensamos dar la última palabra, sino solamente aquello que el Señor ponga en el corazón.

Ustedes ven hoy en esta mesita, que tuve que ponerla para colocar unos documentos de la iglesia primitiva, que aquí están los escritos de aquellos hermanos que tuvieron contacto directo con los apóstoles, que algunos han dado en llamar los padres apostólicos; también está la colección de las apologías escritas durante los tiempos de la persecución a la iglesia primitiva escrita por los apologetas, una colección de sus defensas; también está la obra "Contra las herejías" de Ireneo de Lyon, que fue discípulo de Policarpo en la iglesia de Esmirna, y que a su vez, Policarpo, conoció a Juan . Cuando Juan recibió el Apocalipsis tuvo que entregarlo a los ángeles de las siete iglesias, a las siete iglesias; y precisamente una copia fue a Policarpo.

Ireneo era uno de los que estaba sentado a los pies de Policarpo recibiendo el testimonio que Policarpo daba del Señor Jesús y de la comunión estrecha que había tenido con el apóstol Juan. También tengo aquí los volúmenes de la obra de Eusebio de Cesarea, la historia eclesiástica, donde hay muchos datos de la iglesia primitiva.


Antes de entrar propiamente en la consideración exegética del libro del Apocalipsis, yo quisiera hacer una introducción de lo que se suele llamar "Alta Crítica"; o sea, lo que tiene que ver con: quién es el autor del libro, cuáles son las pruebas históricas de que eso es así y qué problemas han surgido; cuestionamientos a lo largo de la historia y cómo han sido tan refutados. De manera que la iglesia debe conocer estas cosas, porque en cualquier momento los hermanos se tropiezan con terribles corrientes de incredulidad y de escepticismo que circulan por toda la tierra; los hermanos a veces no se chocan con esas corrientes, pero de pronto un día se chocan con ellas y necesitan tener estas cosas claras. Por eso permítanme, antes de entrar directamente en la exégesis del libro, hacer una introducción al mismo. Vamos a ver cuatro versos iniciales en el libro de Apocalipsis que están en el capítulo 1 y también después en el capítulo 22. Quiero llamarles la atención inicialmente, con el propósito de introducción, a 4 versos.

Apocalipsis 1:1-2, dice así:

"1La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, 2que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto".

Interesante es esa última frase del verso 2: "las cosas que ha visto".

El apóstol Juan usaba mucho esa frase. Ustedes recuerdan en la primera epístola del apóstol Juan, donde él habla en un lenguaje parecido. Les invito a leerlo conmigo, porque es muy bueno desde el principio, ver la semejanza en el lenguaje, la semejanza en las palabras. Dice 1 Juan 1 desde el verso 1:


"1Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de Vida 2(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 3lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. 4Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido".


La autoría de Juan
El objetivo es que nos gocemos en la fe que viene de recibir el testimonio de Dios por medio de los apóstoles. Lo que hemos visto, testificamos, lo que hemos oído. Allí dice: ha dado testimonio de las cosas que ha visto. Es el lenguaje típico de Juan hablando del Logos, del Verbo, como aparece tanto en el evangelio, como en sus epístolas, como en el Apocalipsis. Dios escogió que Juan escribiese, que contara esa experiencia de revelación de Jesucristo, que fuera su siervo. Este es Juan el apóstol, de los doce apóstoles; Juan el hijo de Zebedeo y de Salomé, hermano de Jacobo, y primo del Señor Jesús; porque Salomé era hermana de María. Entonces en el versículo 4 de Apocalipsis 1, dice: "Juan"; no necesita ese Juan ponerse otros apellidos porque era bien conocido; él simplemente dice: Juan; era un Juan conocido por las iglesias en el Asia Menor. "Juan, a las siete iglesias que están en Asia". Es decir, a ellos, él inicialmente les escribió este libro, esta profecía; él tuvo la experiencia, y el Señor le dio la orden que enviara esta profecía a las siete iglesias que están en Asía. Por eso los testimonios más antiguos en la historia de la Iglesia, acerca del Apocalipsis de Juan, son los que provienen de esa región del Asia Menor: de Efeso, de Esmirna, de Sardis, de Hierápolis, que queda ahí al lado de Laodicea, y en fin; son los testimonios más antiguos acerca del Apocalipsis; éstos comenzaron a darse allí en el Asia Menor.

En aquella época los libros no circulaban como ahora; hoy en día hay cantidades de imprentas, hay internet, y una cosa que hoy se pone en una página web ya en el mundo entero se sabe; en aquel tiempo había que escribir rollo por rollo con mucho trabajo y se circulaba a pie, o en caballo, o en camello y las cosas eran muy lentas y así los libros fueron expandiéndose de una manera muy lenta, pero se fueron expandiendo; y cuando uno estudia las huellas de la transmisión del Apocalipsis en la historia, uno se da cuenta de que realmente los testimonios más antiguos comenzaron en el Asia Menor y fueron extendiéndose justamente en el Asia Menor, que es como decir un lugar central en los tres continentes, y de allí comenzó a extenderse más hacia el occidente; por fin fue llegando hacia el oriente, bien al oriente, donde se tardaron bastante en aceptar el Apocalipsis, porque como les voy a contar hoy, y les voy a leer, se presentaron algunas cuestiones históricas que impidieron que algunas personas tuvieran acceso al Apocalipsis, y que estuvieran abiertos a él. Gracias a Dios que la Palabra de Dios prevaleció sobre todos los problemas, sobre todas las resistencias que Satanás le puso; porque Satanás siempre le pone muchos problemas especialmente al Génesis y al Apocalipsis, que son los libros que revelan su principio y su fin.


Entonces son dos libros tremendamente atacados por Satanás; y entonces estamos aquí identificando al autor humano; lógicamente que es una revelación divina, pero a través de un ser humano, sin anular al ser humano, usando a ese ser humano, tal como él es, usándolo con su personalidad, usándolo con su lenguaje, con su estilo, usándolo con su condición humana; y esto lo digo muy a propósito por lo siguiente: porque la gramática griega del Apocalipsis es una gramática sui géneris; en el autor no era el griego su primera lengua; su autor hablaba arameo porque Juan hablaba en arameo, y él no solamente hablaba en arameo, sino que también pensaba en arameo y hacía las frases conforme a la sintaxis en arameo, y el arameo es muy diferente al griego. Hay cosas que en la gramática y en la sintaxis se llaman "los casos"; entonces, por ejemplo, a veces el pronombre, si es plural, tiene un plural en la conjugación del verbo.

Por ejemplo, en inglés y en español; en inglés no hay esa diferencia; en inglés los verbos regulares, si tú hablas el yo, o el tú, o el nosotros, o ellos, o vosotros, la conjugación es la misma; en español sí tenemos diferencia; por eso cuando un norteamericano está tratando de hablar en español, pues lógicamente que él a veces dice: yo estar muy contenta. El yo, es él, estar, no concuerda estar con yo, porque él dice: yo estoy; pero él no es español, entonces él usa la conjugación que no concuerda con el pronombre y a veces, el género; él es hombre y dice "contenta", porque como fulana dijo que estaba contenta, entonces él también está contenta y pone en femenino lo que era en masculino. Pero aun siendo así, nosotros entendemos perfectamente y Dios nos habla a nosotros como somos. Si las personas son del pueblo, entonces hablan en un lenguaje popular y Dios las usa en su lenguaje popular. Por ejemplo, el griego de Marcos es un griego koiné muy popular, porque Marcos era una persona popular; entonces él cuenta, inspirado por el Espíritu Santo, conforme a su personalidad, y Dios lo usa como él es; porque ¿quién dijo que sólo los que han leído mucho se pueden comunicar? ¿o que sólo para ellos es el lenguaje? no; Dios usa a todos los hombres así hablen como hablen; si habla chino, si habla ruso o si habla mezclado, lo importante es que es una persona limpia usada por Dios y con su personalidad; entonces Marcos escribe con una gramática popular; Lucas, en cambio, era un médico, un gran lector y un hombre muy culto; entonces él habla con un lenguaje casi clásico, un koiné clásico; así también Juan, cuando escribió Apocalipsis, él estaba solo; él lo escribió en un lenguaje de un Juan que era pescador; él no era un escritor clásico y además él no estaba escribiendo en arameo, sino que estaba escribiendo en griego; estaba solo y no tenía quien le ayudara.


Si ustedes se dan cuenta de cómo el Señor permite que eso sea así, en Hechos 15 quiero mostrarles algo. Dice en Hechos 15 que después de que el sínodo apostólico y presbiterial en Jerusalén llegó a una conclusión, se escribió una carta; entonces dicen los versos 22-23:

"22Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos, varones y enviarlos a Antioquia con Pablo y Bernabé; a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; 23y escribir por conducto de ellos".

Asuntos de cultura griega
Tenemos aquí a Silas. La palabra Silas es una contracción de la palabra Silvano, así como Pacho es una contracción de Francisco, como kiko una contracción de Francisco, como Lucas es una contracción de Lucano, como Epafras es una contracción de Epafrodito; así Silas es una contracción de Silvano. Este Silvano era un hermano culto; y los apóstoles, que eran personas del pueblo, pero llenas del Espíritu Santo, acostumbraban dictar sus cartas; aún Pablo se las dictaba a Tercio; y aquí los apóstoles la dictaron a Silvano. La carta era de los apóstoles, pero Silvano escribía con buena gramática.

 Vamos, pues, a las dos cartas de Pedro. Ustedes se van a dar cuenta de que entre la primera y la segunda carta de Pedro hay una diferencia, pues la primera fue escrita de Pedro por conducto de Silvano, y la segunda por Pedro solo; es por eso que la gramática griega de la primera epístola de Pedro es muy culta, y la gramática griega de la segunda de Pedro es más popular; y por eso algunos han pensado que el autor no es el mismo Pedro y quieren rechazar la segunda, simplemente porque consideran el griego de la primera más culto que el de la segunda; pero ¿qué fue lo que pasó con la primera?

En 1 Pedro 5:12, dice Pedro: "Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente". Vemos que Silvano era un hermano culto; así como entre  nosotros hay hermanos que tienen buena gramática, buena ortografía, entonces les pedimos si nos hacen una transcripción; nos la ponen bien; puntos, comas; nos hacen bien las cosas; nosotros, a veces, hablando de manera informal, dejamos una frase por la mitad, y él termina la frase y la hace correcta; lo mismo sucedió en la iglesia primitiva. Silvano era un escriba de los apóstoles; era también un apóstol con Pablo, era un hombre culto, y los hermanos lo apreciaban y le pedían que escribiera lo que ellos decían; ellos eran inspirados por el Espíritu Santo y él lo escribía con un lenguaje culto. Por eso la primera epístola de Pedro, es de Pedro, pero se le nota la gramática de Silvano. Ya en la segunda no estaba Silvano, de manera que se le nota más a Pedro cuando escribe solo. Lo mismo sucede con el Apocalipsis.

El Apocalipsis tiene una gramática que era aramea expresada a través del griego, como si un gringo hablara en castellano, porque el griego no era el lenguaje de Juan; el lenguaje de Juan era el arameo; sin embargo, no hay libros tan sublimes como éstos de la Biblia, y éste del Apocalipsis es donde se termina toda la revelación; y Dios escogió a un pescador para hablar Su palabra y coronar Su palabra a través de un Juan en que el griego era apenas su segunda lengua y estaba por allá preso sin quien lo ayudara. Sin embargo, Dios usó a Juan como es Juan, y le damos gracias a Dios por eso, y eso explica lo sui géneris de la gramática griega de Apocalipsis. Claro que después vinieron unos escribas, cuando fueron copiando el Apocalipsis; por eso surgen variantes, porque le adaptaron un poco: Yo estar con yo estoy; bueno, por eso al compararse unos manuscritos con otros, tú notas unas variantes de acomodación de los géneros, de los números, etc.; pero de todas maneras eso en las copias posteriores y en las traducciones no se nota. En las traducciones tú no notas las diferencias de estilo de Lucas y de  Marcos, de Moisés, de Pablo, sino que todo es del mismo traductor; pero en la Biblia original sí se nota. Dios nunca le quitó las características al hombre, sino que lo utiliza así como es él.


Yo recuerdo que el hermano Branham era un hermano también de extracción popular. Dios lo usó mucho; tanto lo usó el Señor, que los hermanos querían que las grabaciones aparecieran exactas, así como él decía. ¿Por qué? porque los hermanos no querían que se le pusieran retoques gramaticales y hacerlo muy bonito, sino así en toda su crudeza que apareciera; y así ustedes leían los primeros folletos que publicaban muy pulidos, pero después los hermanos dijeron: No, ¿qué tal que en ese pulir haya una traición a la idea? No, así con toda la crudeza nos cuentas las cosas; y hermanos, ¿no tiene derecho el pueblo a hablar? ¿Acaso es solamente algún hombre de la Academia de la Lengua el que tiene derecho a comunicarse? No, Dios no tiene ese concepto, Dios se comunica a través del ser humano como el ser humano es; lo que importa es que le entiendan. Y no estamos hablando para rebajar la categoría de nadie cuando hacemos la diferencia entre lo popular y lo clásico; solamente para mostrar el hecho, pero no para rebajar a las personas, porque Dios no las rebaja y Dios las usó así; entonces las respetamos y las recibimos como de Dios. Toda la palabra es inspirada por Dios. Eso, pues, era necesario decirlo al respecto.


De manera que ese Juan no necesita otro apellido; y eso lo digo también muy a propósito por algo que voy a tener que decir después; porque es que hay algunos que han querido negarle la autoría del Apocalipsis a Juan, o del evangelio, o de las cartas, o de alguna de las cartas. Ha habido mucha lucha en el campo de la alta crítica modernista liberal. Se necesita hacer estas introducciones para poder poner los parapetos cuando los hermanos se encuentren con esas corrientes escépticas y antagónicas; por eso me detengo en esto.

Entonces fíjense en Apocalipsis 1:4: "Juan, a las siete iglesias". Era un personaje tan conocido, que no tuvo ni siquiera que decir: Hijo de Zebedeo, ni de Salomé, ni hermano de Jacobo; era el Juan que había sobrevivido a los demás apóstoles y que estaba ahí; era simplemente Juan. Luego en 1:9, dice: "Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo".

Se ve que había conocido a Jesucristo de cerca, conocía la paciencia de Jesucristo. Muchas personas tienen la imagen de un Dios ogro, pero él conocía la paciencia de Jesucristo. "Estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo". En la isla de Patmos fue donde este Juan, el apóstol Juan, recibió esta revelación y la escribió sin la ayuda de Silvano. No sabemos si en los próximos libros le hayan podido ayudar en Efeso, pero aquí en Patmos estaba solo. En el capítulo 22, también aparece el autor de este libro, que es el apóstol Juan; 22:8: "Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas". Es el estilo típico de Juan: lo que hemos visto y oído, ya sea que hable con la ayuda de Silvano en el evangelio y sin la ayuda de él en Apocalipsis, es su estilo y sus palabras: Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas; o sea que el que escribió este libro fue el apóstol Juan.


En el capítulo 1, cuando estaba comenzando la revelación, él ya recibió esta orden del Señor. El Señor le dijo: "Escribe en un libro lo que ves"; esa fue la elección del Señor, que fuera Juan, y le mandó a escribir. Al Señor no le importaba si Juan hablaba arameo y no griego, y tenía que mandar eso a iglesias que hablaran griego, y lo hizo muy bien. "11Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea". De modo que Juan el apóstol en la isla de Patmos recibió una revelación de Dios que se le dio a Jesucristo, que se la envió por un ángel al apóstol Juan, y le ordenó enviarla a siete iglesias específicas del Asia Menor, que son las de estas ciudades: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Como les dije al comienzo, lo más lógico era que los primeros testimonios del texto, las referencias más antiguas al Apocalipsis, y los documentos manuscritos, pergaminos más antiguos, provinieran de aquellas regiones; y justamente así ha sido. Después de que murió Domiciano, el emperador, que fue el que condenó a Juan a la isla de Patmos, entonces por un año subió un sucesor suyo llamado Nerva, que inmediatamente hizo sacar a Juan de la isla de Patmos, y él volvió a Efeso y allá continuó haciendo la obra del Señor teniendo como centro de la obra la ciudad de Efeso; y justamente, es de la iglesia de Efeso de donde surge el testimonio más antiguo acerca de la autoría del Apocalipsis por el apóstol Juan.


Testimonio de Justino Mártir
En la iglesia de la ciudad de Efeso hubo un hombre de Dios muy famoso en la antigüedad, muy respetado, que se llamó Justino Mártir.

 Se llamó así porque él fue martirizado; y él era un filósofo y fue martirizado por otro filósofo, amigo de un emperador filósofo. ¡Qué paradoja! Este hombre, que era un filósofo, había nacido en Samaria, en la ciudad de Siquem, que hoy se llama Nablus o Nablusa o Neápolis, que son las diferentes pronunciaciones de la misma palabra: Neápolis, Nablusa, Nablus; es lo que era la antigua Siquem en Samaria; ahí fue donde nació Justino, y él empezó a leer filosofía. Él estuvo pasando por todas las escuelas filosóficas; Dios quiso que así fuera; y él se fue corriendo hacia el occidente, y se estableció por fin en Efeso, y allí conoció al Señor y se hizo cristiano. Los filósofos en aquella época usaban su manto de filósofo, y él comenzó a predicar el evangelio como si fuera un filósofo porque la gente iba a donde él a oír filosofía, y él aprovechaba eso para evangelizarlos. Luego se trasladó a Roma, y en una casa cerca de unos baños públicos, él estableció su lugar de predicación, y los que querían iban a oírlo allá, hasta que el filósofo Junio Rústico, amigo del emperador Marco Aurelio, lo mandó a llamar para obligarlo a él y a sus compañeros, que eran como siete hermanos, entre ellos una hermana llamada Caridad, y los obligaron a la idolatría después de hacerles unas preguntas; ellos se confesaron claramente cristianos; tenían que hacer sacrificios a los dioses; como ellos no los hicieron, por tanto ese filósofo los mandó a azotar  y a decapitar, y ellos fueron fieles con grande alegría; pusieron su vida por el Señor. Por eso se le llama "Justino mártir". Él vivió en la primera parte del siglo II, y escribió por ahí por los alrededores del año 135 a más tardar, cuando había la persecución contra los cristianos. Justino es llamado "El príncipe de los apologetas", porque en esa época de persecución de los emperadores romanos y del imperio romano a los cristianos, entonces algunos hermanos escribieron apologías o defensas del cristianismo y se las enviaron al emperador Marco Aurelio, o a Antonino Pío, o a los otros emperadores. Esas apologías se recogieron en este volumen que tengo acá, donde está la colección de esas defensas de los cristianos primitivos; y Justino escribió unas apologías y escribió también un diálogo con un judío famoso llamado Trifón, con el cual él tuvo un diálogo, que después Justino redactó. Entre los judíos, parece ser llamado el Rabino Tarfón; Trifón se le dice en el griego. Justino, que vivía en la ciudad de Efeso, escribió ese diálogo con Trifón en la ciudad de Efeso, en la primera parte del siglo II, a más tardar en el año 135. Les voy a leer aquí una partecita de lo que él escribió, donde aparece el testimonio más antiguo, aparte del Apocalipsis mismo, donde se dice que este Libro de Apocalipsis lo escribió el apóstol Juan.


Voy a leerles aquí en el Diálogo con Trifón, después de que él ha citado aquí unas palabras del profeta Isaías; él leyó aquel pasaje de Isaías, donde habla cómo va a ser el reino venidero, aquello de que el cordero comerá paja con el león, etc; entonces después de citar esas palabras de Isaías a Trifón, dice Justino:


"Lo que en estas palabras, pues, se dice, dije yo, "porque según los días de los árboles, serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán las obras de sus manos", entendemos que significan misteriosamente los mil años, porque como se dijo a Adán que el día que comiera del árbol de la ciencia del bien y el mal, moriría; sabemos que no cumplió los mil años; entendemos también que hace también a nuestro propósito aquello de que un día del Señor es como mil años; además, hubo entre nosotros un varón por nombre Juan, uno de los apóstoles de Cristo, el cual en revelación que le fue hecha, profetizó que los que hubieren creído en nuestro Cristo, pasarán mil años en Jerusalén y que después de esto vendría la resurrección universal y para decirlo brevemente, la eterna resurrección y juicio de todos unánimemente; lo mismo vino a decir también nuestro Señor: No se casarán, ni serán dadas en matrimonio, sino que serán semejantes a los ángeles, hijos que son del Dios de la resurrección; porque entre nosotros se dan hasta el presente carismas proféticos, de donde vosotros mismos debéis entender que los que antaño existían en vuestro pueblo han pasado a nosotros".


Hasta aquí una cita textual de Justino Mártir, donde hablando del milenio, en ese contexto él hace una referencia antiquísima, apenas a comienzos del siglo II, cuando él vivía en Efeso. Hubo entre nosotros un varón llamado Juan, de los apóstoles de Cristo, que recibió una revelación; y hace una referencia al Apocalipsis. Vemos aquí, pues, la referencia más antigua al Apocalipsis conocida hasta ahora, hecha por un líder de la iglesia primitiva en el siglo II.


Testimonio de Papías
Tengo aquí también otras referencias que hacer: uno de los discípulos directos del apóstol Juan fue Papías de Hierápolis. Hierápolis era una ciudad que quedaba cerca a Laodoicea y a Colosas. Esas tres ciudades, si ustedes las miran en el mapa del Asia Menor, están cerquita una de la otra; casi como decir: Suba, Bosa, el antiguo Tiguaque, que es San Cristóbal; o sea que es una región más cercana que este Distrito, pero quedaban muy cerca la una de la otra; entonces para ver esa cercanía, vamos allí a la epístola a los Colosenses; allí el apóstol Pablo hace referencia a estas tres iglesias.

Colosenses 2:1: "Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro"; o sea, los que estaban allí cerca de Laodicea; y en 4:13 dice: "Porque de él doy testimonio (de Epafras o Epafrodito, que es la contracción de Epafras) de que tiene gran solicitud por vosotros (los de Colosas), y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis". Esas tres localidades: Colosas, Laodicea y Hierápolis, estaban cerca, y ellos se visitaban, de tal manera que Pablo más adelante les dice en el verso 16: "Cuando esta carta (la de los Colosenses) haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses"; o sea que la carta que le envié a los Laodicenses, léanla también ustedes, y la que le envié a ustedes, Colosenses, hágansela leer a ellos; porque estaban muy cerca; no había carro, no había internet, no había avión, pero podían ir a pie, o en burro; entonces podían hacer eso. ¿Se dan cuenta de que Hierápolis quedaba ahí cerca? Ahí en Hierápolis vivió el diácono y evangelista Felipe y también las hijas de Felipe; puesto que él tenía cuatro hijas profetizas. Justamente Papías, que era un discípulo de Juan, había conocido a Felipe y había oído varios de los testimonios de la tradición antigua de las mismas hijas de Felipe, y Papías dice algunas cosas. Yo quisiera leerles algo de lo que dice Papías para que los hermanos tengan esas noticias de la iglesia primitiva. Justamente, una mala interpretación que se hizo de unas palabras de Papías, de ella se agarraron primero unos herejes y luego unos escépticos; no es exactamente lo mismo, pero están trabajados por el diablo para tratar de decir que había otro Juan y que no fue Juan el apóstol el que escribió esto.


Voy a leerles algunas de las palabras de Papías. Tengo aquí los fragmentos de Papías. Papías escribió una obra en cinco rollos que se llamó "Exégesis de los Logiones del Señor", que era una explicación de los dichos, de las sentencias del Señor Jesús. Después los libros fueron llamados Los Exotéricos; no los esotéricos con ese, sino con equis; son los mismos cinco libros de Papías; esos libros sobrevivieron hasta cierto tiempo; luego se perdieron, pero algunos fragmentos de Papías sobrevivieron. Ireneo lo cita, Eusebio lo cita, Apolinar de Hierápolis, que fue sucesor de Papías, lo cita, Andreas de Cesarea los cita a ellos. Ustedes saben que en Cesarea hubo una gran biblioteca que formó Orígenes. Orígenes, cuando fue a Cesarea formó una gran biblioteca que luego, cuando él murió, la continuó Pánfilo, y en esa biblioteca él procuró recopilar todo lo posible de los cristianos anteriores, y gracias a la biblioteca de Orígenes completada por Pánfilo, Eusebio de Cesarea pudo escribir la historia eclesiástica que tenemos acá, donde nos da las noticias de la iglesia primitiva; gracias a esa biblioteca. Andreas de Cesarea también cuenta algunas noticias de Papías; o sea, tenemos los dichos de Papías que han sobrevivido.

No sobrevivieron todos los libros, pero sobrevivió algo de su historia; son muy importantes para la Iglesia los testimonios de Papías, porque algunos de los evangelios, en sí mismos, ellos son anónimos. Hoy sabemos que el evangelio de Mateo lo escribió Mateo por el testimonio que dio Papías. Sabemos que el evangelio de Marcos lo escribió Marcos porque el testimonio de eso lo dio Papías, que lo oyó del mismo apóstol Juan. El apóstol Juan fue el que leyó el evangelio de Marcos y le dijo a sus discípulos que Marcos no había mentido en nada de lo que había escrito; eso lo escribió Papías. De manera que muchas noticias importantes para conocer los autores de los libros de la Biblia nos vienen a través de Papías; aunque no sobrevivieron los cinco volúmenes de Exotéricos o de exégesis de los dichos del Señor, por lo menos, los fragmentos que sobrevivieron han sido muy importantes. Por eso quiero leerles algo de Papías.  Dice Ireneo, citando a Papías:


"Cuando también la creación renovada y libertada fructificará muchedumbre de todo género de comida, del rocío del cielo y de la fertilidad de la tierra, a la manera que recuerdan los ancianos que vieron a Juan, discípulo del Señor".


¿Quién está hablando aquí? Está hablando Ireneo. Ireneo era de la iglesia en Esmirna cuando la presidía Policarpo, que fue quien recibió el Apocalipsis de mano de Juan, porque el Señor le dijo: Envíalo a la iglesia de Esmirna y a las otras; pues el que estaba al frente de la iglesia en Esmirna era un discípulo de Juan que fue el que quedó haciendo trabajo apostólico cuando éste murió; el que quedó haciendo esa obra que hacía Juan fue Policarpo; entonces el mensaje del Señor por Juan lo recibió Policarpo; pero Policarpo tenía un joven de la iglesia de Esmirna que era Ireneo. Este Ireneo es el que escribe estas cosas. Él dice así:


"La manera que recuerdan los ancianos que vieron a Juan (entre ellos están Policarpo y Papías), discípulo del Señor, habérselo oído a él , de qué modo enseñaba y hablaba el Señor de aquellos tiempos".


Se refiere a los tiempos del reino milenial; entonces, pone comillas para citar las palabras del Señor transmitidas por Juan y transmitidas por Papías y por Policarpo; ahora las está transmitiendo Ireneo, así:

"Vendrán días en que nacerán viñas que tendrán cada una diez mil cepas, y en cada cepa diez mil sarmientos, y en cada sarmiento diez mil ramas, y en cada rama diez mil racimos, y en cada racimo diez mil granos, y de cada grano prensado dará veinticinco metretas de vino, y cuando alguno de los santos tomare uno de aquellos racimos gritará: yo soy mejor, tómame a mí, bendice por mí al Señor.

Igualmente se dará un grano de trigo que producirá diez mil espigas, y cada espiga tendrá diez mil granos, y cada grano dará cinco libras de flor de harina clara y limpia, y así de los demás frutos y semillas y hierba, conforme a la conveniencia de cada uno, y todos los animales, que usando de aquellos elementos que se reciben de la tierra, se convertirán en pacíficos y unidos entre sí, sujetos a los hombres con toda sujeción. Esto atestigua también por escrito Papías, discípulo que fue de Juan y compañero de Policarpo, varón antiguo, en el cuarto de sus libros, pues, tiene en efecto compuestos cinco libros, y añadió diciendo: «Ahora bien, estas cosas son creíbles para los creyentes»; se lo decía el Señor; y como Judas, el traidor, no creyera y preguntara: entonces ¿cómo serán llevadas a cabo por el Señor tales producciones? Respondió el Señor: lo verán los que lleguen a aquellos tiempos". 


Mas adelante voy a leerles otras cosas acerca de Papías. Esto lo dice Eusebio conservando fragmentos de Papías:


"Mas de Papías, cinco son en número los escritos que corren de su nombre, titulados: Explicación de las sentencias del Señor. (Es una traducción del título). De éstos hace también mención Ireneo, como los únicos por él escritos, en los siguientes términos: «Esto atestigua también por escrito Papías, discípulo que fue de Juan y compañero de Policarpo, varón antiguo, en el cuarto de sus libros», porque fueron por él compuestos cinco libros, que es el testimonio de Ireneo".


Tergiversaciones en tiempos de Eusebio de Cesarea
Voy a saltar unas palabras aquí de Eusebio, porque Eusebio toma unas palabras de Papías y él les da una interpretación equivocada a esas palabras, y a raíz de esas palabras equivocadas, otros se equivocaron; porque parece que Eusebio no era milenarista, entonces hubo a partir de cuando ya el cristianismo comenzó a conquistar el Estado, y ya Eusebio de Cesarea era amigo de Constantino, quienes empezaron a entender prácticamente que lo del milenio era una cosa alegórica, aquella profecía del Apocalipsis, y comenzaron a no tomar en cuenta las palabras del Apocalipsis en forma literal. Comenzó, pues, a surgir un sentimiento en contra de los que ellos llamaron "milenaristas". Juan habló en Apocalipsis del milenio, de manera que Papías hablaba del milenio, Ireneo hablaba del milenio, Melitón de Sardis hablaba del milenio; aquí aparece también Apolinar de Hierápolis, que hablaba del milenio, Tertuliano de Cartago hablaba del milenio, Victorino de Petavio hablaba del milenio, Lactancio hablaba del milenio; todos estos eran los líderes cristianos primitivos que eran milenaristas. Como también Montano, que era un líder de los alrededores del año 150, y era bastante entusiasta, como decir un pentecostal bien clásico, y que ellos enfatizaban las profecías y los dones del Espíritu, y a veces algunos o algunas se iban a los extremos, y como Montano creía también en el milenio y en el Apocalipsis, entonces, lógico, en reacción contra los excesos entusiastas de Montano surgieron algunas reacciones contra el montanismo; pero como el montanismo era literalista y se basaba en el Apocalipsis, entonces comenzaron a rechazar a los hermanos que creían en el milenio literal y los consideraban los herejes kiliastas, de kilo, de mil, de milenio. Después ya no sólo rechazaron a la interpretación milenarista, sino que rechazaron incluso el Apocalipsis, porque el Apocalipsis era el que daba pie para eso. Comenzó, pues. a surgir, en una vertiente, un rechazo al libro del Apocalipsis, porque decían que el Apocalipsis era prácticamente el culpable de la "herejía" de los mil años y todas esas cosas. Entonces en Roma, por el año 210, uno de los presbíteros de Roma, que se llamaba Cayo de Roma, él escribió contra Montano, y en sus escritos contra Montano y el montanismo también atacó al milenarismo y atacó al Apocalipsis; entonces uno que había aprendido de Ireneo, que se llamaba Hipólito de Roma, escribió una obra contra Cayo, refutando de una manera tremenda todo lo que era el ataque antiapocalíptico y antimilenarista, siendo él un hombre ortodoxo. A partir de la obra que escribió Hipólito contra Cayo de Roma, siendo Hipólito también de Roma, un anciano en Roma, desde allí, en occidente, gracias a la intervención de Hipólito se respetó mucho el Apocalipsis.

Del Asia Menor se difundió mucho por occidente, y los ataques que se levantaron contra el Apocalipsis y contra el milenarismo fueron acallados por la obra de Hipólito en el occidente; pero como las obras no circulaban tan rápido, por allá en el oriente, por Georgia y por Armenia, se demoraron mucho en aceptar el Apocalipsis, y heredaron después ese escepticismo de los alegoristas. Los alegoristas, que no querían hablar de un milenio literal, no sólo rechazaron la interpretación literal, sino que rechazaron el libro mismo del Apocalipsis. Si es muy delicado para el que le saque una parte al libro, cuánto más sacar el libro entero. Quitarle un pedazo o agregarle es delicado, cuánto mas delicado es quitar el libro entero. Fue, pues, Hipólito el que hizo la defensa en su libro contra Cayo de Roma en el año 215.


Otro que escribió y usó el Apocalipsis fue Metodio. Ya estamos citando algunos de los testigos antiguos que son: Justino Mártir, Papías de Hierápolis. Estoy aquí con dificultad de leerles todo el material que hay; además que no quiero leerles a Eusebio sin darles la explicación, porque él tuvo unas cuestiones que él interpretó mal. Él era amigo de Constantino y él era arriano, de manera que estaba en un bando un poco delicado. A partir de la interpretación de Eusebio a unas palabras de Papías, comenzaron a quitarle el valor al Apocalipsis y a quitarle la autoría del Apocalipsis al apóstol Juan; y después le quitaron al apóstol Juan no sólo la autoría del Apocalipsis sino también de las cartas y después del evangelio.


Otro que hizo eso fue otro hereje que se llamaba Marción. Marción incluso conoció personalmente al apóstol Juan, y el apóstol Juan percibió su espíritu y no lo recibió en la comunidad en Efeso; entonces Marción se fue para Roma, y él decía que el Dios del Antiguo Testamento era un demiurgo, y que el Padre de nuestro Señor Jesucristo era otro Dios, y  rechazaba todo lo que era judaico; y como en el Apocalipsis hay muchas cosas que tienen raíces en el Antiguo Testamento, rechazó el Apocalipsis por judaico. Marción sólo aceptaba una parte mutilada del evangelio de Lucas y algunas de las epístolas de Pablo; eso era todo su Nuevo Testamento. Ireneo tuvo que combatir a Marción; Papías tuvo que combatir a Marción, Tertuliano tuvo que combatir a Marción, que fue el primer gran hereje que hubo en este tiempo. Después de Marción surgió un grupo herético que se llamaba "los álogos"; o sea los contrarios al Logos, y también eran contrarios al Apocalipsis, y como el Apocalipsis circulaba mucho, ellos comenzaron a hacer circular la mentira de que el Apocalipsis no lo había escrito Juan sino Cerinto, que era otro hereje.


El diablo ha luchado desde el principio contra el Apocalipsis. Yo quería que ustedes supieran eso porque a lo mejor un día les toca también enfrentar esas corrientes. ¿Por qué? porque esa línea que introdujo Marción, hereje, y continuaron los álogos, grupo herético, después fue introduciéndose poco a poco en personas que no eran tan heréticas.

Después Dionisio de Alejandría por el año 256, como él sí era un gran escritor del griego, empezó a criticar la gramática popular del Apocalipsis y empezó a dudar de la autoría de Juan porque veía que el evangelio era un poco más culto, así como la primera epístola de Pedro es más culta que la segunda, porque en la segunda ya no tiene la ayuda de Silvano, y además que el evangelio de Juan es bastante posterior en varios años al Apocalipsis y ya Juan había aprendido mejor el griego; en esas cosas se basaban los que ponían dudas.

Eusebio se basó en las dudas de Dionisio y las aceptó y en base a eso continuó la corriente de los rechazadores del Apocalipsis y los rechazadores de la autoría de Juan el apóstol. Luego Cirilo de Jerusalén tomó la misma línea de Eusebio y lo mismo hicieron las iglesias de Armenia y Siria hasta más o menos el año 500. En el año 600 la canonicidad misma del Apocalipsis prevaleció sobre los que la habían rechazado, pero en el oriente se demoró mucho la aceptación del Apocalipsis por esos conflictos que hubo. En occidente se aceptó gracias al trabajo de Hipólito que defendió el Apocalipsis en una obra contra Cayo de Roma.


Otro dato donde se habla del Apocalipsis está en Melitón de Sardis; pero fíjense en que Sardis era otra de las iglesias a las que fue dirigida el Apocalipsis, y justamente uno de los líderes que hubo en Sardis fue Melitón. Melitón de Sardis escribió incluso un comentario al Apocalipsis; él escribió una obra sobre el diablo y el Apocalipsis de Juan; parte de esa obra ha sobrevivido y ha sido citada por otros.


Quiero, pues, leerles algunas de las cosas ya con la introducción de las citas que hace Eusebio de Papías; pero habiéndoles hecho la explicación. Ustedes van a notar que Eusebio, que era una persona culta, arriano y alegorista, que rechazaba la literalidad de las cosas, y que  andaba en la corte de Constantino, habla de una manera despectiva de Papías; pero Ireneo que lo conocía, habla de una manera respetuosa de Papías; e Ireneo era anterior como en dos siglos a Eusebio; por eso es bueno saber esto. Sigue diciendo ahora Eusebio citando a Papías:


"A decir verdad, Papías mismo, en el proemio de sus discursos no afirma de modo alguno haber sido oyente de los sagrados apóstoles (esa es una mentira de Eusebio; es una mentira que demuestran otros escritores que se refirieron a Papías; pero aquí ya se nota que él está en contra de Papías, porque él es amilenarista); ni haberlos personalmente visto, sino que enseña por las mismas expresiones de que se vale, que recibió lo tocante a la fe de los que fueron familiares de los mismos apóstoles, y no tendré inconveniente...".


Ahora el que habla es Papías. Esta cita la hace Eusebio de Papías; ahora es Papías el que habla. Esta es la cita de Papías que malinterpreta  después Eusebio; entonces por eso hago el énfasis para que no se confundan. Ahora va a hablar Papías; esta cita malinterpretada fue la que provocó que hasta hoy los modernistas usen y aparece en muchos comentarios bíblicos, diccionarios bíblicos; aparece incluso en notas al pie de varias versiones de la Biblia que son modernistas o latinoamericanas. Como los hermanos se pueden encontrar con eso, necesitan conocer toda esta historia para no ser enredados. Ahora dice Papías:


"Y no tendré inconveniente en ofrecerte ordenadas a la par de mis interpretaciones, cuantas noticias un día aprendí muy bien y muy bien grabé en mi memoria, seguro como estoy de su verdad, porque no me complacía yo como hacen la mayor parte, en los que mucho hablan, ni en los que recuerdan los mandamientos ajenos, sino en los que por el Señor fueron dados a nuestra fe y que proceden de la verdad misma; y si se daba el caso de venir algunos de los que habían seguido a los ancianos, (desde ya llamo la atención a que Papías llama "ancianos" a los apóstoles, porque como también va a hablar del anciano Juan, algunos dicen: miren que aquí dice anciano Juan, no apóstol Juan; entonces supuestamente el anciano Juan era distinto que el apóstol Juan; pero desde ya les llamo la atención a que en el lenguaje de Papías él llama ancianos incluso a los apóstoles; y como el mismo Pedro dice: yo anciano también con ellos), si se daba el caso de venir alguno de los que habían seguido a los ancianos, yo trataba de discernir los discursos de los mismos ancianos (o sea que si los que habían oído a los apóstoles decían algo, entonces él procuraba ver qué era lo que era de los apóstoles, y no de los que lo transmitían); ¿Qué había dicho Andrés? ¿Qué Pedro? ¿Qué Tomás o Santiago o Juan o Mateo o cualquier otro de los discípulos del Señor? y lo que dice ahora... (habla en presente. Lo que decían en el pasado, menciona a éstos; y ahora en presente, es como quien dice: ahora todavía hay unos que no han muerto y que siguen en pie). Lo que dicen Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor; porque no pensaba yo que los libros pudieran serme de tanto provecho como lo que viene de la palabra viva y permanente".


Fíjense en que Papías quería saber lo que había dicho el Señor, según lo que decía Andrés, lo que decía Felipe, lo que decía Juan, y él procuraba oír acerca de ellos; pero también él oía directamente ahora en vida, a Juan y a Aristión.  Entonces aquí Papías hace dos menciones de Juan. Primero menciona que él procuraba oír lo que ellos habían dicho en el pasado, según los que le habían seguido; entonces él les indagaba, qué fue lo que dijeron Andrés, Juan, Mateo; pero ahora pasa al presente:  "Y lo que ahora dicen Aristión y el anciano Juan".  Entonces Papías hace dos menciones de Juan; una en  pasado, lo que decía cuando todavía estaba vivo Andrés, Santiago, Felipe, Juan y Mateo; y ahora lo que al presente, dijo Papías, seguía diciendo Juan, discípulo del Señor.  Debido a las dos menciones que hace Papías, en este pasaje, de Juan, Eusebio de Cesarea interpretó que uno era Juan el apóstol y el otro era otro Juan; no entendió que está hablando lo que hablaban en pasado y lo que ahora el mismo Juan habla en presente; las dos menciones de Juan no son dos Juanes; son el mismo Juan; pero lo que hablaba cuando estaban en vida los compañeros de él y lo que todavía en tiempo de Papías seguía hablando Juan con Aristión. Papías era un hombre que procuraba tener todos esos datos y los copiaba y hacía la exégesis; por eso a raíz de estas palabras de Papías, Eusebió lo mal interpretó más adelante, y por eso voy a saltarme el comentario de Eusebio; después ustedes lo pueden leer, pues eso lo van a encontrar por todas partes; así que yo estoy enfatizando el testimonio de Papías como directo escuchador de Juan.


Otros fragmentos de Papías
Aquí también hay otros fragmentos de Papías que han sido citados, algunos por Eusebio, otros por Apolinar; entonces Andrés de Cesarea, que es aquella Cesarea donde estaba la biblioteca de Orígenes, decía lo siguiente de Papías y Apolinar de Hiérapolis, no de Laodicea, que fue otro posterior. Apolinar de Hiérapolis fue como un sucesor de Papías. Ellos cuentan algunos datos de Judas Iscariote que contó Papías; dice:

"No murió en la cuerda Judas, sino que sobrevivió por haberse soltado antes de ahogarse y esto ponen de manifiesto los hechos de los apóstoles, habiéndose hinchado, reventó por medio y se derramaron sus entrañas".


Y luego aquí comienza a explicar la muerte de Judas, que fue terrible; dice que llegó a hincharse de tal manera que ya no se le veían ni los ojos, y se pudrió y le salieron gusanos y la carne se derramó en la tierra, de tal manera que el lugar donde murió olía tan feo que nadie podía pasar por ese lugar. ¡Cosa terrible! Eso lo cuenta aquí Papías de Judas. Luego, miren lo que dice aquí este Andreas de Cesarea, respecto del Apocalipsis. Este testimonio es importante; dice así:

"Creemos que es superfluo alargar el discurso acerca de la divina inspiración del libro (es decir, el Apocalipsis de Juan), cuando atestiguan que es digno de fe, los bienaventurados Gregorio el teólogo y Cirilo, y además entre los más antiguos: Papías, Ireneo, Metodio e Hipólito".

Andres de Cesarea está refiriéndose al testimonio de los más antiguos: Papías, Ireneo, Metodio e Hipólito y un poquito después de ellos: Gregorio y Cirilo, a favor del Apocalipsis escrito por el apóstol Juan. Estas son citas bien antiguas.


Para terminar, quiero hacerles unas citas literales de Ireneo; voy a leerles algunos pasajes; dice: "He aquí, ¿por qué dice Juan en el Apocalipsis, su voz era como el ruido de muchas aguas?". Aquí está citando el Apocalipsis como de Juan; eso es en el libro "Contra las Herejías" que escribió Ireneo, que era de Esmirna. Sigo leyendo otro pasaje aquí: "Juan dice en el Apocalipsis, que el incienso son las oraciones de los santos"Vemos que está atribuyéndole el Apocalipsis a Juan. Luego en otro pasaje dice: "Como dice Juan en el Apocalipsis, se abrió el templo de Dios". Otra cita de Ireneo, dice:


"También Juan el discípulo del Señor en el Apocalipsis asiste a la venida del reino glorioso y sacerdotal; me voltee, dice él, para ver la voz que me hablaba y cuando me voltee, vi siete candeleros de oro y en medio de ellos, parecido al Hijo del Hombre, vestido de una larga túnica y con el cinto de oro a la altura del pecho; y su cabeza y sus cabellos eran blancos, como lana blanca, como la nieve; sus ojos eran como llamas de fuego; sus pies semejantes a cobre abrasado en fuego; la voz de él era como la de muchas aguas; su mano derecha aseguraba siete estrellas, de su boca salía una espada aguda de dos filos y su rostro era brillante como el sol, en lo máximo de su fulgor".


Hace una cita bastante amplia del Apocalipsis de Juan, diciendo: esto dice Juan, el discípulo del Señor, en el Apocalipsis. Esas son varias de las citas. Voy a leer una más de Ireneo. Dice:


"Una revelación más clara todavía acerca de los últimos tiempos y de los diez reyes entre los cuales será dividido el imperio que ahora domina  fue hecha por Juan, el discípulo del Señor, en el Apocalipsis, explicando lo que eran los diez cuernos vistos por Daniel".


Y luego hace la cita. Nos damos cuenta de cómo Ireneo, que fue un discípulo de Policarpo, que a su vez fue un discípulo del apóstol Juan, está atribuyéndole directamente el Apocalipsis a Juan. Justino lo hace, Papías lo hace, Melitón de Sardis lo hace, Ireneo lo hace, Teófilo de Antioquia también en un libro que escribió "Contra las herejías de Hermógenes" lo hace, Clemente alejandrino lo cita en varios libros también en el año 200; Orígenes hizo un comentario y cita a Juan en varias partes.


En Milán se encontró, del año 170 más o menos, lo que se llamó "El Canon de Muratori". Muratori fue como decir el arqueólogo que encontró ese canon en Milán, donde aparecía para esa época tan temprana, un canon de las Escrituras del Nuevo Testamento y ahí estaba incluido el Apocalipsis del apóstol Juan; ya lo menciona el canon que descubrió Muratori en la biblioteca Ambrosiana de Milán.

Luego cerca del año 190, la iglesia de Cartago reconoce el Apocalipsis en su canon. Tertuliano escribió muy abundantemente; de los 22 capítulos del libro de Apocalipsis, él cita 18 capítulos en su obra, atribuidos al apóstol Juan; él llegó a ser montanista al final de su vida.

Montano, Metodio, Hipólito que fue el defensor de eso en occidente, a quien le debemos que nos llegó el Apocalipsis más rápido en occidente, Victorino de Petavio y Andrés de Cesarea, éstos son los principales testigos. No he podido leerles todo por causa del tiempo, pero quería dejarles esto en la introducción al Apocalipsis, cómo Juan el apóstol es el autor del Apocalipsis, aunque esa cita que leemos de Papías, malinterpretada por Eusebio de Cesarea, hizo que se rechazara el Apocalipsis en muchas partes y los modernistas liberales lo siguen haciendo hasta hoy en gran manera; pero creo que es suficiente con lo que hemos leído para que sepamos que tenemos un libro del apóstol Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, primo del Señor Jesús, recibido del Señor Jesús en Patmos.☐